Desde Mar del Plata
La expresión ya es un lugar común periodístico, pero este año en particular el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se realizó realmente contra vientos y mareas de fuerte intensidad. En principio, como se consignó en varias notas publicadas en Página/12, la notoria reducción presupuestaria hizo que la cantidad de películas, invitados y salas de proyección se vieran reducidas en un porcentaje nada desdeñable, resintiendo la posibilidad de acceder a una buena porción del cine que se produjo en todo el mundo durante los últimos 365 días, achicando asimismo las secciones paralelas y retrospectivas que el espectador marplatense está acostumbrado a disfrutar. La crisis económica existe y los miedos a futuro en este furioso año electoral también.
Como contrapartida nada menor a todos y cada uno de los males que conspiraron en contra de la realización ideal del encuentro, los programadores se las arreglaron a puro esfuerzo para afinar la puntería y redondear una edición potente a pesar de la escasez de jugadores, encontrando incluso varios títulos en calidad de estreno mundial que se les escaparon a otros festivales internacionales. El público, más efusivo que nunca, no dejó de aplaudir con firmeza y emoción cada vez que el logo del festival, antes del inicio de las proyecciones, aparecía en pantalla, y el estruendo parecía conjurar una mezcla de celebración con instinto de resistencia.
El jurado de la Competencia Internacional decidió otorgarle el premio mayor de la sección, el Astor de Oro, a un verdadero descubrimiento: el film peruano Kinra, dirigido por Marco Panatonic, un relato de inmigraciones internas que mancomuna el minimalismo narrativo con ambiciones de largo alcance y que ya fue destacado en estas mismas páginas como uno de los largometrajes más potentes y creativos de la selección de este año. El Premio Especial del Jurado, que suele considerarse el segundo en importancia, recayó en Partió de mí un barco llevándome, segundo largometraje de la argentina de ascendencia coreana Cecilia Kang. Los encargados de sopesar los once títulos que integraron la sección escribieron en la justificación del premio que la película construye “un potente vínculo entre la búsqueda de identidad, una historia familiar y la violencia hacia las mujeres en Corea durante la guerra japonesa”.
No fue el único premio a una película nacional, ya que el galardón a la Mejor Dirección le correspondió a Laura Basombrío por la ópera prima Las almas, ensayo documental rodado en una pequeña comunidad salteña con un trabajo visual y sonoro tan notable que parecería provenir de una cineasta con años de trayectoria. La Mejor Interpretación de toda la competencia, sin distinción de sexo, le correspondió a la actriz y cineasta Sara Summa, responsable también de la dirección de Arthur y Diana, una producción alemana, en tanto que el Astor al Mejor Guion le fue otorgado al film estadounidense LaRoy, de Shane Atkinson, comedia policial con claras influencias del cine de los hermanos Coen.
A pesar del achique impuesto por una coyuntura que no colaboró ni desde lo económico ni desde lo político, la Competencia Argentina de esta 38° edición del festival marplatense también entregó una muestra sólida y amplia del cine producido en el país durante 2023. Una selección que a través de las distintas búsquedas propuestas por los once largometrajes programados, puso de manifiesto una saludable amplitud temática, formal y estética. Un paisaje rico que echa por tierra los argumentos de quienes atacan a las industrias culturales, y al cine argentino en particular, intentando instalar la idea de que el dinero invertido en esas áreas es un capital inútilmente desperdiciado. Lejos, muy lejos de darles la razón, esta competencia dio cuenta de lo valiosas que resultan las películas a la hora de expresar una identidad tan vasta y plural como la argentina, alimentada por tantas y tan diversas tradiciones.
Dentro de ese paisaje ecléctico, el jurado decidió entregarle el premio a Mejor Largometraje a la película Adentro mío estoy bailando, dirigida por Leandro Koch y Paloma Schachmann, mientras que el de Mejor Dirección le correspondió a Vera y el placer de los otros, de Romina Tamburello y Federico Actis. Como dato curioso, puede mencionarse el hecho de que ambos reconocimientos hayan recaído en dos de las tres producciones realizadas en codirección por parejas mixtas (la tercera fue La mujer hormiga, de Betania Cappato y Adrián Suárez). Un detalle que no tuvo ninguna injerencia en la decisión, pero que puede ser leído como emergente de una programación bastante equilibrada en términos de paridad de género.
Las dos películas tienen la cualidad de abarcar más de lo que cabe en el acotado corsé de una sinopsis. En el caso de Adentro mío estoy bailando, su carácter dual le permite ir y venir entre la ficción y el documental, pero también jugar con los recursos de géneros como la comedia romántica o los films de viajes. Todo resulta oportuno a la hora de construir un entretenido retrato acerca de un universo en extinción, como es el de la cultura klezmer. Por su parte, Vera y el placer de los otros utiliza como punto de partida el registro de la adolescencia, englobado bajo la etiqueta coming-of-age, para poner en escena la exploración de su protagonista. Inusualmente erótica, la película tiene la virtud de llevar al extremo las experiencias que ella se ve obligada a atravesar, pintando un fresco muy vívido de esa compleja etapa de la vida. Así llega a su fin una nueva edición del Festival de Mar del Plata. ¡Larga vida al Festival y al cine argentino!
Los principales premios
Competencia Internacional
- Mejor película, Astor de Oro: Kinra, de Marco Panatonic.
- Premio Especial del Jurado: Partió de mí un barco llevándome (Argentina), de Cecilia Kang.
- Mejor Dirección: Laura Basombrío, por Las almas (Argentina)
- Mejor Interpretación: Sara Summa, por Arthur & Diana (Alemania)
- Mejor Guión: LaRoy, de Shane Atkinson (Estados Unidos)
Competencia Latinoamericana
- Mejor Largometraje: Otro sol (Chile/Bélgica/Francia), de Francisco Rodríguez Teare
- Mención Especial: O día que te conhecí (Brasil), de André Novais Oliveira
- Mejor Cortometraje: La noche del Minotauro (Colombia), de Juliana Zuluaga Montoya
- Mención Especial: Nueva Esperanza (Argentina/Perú), de Carlos Rentería
Competencia Argentina
- Mejor Largometraje: Adentro mío estoy bailando, de Leandro Koch y Paloma Schachmann
- Mejor Dirección: Romina Tamburello y Federico Actis, por Vera y el placer de los otros
- Mejor Cortometraje: Especies de compañía, de Juan Renau
- Mención Especial: Corrientes mercuriales, de Carolina Fusilier
- Mención Especial: La necesidad de un testigo, de Renzo Cozza y Mariana Sanguinetti
Estados Alterados
- Mejor Largometraje: Malqueridas (Chile), de Tana Gilbert
- Mención Especial: Orlando, ma biographie politique (Francia), de Paul B. Preciado
- Mención Especial: Mast-del (Irán/Reino Unido), de Maryan Tafakory