Fantasía, ese refugio infinito al que recurrir cuando la bestialidad del presente no cesa. Cuernos, bigotes y muchos colores son ingredientes de un plato sin receta fija, porque se prepara bajo las indicaciones de una encargada curiosa: Chini.png. La transparencia a la que refiere el formato de imagen de su nombre cuenta parte de su origen, cuando empezó con su anterior banda, Chini and the Technicians. Con el tiempo necesitó volver más propio el proyecto y dio el salto. Pero a no confundirse: lo que esta artista chilena ofrece dista mucho de ser genérico como una plantilla.
En marzo de 2023, Chini.png presentó su primer disco de estudio con nueva formación, El día libre de Polux. El trabajo indaga sobre sus preocupaciones y sentimientos, movimientos crípticos, poéticamente indescifrables y de una lírica conmovedora: "El amor que mereces/ Entrar a tu cabeza es como quebrar tablas para un cinta blanca".
El álbum lleva como portada El jardinero, obra de 2019 del artista Rafael Yaluff. Una pintura que anticipa uno de los microcosmos en el que podremos viajar con Chini: la naturaleza y el abismo, el sacrificio y la abundancia de lo primitivo. La posibilidad de tenerlo todo para destruirlo. Su camino compositivo empieza con la imagen, y el deseo de crear este álbum permaneció en la máquina Chini por un buen rato. Una máquina constante luchando por no derrumbarse ante la alienación laboral. Sabía que quería esa portada y ese nombre hace por lo menos cinco años. No sabía todavía qué disco iba a hacer.
"Siempre seguí el trabajo de Yaluff, me gustaba porque tenía algo naif y por partes medio realista, como de los sueños, de la vigilia. Me daba un sentimiento no tan específico, más bien abstracto. Por otro lado me estaba gustando mucho el mito de Pólux y Cástor, los hermanos gemelos que raptaron a las hijas de Leucipo, y como castigo su padre Zeus dispuso que Pólux residiera en los Infiernos, mientras Cástor regresaba a la Tierra, haciéndolos alternativamente muertos y vivos. Yo trabajaba en un lugar con un horario bien brutal, a veces si no terminaba a tiempo me tenía que quedar desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche. Algunas de esas maquetas aparecieron ahí: Tonto la grabé en el celular mientras hacía ese trabajo."
El día libre de Polux se armó como un collage. Algunos temas tienen más de una década. Canciones que se encuentran en el disparate, la irreverencia, la crítica. A contramano de quien intenta asimilar un mensaje para transmitirlo con claridad, Chini sintió que debía dialogar con códigos propios, volverse menos digerible entrando en comunión con su propio lenguaje. La alianza fue tan intensa que en su páramo expresivo sintió la calidez de lo universal.
"Una amiga quería saber de qué se trataba Arranque: para mí era obvio que hablaba del orgasmo y ella se sorprendió. Le digo: 'Sí, te salís de tus márgenes, te vas a blanco, es muy evidente'. Es bacán que cada canción coincida emocionalmente con lo musical. Hay músicos muy capos para hacer que ciertas onomatopeyas suenen instrumentalmente a eso. Tonto es sobre estar iracundo, tener rabia, y es la canción más pesada en términos de distorsión de la guitarra, de peso en el bajo, de tratamiento en la batería. Arranque es solo guitarra y voz, clarito, ligero. Por eso lo llamo un disco ecléctico. Y soy música amateur, así que gracias a trabajar con los productores con los que trabajo y me saben entender. Fue un proceso experimental."
Anecdótico es el idioma que se habla cuando la intensidad viene de tan adentro. Tonto es el tema más largo del disco, 7.05 donde Chini se deshace de la furia: "Solo en tu mundo parezco idiota/ A veces en el mío me doy un gusto y digo/ Que no me importa parecer tonto/ Los misterios no te buscan/ Si siempre es la última vez que lo quiebras con los dedos solo por probar”.
- ¿Cuál es la incidencia de un disco de shoegaze y rock alternativo en Chile, donde mayormente se escucha trap y reggaeton?
- Más allá de lo musical, tiene que ver con una cultura del baile, de salir a bailar, una serie de cosas que no me representa. Yo me junto a jugar Calabozos y Dragones, me gustan los videojuegos, hago otra subcultura. Me hace feliz escuchar música triste. No intentaría competir porque siento que son paradas distintas y está bien, todo puede convivir. El tema es cuando algún género, y ha pasado con todos los géneros, es fagocitado por el capitalismo, que ve cómo puede lucrar lo más posible con algo que se vea genuino para la juventud y vendérselo como un producto, como ha pasado con el rock con Måneskin, por ejemplo. Hay que tener cuidado con aquello que uno escucha, y si efectivamente quiere escucharlo o es porque se lo han metido hasta el cansancio con publicidad. Todo lo que te aparezca en el algoritmo está planeado para que te guste, basado en gustos anteriores. Es peligroso en todos los géneros y en todo orden de cosas. Es bueno quizás no informarle de todo al computador y dejar algunos pensamientos privados para ti, a fin de resguardar algo.
- Estás en el sur de Chile grabando un nuevo EP, ¿por qué tan pronto?
- En Chile cuesta que te vayan a ver tocar. Lo mejor que puedo hacer es seguir grabando música. A veces siento que esto que estoy haciendo es muy específico, es difícil de explicar, de vender. En lugar de estancarme, prefiero hacer más música.
- El apocalipsis y la falta de promesa hacia un futuro parecen invadir cada vez más las temáticas.
- Siento que con justa razón el fin del mundo se ha vuelto una temática. Las guerras, el cambio climático, el hecho de que se están borrando las estaciones en países donde siempre hubo cuatro bien marcadas. Es como un equilibrio entre el afuera y el adentro. Si dejas que demasiado de fuera entre adentro, no puedes existir. Es muy difícil que no permee esta sensación constante de que este péndulo político nuevamente se esté inclinando a nivel mundial a la extrema derecha. A un nivel más interno, de chica fui víctima del bullying, entonces siento que mi mundo terminó antes, tuve un fin de mundo cuando era muy chica.
- ¿Cómo estás ahora?
- Ahora estoy viviendo una especie de oblivion, porque recién me sané y estoy aprendiendo a tener empatía por lo que rodea a los demás. Antes estaba muy centrada en mi sanación y en fijarme en mí. Creo que los dolores humanos se van espejando en distintos grados. Siento que por lo que más deberíamos abogar, más que por la alegría en sí, es por la calma, por la paz. Pocas veces uno está genuinamente tranquilo. Como todo, es un equilibrio entre saber y estar conectado con el mundo, pero también saber cuándo desconectarse de él. Y pensar el goce como algo revolucionario: de todo deberíamos disfrutar.
- ¿Qué caminos tomás como oyente para conocer música nueva?
- Generalmente escucho a mis colegas. También escucho música antigua; hay música por descubrir de gente que lo dio todo y pasó al anonimato, y no lo merece. Igual que me gustaría que alguien me descubriera en el futuro, yo descubro algo anterior. Cuando fui a Seattle me compré por un dólar un cassette de sonidos de ballenas, un rollo entre un biólogo y un músico: mientras la ballena canta, de fondo suena una música new age, muy de los '80. Escucho mucho rock de mujeres, Marilina Bertoldi, Barbi Recanati, Trashkid y Nico Vega, que son bandas que escuché mucho en mi adolescencia. Estaba el blog buscateunnovio.blosgpot.com, donde compartíamos bandas que nos gustaran. Mis gustos han ido cambiando, pero esas me acompañan. Bikini Kill, por supuesto. Pelado, un proyecto de electrónica contestataria.
Hace unos meses, Chini y su banda marcaron otro compás. Con Juan Desordenado de Columpios al Suelo, Pepe Mazurett de Niños del Cerro, Tiare Galaz de Niña Tormenta y Leonardo Jara, Chini fue elegida para grabar su sesión en KEXP. La mítica estación radial de Seattle la convocó para formar parte del primer festival de música iberoamericana, El Sonido Live. "Lo más importante fue hacerlo con mis amigues, haber vivido esa experiencia juntos. Creo que la experiencia total voy a demorar en procesarla: que hayan valorado mi proyecto lo suficiente para invitarme, porque a veces no me siento tan valorada en mi propio país."
- ¿Cómo gestaron esa presentación?
- La gente nos ayudó mucho. Hicimos un trabajo comunitario para poder viajar, unos conciertos que se llaman Minga, tocamos dos veces en el mismo día. Nos ayudaron para hacer sánguches y bebidas para vender, y con eso juntamos para el alojamiento. Después postulamos a unos fondos gubernamentales para el pasaje. En dos meses trabajamos mucho, y cuando llegó el momento de tocar fue de puro goce, espero que eso se vea en la sesión. Estamos muy agradecidos con quienes nos ayudaron a llegar hasta allá, no había dimensionado el nivel humano de los seguidores que tenemos. Fue un momento muy lindo porque nos atrevimos y, en lugar de cantar un tema que medio probado como Árboles y pasarelas, decidimos tocar Tonto, y nunca sabemos bien qué va a pasar en esa canción. Quizás era una situación donde no había que ir a probar cosas. Aunque la banda me dijo que si no lo hacía, me iba a arrepentir.
- ¿Por qué ese tema?
- Tonto termina on una frase que me dijo mi abuela poco antes de fallecer. Estuvo postrada varios años, tocaba la guitarra y dejó de hacerlo cuando perdió fuerza. Después tocó el tambor, hasta que tampoco pudo hacerlo. De a poco se fue apagando. La frase habla un poco sobre la muerte, qué es lo pasa cuando uno muere, que alguien llega y te apaga la luz y eso es todo. Me siento muy reflejada en mi abuela, me gustaría ser como ella, siempre muy divertida, le encontraba la vuelta a las cosas, estaba enterada de todo, sabía más de músicos chilenos nuevos que yo. Escuchaba radio, entonces sabía todo de las nuevas canciones. Me decía "¿Qué piensas de este disco versus este otro?" Sentí que la llevé de paseo con mi disco, y eso fue buenísimo.