Carta a las trabajadoras y los trabajadores de Argentina:
Los dueños del poder toman decisiones que afectan nuestras vidas todos los días. Suben los precios, especulan, fugan divisas, presionan a los gobiernos, entre otras acciones. Los y las trabajadoras que salimos todos los días a ganarnos la vida, sólo podemos intervenir masivamente en igualdad de condiciones una vez cada dos o cuatro años. En unos pocos días vamos a tener la oportunidad de definir con nuestro voto si seguiremos teniendo una Argentina con educación, con salud, con derechos sociales y con jubilaciones garantizadas por el estado.
Hace exactamente 30 años participamos de la última gran marcha del movimiento obrero encabezada por Saúl Ubaldini. Fue en noviembre de 1990 para intentar frenar las privatizaciones del gobierno menemista. Y fuimos derrotados. Tres años después se completaba la estafa al pueblo argentino con la privatización del sistema jubilatorio. El saldo de esa derrota fue el desamparo de nuestros jubilados, la pérdida de 150.000 puestos de trabajo y la entrega del patrimonio nacional de nuestras empresas públicas, que fue la condición para acceder a los dólares que permitieron la ficción del 1 a 1 hasta que estalló la convertibilidad. El precio pagado en términos sociales se fue dimensionando en los años siguientes cuando el desempleo llegó al 23 por ciento y la pobreza al 60.
Hoy es cierto que tenemos problemas. Los precios aumentan y los salarios van de atrás. Pero lo que propone Milei no es solución, es una ensalada de las medidas económicas de la dictadura, del menemismo y del macrismo. Todo lo que ya fracasó. La apertura indiscriminada de las importaciones llevara a la quiebra a las pymes que producen para el mercado interno. Esto más la ruptura de relaciones con China y Brasil, nuestros principales socios comerciales, provocará la pérdida de cientos de miles de empleos vinculados a las exportaciones. La reducción del 15 % del PBI en gasto público desmoronará los sistemas públicos de educación y salud y generará más despidos directos en el Estado e indirectos en la obra pública. A todo esto, se sumará el efecto de la caída en el consumo que resultará de estos trabajadores sin empleo. La hiper-desocupación será inevitable.
Las protestas sociales también. Por eso hablan de reprimir la resistencia a esas políticas económicas que pretenden aplicar, como declaró el hijo del genocida Ricardo Bussi, apelando a la amenaza de usar hasta a las Fuerzas Armadas. Lo que demuestra que el negacionismo de la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel no es el capricho ideológico de reivindicar fantasmas del pasado sino la justificación para abrirle el paso al autoritarismo.
Tenemos la oportunidad de evitar que el círculo se cierre asfixiando nuestro desarrollo económico y nuestra democracia. Una parte importante de nuestro pueblo viene haciendo un enorme esfuerzo por sumar voto a voto, en cada barrio, en cada lugar de trabajo, en cada casa un granito de esperanza. Este domingo 19, vayamos a votar a Sergio Massa y no dejemos pasar la oportunidad de intervenir en la historia para asegurarnos la posibilidad de un futuro mejor.
* Diputado nacional UxT. Secretario general CTA de los Trabajadores.