En un tiempo con cada vez más viajeros y turistas que se desplazan por el planeta, en la Argentina se desarrolla desde 2009 una propuesta que involucra a pobladores originarios y visitantes en un encuentro que busca mostrar la atrapante belleza de la multiculturalidad que el país tiene e ignora al mismo tiempo.
Se trata del turismo rural comunitario (TRC); en los hechos, una red que propone un “turismo virtuoso, responsable, sostenible y sustentable al que buscamos mantener, sostener, reforzar y aumentar en todo el país”, define Ramiro Ragno, técnico territorial del Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (INAFCI) y de la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario (RATuRC).
En una charla con Salta/12, Ragno destacó aspectos de la oferta y definió la modalidad “asociativa, colectiva, cooperativa en manos de organizaciones campesinas y comunidades de pueblos originarios”.
Agregó que esta propuesta de turismo -desarrollada en muchos lugares del Abya Yala (nombre originario del continente) y del mundo- “acerca las partes al diálogo y a la convivencia, porque casi el 60% de los que consumen, los que viajan, los que viven la experiencia, los que se dan tiempo para viajar y conocer a otras comunidades, son argentinas y argentinos”.
“Eso a nosotros nos enorgullece, porque genera relaciones o vínculos entre hermanos y hermanas del mismo país” y, aseguró, “no hay nada mejor que un argentino urbano viajando por la experiencia del TRC para darse cuenta que el sector campesino e indígena en Argentina están vivos, están ahí y siempre estuvieron”.
En un país autoasumido como “europeo” con corrientes políticas que reivindican tácita o explícitamente la masacre de las y los habitantes originarios al momento de la fundación del país en el siglo XIX y que continúa en ataques de todo tipo, no es poco generar un acercamiento por demás genuino y necesario.
Por dar un ejemplo (no involucra a TRC), cualquiera que haya pasado por el Patio del Indio Froilán en Santiago del Estero, tras compartir la música, las y los músicos, la comida y el baile comunitario o los danzantes eximios, se convierte en otra persona.
Lo mismo ocurre al conocer y escuchar qué piensan del mundo los mapuche, la famosa cosmovisión que acompaña cada uno de sus días ¿en qué consiste? ¿Qué dicen de los días y las noches o de la salida del sol? Sobre este punto Ragno dice: “(el, la turista que visitó estos lugares) al regreso a su casa, a su barrio, a su familia, a su escuela, a su colegio, a su universidad, ya no es el mismo: vuelve consciente, sensible, solidario, más inclusivo, y eso, suma mucho”.
Es decir que se está hablando de algo más que una propuesta turística de autogestión y empoderamiento local de las comunidades: “es también una herramienta para la integración social e intercultural entre argentinos y argentinas. Más allá de que el 40% restante -turismo internacional-, también viaja por el mundo buscando experiencias culturales y de desarrollo local”, precisa el incansable impulsor del TRC.
Para las comunidades lo económico, lo comercial no ocupa el primer lugar sino que se trata de intercambios humanos respetuosos por eso, indica el entrevistado, “estos encuentros se dan en el presente y generan una sociedad más justa, más respetuosa, más inclusiva, porque unos y otros se reconocen y surge una sociedad mucho más diversa y justa”.
Según los números que manejan en los organismos públicos, el 80% de los emprendimientos de TRC pertenecen a comunidades de pueblos indígenas mientras otro 20% son de organizaciones campesinas rurales más una cooperativa de pescadores artesanales que está en Paraná, Entre Ríos.
La recomendación de TRC va de “boca en boca o a través de las redes sociales”. Con unas 15 agencias de viaje en toda la Argentina comercializan de manera transparente y respetuosa la propuesta que deriva en que “la cadena de valor se completa, ya que tratan directamente con los turistas nacionales y extranjeros”.
En el caso de las y los extranjeros, “mayoritariamente necesitan un programa mucho más detallado, día a día del viaje y es por eso que para ese mercado la agencia de viaje es su especialidad”.
Se logró que agencias de viaje receptivas de la Argentina, que reciben turistas del extranjero, incluyan propuestas de las comunidades dentro de un programa de viaje, es decir que en un viaje de 15 días de personas extranjeras “hay por lo menos dos días o tres días de propuestas de turismo comunitario”, destacó Ragno.
En cuanto a la cadena de valor en la que intervienen algunas agencias de turismo, el entrevistado subrayó la intervención de organismos públicos provinciales de turismo, así como el INTA, el INAFCI, el equipo técnico que Ragno integra y que conforma la Fundación Buena Vida. ”Trabajamos codo a codo, generando políticas públicas, buscando financiamiento, con normativas acordes para que el actor comercial y político del TRC sean reconocidos”.
Finalmente, Ragno dijo que el desafío (uno de ellos) para el sector es “sumar a todo el mundo de la economía social del país para que cooperativas, mutuales, organizaciones sociales, clubes, sindicatos, etc, sean proveedores de viajeros” para que puedan acceder a una experiencia intercultural que puede cambiar su conciencia.