Entre los apoyos a esta ola de los clubes contra la privatización del fútbol, el posteo de Instagram de Luciano Aued, mediocampista de Instituto de Córdoba impacta especialmente: “Soy el resultado, como miles y miles de nenes y de nenas en este país, de esa solidaridad que nunca van a entender quienes creen que todo es un negocio” afirma. Y describe: “Era un nene cuando empecé a jugar en Independiente de La Plata. Mi vieja manejaba el buffet y de paso, como no teníamos un mango en casa, comíamos ahí. A mi viejo lo habían echado de YPF en cuanto la privatizaron. Armó una cooperativa con los compañeros. Probó con un remís. Después se subió al taxi y no se bajó más.

En ese club “jugaban Marcos Rojo y Pablo Lugüercio” cuenta. “Y me daban todas las tardes un alfajor y un jugo sin importar cuántos goles hiciera: comer es un derecho y más si sos un pibe. Pino Pietrosimone era el técnico y el presidente. Tenía una casa de deportes y me regalaba unos Fulvencito que la rompían. ¡Eso era la felicidad!" recuerda.  

"En Gimnasia me becaban si viajábamos a un torneo -repasa-. Y salvo esa vez que vendí el pelo para juntar unos pesos, siempre precisé que me dieran botines, ropa y zapatillas. Cuando la cosa estaba especialmente brava buscábamos la canasta con fideos, arroz, leche en polvo y puré de tomate. ¿Cómo no voy a estar eternamente agradecido?", se pregunta.

"Muchas veces pensé qué hubiera sido de mi vida sin los clubes de barrio, sin los clubes siendo asociaciones civiles sin fines de lucro" sostiene. Y la respuesta llega de la mano "de esa solidaridad que nunca van a entender quienes creen que todo es un negocio. Por eso defiendo que nuestros clubes sigan siendo de nuestra gente. Por eso estoy convencido de que hay cosas a las que hay que decirles Nunca Más”.