Al filo de las 12 menos cuarto del mediodía, 15 minutos antes de que arrancase la “gran manifestación” del PP contra la amnistía en Madrid, los asistentes se contaban ya por millares en la capital. Ataviados con banderas de España y mensajes contra Pedro Sánchez, una pareja se acerca a una de los responsables de la organización del evento y le dice: “Quitad esta música. Hoy no es un día de fiesta. No estamos celebrando nada, eh”.
Las canciones más populares y festivas del momento siguieron sonando veinte minutos más hasta que llegó Alberto Núñez Feijóo, junto a José María Aznar. Entonces se escuchó People have the power, el himno de Patti Smith que el equipo de Feijóo usa en los mítines más importantes. “Es que esto no es un mitin más joder”, lamentaba la pareja que llegó a Sol menos resignada de lo que lo están ya en Génova ante un nuevo gobierno progresista.
Porque, a pesar de que las manifestaciones organizadas por el PP en todas las capitales de provincia, a las que se sumó Vox, han convocado a cientos de miles de personas contrarias al pacto del PSOE con Junts, Feijóo y su entorno tienen asumido que Sánchez no solo sacará adelante su investidura, sino que no se desviará un ápice de su hoja de ruta con la amnistía por mucho ruido que hagan en las calles. Tampoco esperan movimientos dentro del PSOE que hagan tambalear el liderazgo de Sánchez. La resignación en este sentido es absoluta.
Sin incidentes violentos como los desencadenados en los intentos de asedio a la sede nacional del PSOE de la calle Ferraz promovidos por la extrema derecha, los populares están satisfechos tras una jornada de protestas que consideran “histórica”, aunque algunas voces dentro de las baronías del PP creen que Feijóo tendría que haber frenado los gritos más agresivos contra Sánchez — “Pedro Sánchez, hijo de puta”, por ejemplo—que interrumpieron su intervención. También lo hicieron cuando habló Ayuso, que tampoco los cortó.
Desde Génova insisten en que el objetivo de este domingo era exhibir músculo y, sobre todo, “demostrar” que hay un malestar social contra la amnistía que nada tiene que ver con las protestas ultras de Ferraz. Feijóo exigió volver a las urnas y tranquilizó (o avisó) a una Ayuso que pidió “dar la batalla por larga que sea”. “Ganaremos esta batalla”, aseguró después el presidente del PP.
La “batalla” que Feijóo ha prometido ganar, dicen en su equipo, es la de la calle y el relato. “Que esto salga adelante, pero que se sepa que estamos en contra”, apuntan a Público fuentes próximas al presidente del PP. El objetivo es minar en la calle el capital político del líder socialista, con la mirada puesta en el medio y largo plazo, y deslegitimar al Ejecutivo para toda la legislatura.
Objetivo: presionar al TC
“La investidura y la ley sabemos que saldrán, pero a ver qué hace Conde Pumpido”, apuntan señalando al Tribunal Constitucional, con mayoría progresista después de casi diez años y en el ojo de todas las críticas de los populares. El plan del PP pasa por un recurso de inconstitucionalidad, pero al no haber texto todavía, no pueden pasar a esa pantalla.
Lo cierto es que ahora mismo Sánchez sólo es presidente del Gobierno en funciones y candidato a la investidura. En cambio, para el PP, y así lo presentaron este domingo en la Sol tanto José Luis Martínez-Almeida como Ayuso, Feijóo ya es, oficialmente, “jefe” o “líder” de la oposición. De nuevo. “Ahora así”, apuntan con ironía algunas fuentes del PP, para quienes desde que Feijóo asumió los mandos de Génova siempre estuvo en modo electoral — “no hacía de líder de la oposición, era candidato a las elecciones” — convencido de que llegaría a La Moncloa a la primera.
Así, si todo sale según lo previsto, Sánchez será investido presidente del Gobierno esta misma semana con 179 apoyos, 12 más que los obtenidos en la investidura de 2019. En contra, PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro. Desde Génova se revuelven contra estas cifras y piden elecciones cuatro meses después del batacazo que supuso para ellos el 23J.
Las lecturas sobre la presencia de Abascal
Además, el rechazo a la amnistía ha conseguido que este domingo Vox volviese a las filas del PP aunque fuese por unas horas. Santiago Abascal acudió a la manifestación organizada por los populares y defendió que “no es el momento de los partidos” sino de la unidad. Una imagen que para algunos es un órdago de Abascal a Feijóo, quien ha renegado insistentemente de sus socios de gobierno, y para otros una vuelta al redil del expolítico del PP al que Génova culpa de sus expectativas frustradas en las elecciones generales.