“Esto es como el poema de Borges: no nos une el amor, si no el espanto.” Así describe la situación Pedro Azcoiti, ex diputado nacional de la UCR, al ser consultado por Buenos Aires/12 sobre los motivos para hacer público su apoyo al candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa.
Con el balotaje a la vuelta de la esquina, muchos dirigentes de la política bonaerense fueron encontrando su límite en Javier Milei. Azcoiti, oriundo de Necochea, integra el grupo de más de 200 radicales que firmaron el documento “Un voto para defender la democracia y derrotar al odio”, en el que junto a Federico Storani, Raúl Alconada Sempé, y Luis “Changui” Caceres sintetizan el balotaje mediante una frase: “Civilización o barbarie”.
—¿Por qué la Unión Cívica Radical mantiene la postura neutral como partido?
—Creo que es la postura correcta. Hay que tener en cuenta el panorama y la situación el 10 diciembre. El radicalismo tendrá cinco gobernadores y cientos de intendentes. Vamos a ser oposición de los dos.
—Entonces, ¿por qué prefirió pronunciarse?
—Para Milei el radicalismo representa lo peor. Tratar a Hipólito Yrigoyen como el principio del populismo, y las agresiones hacia Alfonsín lo demuestran. No se puede votar a un tipo que haría lo contrario a lo hecho por la UCR en 130 años de historia.
—¿Cree que el electorado radical está próximo a su pensamiento?
—Yo estimo que el grueso del radicalismo vota en blanco o se inclina por Massa. Puede haber una minoría muy marcada que puede optar por Milei. Ojo que ninguno es ni pretende ser dueño de los votos, pero que los dirigentes se pronuncien por ahí ayuda a algunas personas afines al radicalismo que tienen dudas sobre su voto.
—¿Los dirigentes deben pronunciarse?
—Creo que es una responsabilidad de la dirigencia política hacer, porque si no sos un seguidor de encuestas. Alfonsín siempre estuvo en contra de la decisión sobre Malvinas, pero los seguidores de encuestas se subieron al avión. Arturo Illia había logrado un gran avance con la Resolución N° 2065 (NdeR: resolución de la Asamblea General de la ONU que convocaba al gobierno argentino y al británico a negociar con el objetivo de poner fin al colonialismo), y lo de 1982 fue un gran retroceso. Ahora, reivindicar a Margaret Thatcher y Ronald Reagan, es un disparate.
—¿Cómo vivió la relación con ellos durante su gestión?
—Al radical que piensa votar Milei, que reivindica a Reagan, le pondría el discurso de Alfonsín en los jardines de la Casa Blanca de 1985 y su respuesta sobre Centroamérica. Milei está en las antípodas de Alfonsín.
—Mauricio Macri hizo una publicación marcando que Gerardo Morales votará al mismo candidato que Milagro Sala. ¿Por qué cree que lo hizo?
—Creo que post elecciones generales afloró lo que Macri venía pensando. Vimos los elogios a Milei el día de las PASO, y durante la campaña parecía que él era su candidato y no Patricia Bullrich.
—¿Esto le pone fin a Juntos por el Cambio?
—El JxC que se presentó a elecciones no existe más porque me parece que el PRO no existe más tal como se lo conocía. Una parte del PRO está con Macri y Bullrich, y otra está representada en Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio, entre otros. Sí va a existir en las provincias, porque los gobernadores accedieron como JxC en base a acuerdos. Pullaro en Santa Fe, por ejemplo, es JxC más el socialismo. A eso hay que sumarle los concejos deliberantes. Por eso creo que hay una nueva conformación en la coalición donde se puede terminar de incorporar al socialismo e intelectuales progresistas.
—Ya que habla de las provincias, ¿cómo vio el desenvolvimiento de la UCR bonaerense en la elección?
—Si bien alcanzó la senaduría nacional con Maximiliano Abad, sólo entraron dos diputados nacionales de la UCR. A mí me tocó encabezar en el 2005 con todo lo que había sufrido el radicalismo y entramos tres. Por eso creo que desde el Comité provincial no acertaron o no supieron encontrar las estrategias razonables para que el radicalismo tuviera los lugares que le correspondían. En la Convención se planteó ir con candidatos propios, pero el radicalismo quedó postergado.
—¿Por qué Facundo Manes terminó teniendo un rol marginal en la elección?
—Hace dos años ganó la provincia junto a Diego Santilli. Tiene mucho para darle al radicalismo y al país. Hubo un error de estrategias.
—¿No le preocupa que lo tilden de "massista" por el pronunciamiento?
—Eso sería mala fe o ignorancia. No nos hicimos massistas ni peronistas. Somos radicales que tenemos la responsabilidad de advertir que Milei y Victoria Villarruel pueden acceder a llevar los destinos del país. Este gobierno ha sido muy malo. Pero creemos que desde el Parlamento podemos contribuir en el futuro.
—¿Cuál es su mirada sobre el peronismo, tras haber formado parte del gobierno de Alfonsín?
—A ver. Nos comimos los paros con la CGT. Estuvieron los levantamientos carapintadas. La Sociedad Rural que nos puteaba en Palermo. Hubo que desactivar la bomba del posible conflicto con Chile. Se llevó a cabo el reordenamiento universitario. Todo eso en un claro contexto de debilidad política tras la dictadura. El peronismo tuvo actitudes diferentes, como la de Antonio Cafiero en Semana Santa o los trece paros de Saúl Ubaldini. Pero esto no nos puede arrastrar. Hay dejar de lado la dicotomía peronismo y antiperonismo de una vez por todas. Nos lo enseñó Ricardo Balbín, con su abrazo con Juan Perón. No hay que volver a esa rosca que llevó a la crisis de los partidos tradicionales, porque hoy no alcanza un solo partido para llevar a cabo las trasformaciones.
—¿Confía en Massa?
—Creo que Massa es peligroso (sic), pero no como Milei. Ante ese temor, muchos votaran en blanco, pero votar por Milei me parece descabellado. Nosotros elegimos a quien oponernos, elegimos el mal menor. Elegimos a Massa, a quien responsabilizamos de la actual situación económica y no suscribimos lo que hizo, pero tenemos en claro que con él sí se puede recrear un diálogo en el Parlamento siendo oposición.
—Milei lo llama "un acuerdo de la casta".
—Milei es la negación de la política, de la buena política. Dialogar con amigos es fácil, el tema es hacerlo con el opositor y encontrar puntos en común. Hay muchos ejemplos de diálogo como los que mencioné entre Perón y Balbín, y Cafiero con Alfonsín. También hubo diálogo entre Eduardo Duhalde y Alfonsín en la salida de la Convertibilidad.
—¿Cuál es la mala política?
— Es la que se aboca a la profundización de las diferencias. Es la grieta insalvable entre Cristina o Macri, porque en el medio no queda nada. Cuando asumió Alfonsín convocó peronistas, socialistas, demócratas progresistas, sectores de la derecha... Incluso le ofreció la presidencia de la Corte a Ítalo Luder, su reciente competidor en las elecciones.
—¿Qué conclusión le dejó el debate presidencial?
—Claramente Massa es un tipo hábil para el debate. Con una formación importante. Milei está a años luz de ser un político, porque además tiene carencias de tipo intelectual. Más allá de su balbuceo en economía, después dice disparates. La venta de órganos, lo que hablamos de Reagan, los vouchers en educación, todo es de una pobreza intelectual muy grande.
—Desde su experiencia, ¿cuál es el rol del Estado en los vínculos comerciales entre países? ¿Pueden hacerlo entre privados?
—Que diga algún frigorífico qué haría si no tuviera una norma sanitaria y si piensa que no tiene que intervenir el Estado. De ninguna manera se puede hacer entre partes. Con lo que dice Milei, se legaliza el contrabando porque cualquier cosa se puede llevar a cualquier lado. No tiene sentido, al igual que no comerciar con quienes piensan distinto. Nosotros somos defensores de la multilateralidad. Esto de romper con China y Brasil y solo comerciar con Estados Unidos e Israel es una locura. Todo lo que dijo Milei es una locura, pero la fórmula la componen dos, y a mí me da más miedo la compañera de fórmula de Milei que el propio Milei.
—¿Por qué?
—Porque a Victoria Villarruel la considero más formada y más peligrosa. Sobre la dicatdura tiene un planteo similar a Emilio Massera, que habló de una guerra. Como alguien que fue detenido durante la dictadura, yo siempre reivindico la política de derechos humanos de Alfonsín y de juzgamiento, tanto lo que significó la CONADEP como los decretos N° 157 y el N° 158, que promovían la acción penal no solo contra la Junta Militar sino también contra las cúpulas de las organizaciones guerrilleras que actuaron desde el 25 de mayo de 1973.
—¿A qué se debe la aclaración?
—A que creo que ha sido mal utilizado el tema de los derechos humanos durante estos años por parte del gobierno, y eso ha producido hartazgo en mucha gente. Incluso mucha gente votará en blanco por eso. Hay que hacer una autocrítica porque la CONADEP no la integró el peronismo. Los derechos humanos no se empezaron a violar en el '76, porque la Triple A estaba antes. Si hubiera autocrítica no hubiera pasado esto.
—¿La autocrítica incluye las leyes de Punto Final y Obediencia Debida?
—La ley de Punto Final puso una fecha tope para las presentaciones. Si no los jueces no iban convocar lo que nunca convocaron, e iba a ser un desfile de militares por tribunales. Y en cuanto a la Ley de Obediencia Debida, dentro del partido hubo posiciones encontradas. Alfonsín lo reconoció. Fue una necesidad de coyuntura, por eso después Alfonsín no se opuso a su derogación. Ahora tenemos un candidato a Presidente que bardea lo que está definido como un delito de lesa humanidad diciendo que es de lesa humanidad la pandemia.
—¿Se pueden caer los consensos básicos sobre lo sucedido en la dictadura?
—Creo que a partir del Juicio a la Junta había un consenso sobre lo sucedido. Hay fallos de la Justicia confirmados por la Corte. Está confirmado que hubo un plan sistemático de desaparición de personas y hay una amplia mayoría que está de acuerdo. Si ganan Milei y Villarruel sería un retroceso inadmisible.