El Taller Azul, un reconocido espacio de arte para chicos “con pajaritos en la cabeza”, cumple 35 años. Y para celebrarlo, planificó un encuentro“artístico-amoroso que hilvana generaciones, disciplinas y latitudes”. 

Así, esta tarde, a las 18.30, se inaugura una exhibición que estará disponible por un trimestre exacto y podrá visitarse hasta el 11 de febrero de 2024.

La iniciativa conjuga obras de 171 creadores: 57 alumnos y alumnas del taller, la misma cantidad de artistas visuales y de escritores y poetas. “Entre ellos, ex alumnos que se dedican profesionalmente al arte; madres y padres, abuelas y abuelos, tías y tíos de alumnos actuales y de años anteriores que son referentes salteños de la literatura y el arte de distintas generaciones”, explicaron desde la organización. 

De igual manera, reconocidos y premiados creadores de Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, Chaco, Misiones, Córdoba, Santa Fe, San Juan, Chubut, Buenos Aires (ciudad y provincia) y de Uruguay, Chile, Brasil, Colombia, México, Cuba, Estados Unidos, España, Italia, Finlandia e Israel se plegaron a esta conversación creativa entre grandes y chiques. Para 35 pirulines, les niñes dibujaron y pintaron libremente en clases, y una obra de cada uno de ellos fue enviada a un artista visual,“ invitándolo a dialogar con una nueva obra desde lo formal o conceptual. Después, ambos trabajos fueron recibidos por un escritor, que se sumó desde la palabra. La selección de los tríos (niños, artistas visuales y escritores) fue un complejo y emocionante rompecabezas y el intercambio de mails y mensajes con las imágenes y los textos llevó poco más de tres meses. Mientras, las maravillosas obras originales iban llegando de la mano de sus autores, por correo y a través de amigos solidarios”.

En un extenso diálogo Silvia Katz, gestora y fundadora del taller, adelantó algunos detalles de la fiesta que se iniciará en pocas horas y donde las niñeces serán protagonistas.

-¿Cómo surge la muestra particular para este aniversario?

-Este proyecto viene dando vueltas en mi cabeza desde hace mucho. La idea de la muestra me aterrizó el año pasado, cuando todavía no había terminado la exposición de los chicos que se llamó “Caos, coso, cosas, y su increíble vida secreta”, que contó con la participación de Luis Felipe Noé y fue un homenaje a su obra y a su búsqueda. Ya teníamos la experiencia de haber trabajado en el 2013 con otros artistas creciendo, siempre siendo los chicos quienes inician una forma de un diálogo. Habíamos hecho un ping pong, una especie de cadáver exquisito de cuentos coescritos con grandes autores de literatura para chicos, como María Teresa Andruetto, Adela Bach, Eduardo Abel Jiménez, Sergio López Suárez y Ruth Kaufman de Uruguay. Fue muy interesante y muy enriquecedor. La idea de hacer un diálogo invitando a reconocidos creadores, artistas visuales y escritores y escritoras, nació en ese momento y ahí empecé a poner en marcha toda esta maquinaria que comenzó a desplegarse cuando vinieron los chicos, pero ya estaban invitados desde prácticamente el verano, casi todos los autores a ser parte.

De artista a artista. Julio Lavallén y Alberto Feliciano. 

-La creación tiene un gran componente lúdico ¿ también eso operó en esta propuesta?

-Considero este proyecto como un gran juego al que se animaron artistas sensibles y muy comprometidos. El 99% dijo que sí de entrada y se maravillaron con esta idea y pusimos manos a la obra con algo que se gestó con un tiempo pero que de trabajo en sí tuvo seis meses frenéticos. En base a la cantidad de chicos pensé la cantidad de autores. Fueron 57 los inscritos y, por lo tanto 57 artistas visuales y escritores. Trabajé los primeros meses, hasta mayo más o menos, libremente con los chicos en el taller sin casi consignas y después elegí una obra que representara ese niño, siempre pensando en un formato, en la obra cuadrada ya pensando que todo esto iba a ser parte de un libro. Luego envié esa obra a los artistas proponiéndoles crear una pieza que dialogue con la del niño, ya sea desde lo formal, desde lo conceptual, pero siempre pensé que podía hacer ese celestinaje -como dice Patricia Patocco en el en el prólogo-,  que soy una Celestina. Los artistas visuales tuvieron un par de meses para mandarme una imagen también siguiendo esta consigna del formato, pero con libertad creativa. También se plantearon algunos casamientos forzosos, porque estaban invitados a participar ex alumnos del taller que se dedican profesionalmente al arte, la mayor parte, o que están en camino, iniciando en las artes visuales, y también familiares de los chicos que son artistas. Tengo un niño trabajando con una tía, dos niños que trabajan con sus padres que son artistas, tres niños con papás y mamás, hay varios abuelos, una hermana también. Entonces entre ellos fue el diálogo.

-¿Hubo un protagonismo de las infancias en el planteo?

-Sí, quisimos que los chicos fueran los primeros. En general ellos son siempre los receptores de todas las creaciones de los adultos: vamos a ver sus muestras, trabajamos sobre la obra del artista como disparadora, leemos cuentos, poemas, charlamos sobre leído, podemos ilustrar una parte de algo o que es imagen o cuento o sea trampolín de otras historias también, pero los chicos son los que están últimos en esa cadena de circulaciones de producción cultural. Entonces por qué no pensar que la idea parta del niño, hacer la cadena al revés y que los chicos disparen. Sucede que el escritor, hablando de libros infantiles, es el primero que propone una idea y trabaja con ilustrador y el niño es el receptor. La idea, reitero, fue a la inversa. Que los grandes se suban a ideas-tren y crearan desde allí, desde lo que generan los chicos.

Ruth Kaufman en el Museo de la Ciudad. 

-¿Qué es lo más llamativo de los materiales que se generan en el taller, de eso que plasman les niñes?

-Desde la creación del taller, soy una defensora de las voces chicos de sacarlas de la periferia y traerlas al centro. Los chicos son naturales contadores de cuentos y se les da nulo o escaso valor, incluso se dice "Ah, son cosas de chicos”, porque de alguna manera tenemos la idea de considerar a la etapa de la infancia de la vida como inacabada, inexperta, incompleta inmadura. Son todos adjetivos que comienzan con prefijos de negación, como si la infancia fuera un estatus inferior de la evolución humana. Entonces yo creo en la importancia de visibilizar y poner en valor la creación de los chicos. Ellos son sujetos sociales activos en la producción de sentidos. Esto lo digo en el prólogo. Con su obra, con su trabajo, con sus imágenes y sus cuentos ellos hablan de su estar en el mundo, cómo lo entienden, cómo lo habitan. Son testimonios muy honestos de su vida, del tiempo en que transcurren. Como adultos, como padres, como maestros, nos impresionan un montón. Entonces el proyecto tiene lo general del taller y este en particular tiene el desafío de sacarlos de los márgenes de los márgenes, darles la palabra y la categoría de autores en esta sociedad que legitima culturalmente las creaciones de los grandes. Tenemos el gran desafío de recuperar las voces de los chicos, estas poéticas de la infancia.

Katz con el ex alumno Octavio Paratz (Imagen: gentileza Oliverio Xarau Katz). 

-¿Qué encontrarán quienes asistan a la inauguración?.

-Hoy inauguramos la muestra que ocupa todo el hermosísimo Museo de la Ciudad, los dos pisos en cuatro salas donde están las parejas de obras. Además, como son los 35 años del taller hay una exhibición de todos los libros que editamos, una muestra de proyectos que tienen que ver con la palabra: afiches y dos videos que se van a presentar. Todo eso va a estar disponible por tres meses, todo el verano, hasta el 11 de febrero abierta al público, van a venir varios de los autores de distintas provincias,  de Buenos Aires, Jujuy, San Juan, Tucumán. Hay autores de diversas latitudes, con el eje de hacer algo federal, y también hay artistas de otros países. Son 114 obras enmarcadas. Los chicos están felices. Por otra parte, sigo en contacto con ex alumnos y muchos de ellos vienen a las muestras. Hoy incluso habrá un pequeño ensamble que interpretará una canción que compuse hace un montón de años y que grabamos con los chicos en el 98 y padres de alumnos que son músicos, la mayor parte de la Orquesta Sinfónica, estará presente interpretándola. Así que, bueno, va a ser que en un momento emocionante.