Beatles en formación orquestal, con arreglos que redimensionan la experiencia sonora, siempre sorprendente, que ellos despiertan. Porque es así, con The Beatles la música nace siempre, y es por allí donde se adentra The Beatles Symphonic Fantasy, el espectáculo con dirección musical de Damián Mahler, que hoy a las 21 se presenta en Teatro El Círculo (Laprida 1223).
La apuesta es de índole internacional, con giras programadas y 30 músicos en escena; cuyos integrantes fueron además supervisados por The Cavern Club. En un despliegue escénico que articula los arreglos de Mahler con un diseño audiovisual y de iluminación especial, el espectáculo se ofrece también como una celebración especial, en relación al 60 aniversario del grupo nacido en Liverpool. “Como sucede con toda música grande, linda y tan influyente, cuando uno la interpreta se reelabora dentro de uno mismo; de esa manera, uno entiende mejor porqué es la música que es, pero el misterio de por qué es tan mágica, permanece”, señala Damián Mahler a Rosario/12.
“Este es un proyecto que comparto con Javier Fernández, con quien vengo desarrollando espectáculos que salen al encuentro de la música popular y de películas con la música sinfónica. Una de las propuestas que pensamos desde siempre fue la música de Los Beatles, ¿cómo no hacerlo? Si se trata de pensar en una música de gran impacto a nivel popular y con orquesta sinfónica, obviamente el primer impulso va a ser Los Beatles, quienes además no solo investigaron este crossover entre la música popular y la clásica, sino también con todos los instrumentos o géneros que pudieron”, continúa Mahler.
-Así y todo, la música de Los Beatles ha sido versionada de muchas y diferentes maneras; ¿cómo llegaste a encontrar un concepto sonoro distintivo?
-Creo que el desafío mayor es agarrar una música que ya es perfecta y tener la responsabilidad de agregar o sacar algo; porque, en definitiva, se trata de un tesoro. En nuestro caso, entendimos que la propuesta, y por eso el título elegido, se podía permitir además de un aspecto sinfónico otro fantástico. Así que empleamos la fantasía musical y orquestal para hacer versiones que no dejaran de tener el espíritu original de las canciones, pero que a la vez se vieran enriquecidas y potenciadas por la orquesta. El público va a escuchar las versiones de los temas que conoce, pero de repente podrá encontrarse con una introducción de 8, 10, 12 o 16 compases, en donde tal vez se le sugiera una melodía que no esté del todo clara, para ser luego llevados al tema conocido. Creo que lo que logramos tiene que ver con el balance de brindar algo nuevo a la sonoridad de los Beatles, con el desafío y el respeto del caso.
-¿Cómo fue la selección de músicos?
-A la hora la formación, una de las primeras cosas que me despertó curiosidad era que los Beatles trabajaron mucho con la inclusión de instrumentos sinfónicos, a veces más numerosos, otras menos, pero siempre con un concepto camarístico. Salvo algunas excepciones como “A day in the life” o “The long and winding road”, por lo general el concepto es más minimalista, de manera tal que la elección de la formación tuvo que ver con que la música ganara en color y grandilocuencia, algo que la orquesta sinfónica puede brindar, pero a la vez sin perder esa idea íntima y de cercanía que tienen los Beatles.
-¿Y cómo fue el trabajo de articular a músicos de rock con una orquesta?
-Fue un encuentro entre dos mundos. El de la banda de rock es un mundo que tal vez tiene que ver más con la construcción colectiva, y en el de la orquesta sinfónica se trabaja a través de la lecto escritura; así que escribí un montón de partituras para este grupo de gente. Por otro lado, trabajé durante meses con los músicos que vienen más del lado del rock, quienes, si bien conocen esta música de toda su vida, tuvieron que aprender y saber adaptarse a las nuevas versiones. Son nuevas en algunos sentidos y en otros no, lo que no queríamos hacer era que ellos tocaran y yo pusiera la orquesta arriba.
-¿Recordás cómo te llegó la música de los Beatles?
-Sí, claro; cuando cumplí 13 años y comenzaba mi inquietud por la música y la descubría como mi lugar de pertenencia, me regalaron tres discos, uno de ellos era de los Beatles. Ahí comenzó un camino largo, porque lejos de ser una música que uno escuchó de chico o adolescente, fue ganando más espacio al crecer, al entender lo que hicieron, al estudiarlos. Fue una onda expansiva, que lejos de quedar en el pasado, se volvió presente y futuro. Sus discos están llenos de verdades encapsuladas en música, que seguirán atravesando generaciones.