Desde un punto de vista psicoanalítico me interesa preguntar, más allá de las encuestas de opinión, de las intuiciones, del análisis de los gestos, de la teatralidad, en qué lugar impacta el debate entre los candidatos a competir por la presidencia de la Nación en el balotaje, Sergio Massa y Javier Milei. Es decir adónde le llega a la gente. La evaluación basada en el ganar–perder, muy característica en gran medida de nuestro país futbolero, es un análisis muy pasional, no sometido a consideraciones de lógica ni de análisis del discurso.

Diría que el lugar en donde impacta un debate es el inconsciente, no tanto en la consciencia, sometida a reglas estrictamente imaginarias y tendenciosas. Ahora bien qué queremos decir con que impacta en el inconsciente: que el sujeto en cuestión ignora los motivos de sus preferencias, no sabe por qué está prefiriendo a tal o cual candidato. Razones puede tener montones, todas implicadas en su ser. Los pensamientos de deseo son ignorados por estructura, es más el deseo arraiga en un ombligo que conecta con lo desconocido, con lo no reconocido. Con la pulsión a la cual no le importa otra cosa que su propia satisfacción.

La razón después de Freud no es la razón de la consciencia, no es la razón del Yo entendido como instancia de la consciencia plena de sentido. De la lógica de la consciencia pasamos a otra lógica que es la de la instancia de la letra en el inconsciente. La instancia del significante desplazado o sustituido.

Por otra parte está la función de la pantalla, televisiva en este caso, y de la escena que se monta en ella, con sus escenografías, o sea las grafías de la escena. Todo el mundo ve el debate generalmente en su casa, una escena y luego está la escena del televisor. La pantalla que nos da a ver una realidad que al mismo tiempo la vela. Lo real se nos escapa. 

Pero nos llega de todos modos desfigurado, disfrazado, transfigurado. Como en un sueño, la escena que vemos en el sueño puede no tener nada que ver con nuestra vida consciente, sin embargo podemos sentirla poderosamente real, incluso imponérsenos en la realidad de tal forma que por un momento, más o menos prolongado, creer que ésa es la verdadera realidad y, en cierto modo, lo es.

Dicho en otros términos, leemos la realidad desde un fantasma propio que vela la realidad “real”, que la distorsiona más o menos, según los casos. Por lo demás, eso que llamo fantasma no es una formación excepcional, sino que todos ineludiblemente contamos con ese cristal distorsivo en más o en menos, no tenemos un acceso a lo real sin mediación. Todo lo contrario, esa mediación forma parte de nuestra constitución psíquica.

El psicoanálisis nos permite acercarnos lo más posible a ese real incognoscible y fuera de sentido, que cae fuera de nuestra dimensión consciente y de nuestro alcance, y que da la razón -media y extrema razón-, inconsciente que descubrió Freud, esa es nuestra manera de percibir y de leer la escena más allá de lo que ella da a ver.

*Psicoanalista. Edición Psicología en Rosario12.