Atada a unas tablas, una mujer con el cuerpo picaneado, deformada hasta el abismo brutal. Su cabello rubio está quemado; su rostro, deformado; su cuerpo, lacerado. Junto a ella están sus verdugos. Nos encontramos frente a “La torturada” (1976), de Antonio Berni, en La guerra, exhibición en Cosmocosa, con curaduría de Amparo y Teo Díscoli, directores de la galería. Se trata de una pieza de grandes dimensiones que alude a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar. Es un ensamblaje que permaneció oculto en París hasta la muerte del artista. Luego, estuvo en la casa de Lily, su hija. Sólo fue exhibido en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, en 2006, como parte de la muestra Sucesos argentinos, curada por Fernando García, biógrafo del artista. En Buenos Aires nunca antes se exhibió.
En la parte inferior de la obra, debajo de la mesa donde uno de los torturadores sostiene la picana, Berni incluyó un verso en francés de Nazim Hikmet, reconocido poeta y dramaturgo turco del siglo XX. “Y al amanecer, al amanecer y al amanecer, una prisionera, atada a la mesa con correas, tumbada boca arriba, con los pechos salpicados de sangre, es interrogada en el fondo de un sótano. Los torturadores fuman cigarrillos. Uno es un chico de veinte años; el otro tiene sesenta. Tienen las camisas sudadas, las mangas arremangadas y las espadas y los electrodos están usados”.
En la galería se presentan tres pinturas con ensamblajes y una serie de dibujos. Berni hizo estas obras en sus últimos años de vida, cuando llevó el ensamblado a su máxima expresión: “La torturada” –dice José Antonio Berni, hijo del artista, que su padre la había titulado “Confesión lograda”–, “La guerra” y una pintura sin título. Si bien no hay ninguna documentación de esta última pieza que consigne que fue pintada en alusión a los vuelos de la muerte, no puede leerse fuera de la clave social argentina. La conexión resulta inevitable.
Algunos sostienen que la mujer en la playa, junto al río, es la última pareja de Berni. “Es su última obra, está inacabada”, dice el historiador de arte Roberto Amigo, quien en su exhibición Berni: narrativas argentinas, en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2010, incluyó esta pieza. Además Amigo, quien en este momento está al cuidado de Red Pallière en Colección Fortabat, señala que el avión que sobrevuela la figura es comercial y que la figura en el piso, al lado del agua, tiene los pies en una posición que no es la de una persona muerta.
“Estas tres piezas pertenecen al momento de ensamblaje extremo que caracteriza a Berni a partir de Juanito y sobre todo de Ramona. Lo que normalmente se llama collage, en realidad son ensamblajes, que van mucho más allá del collage. Ese es un proceso que Berni empezó en los años sesenta y que fue en in crescendo hasta las últimas obras que hizo en 1980 y 1981. Son ensamblajes exagerados que normalmente se catalogan como collage pero que lo exceden. Tiene que ver con el ensamblado que ya Robert Rauschenberg había empezado a utilizar en Estados Unidos a fines de los ’50 y principios de los ’60”, señala Marcelo Pacheco, especialista en la obra de Berni y quien catalogó los dibujos exhibidos en Cosmocosa. Cofundador y director de la Fundación Espigas y su Centro de Documentación para la Historia de las Artes Plásticas en la Argentina (1993-2002), Pacheco fue curador en jefe del MALBA. Es autor de Berni, escritos y papeles privados (1999), entre muchos otros libros.
Con sus estremecedores collages, Berni alcanza un expresionismo extremo. “Algo que caracteriza a Berni en todas sus producciones es su extremosidad, es algo característico de él desde sus primeras obras. Su surrealismo fue extremo; su realismo crítico fue extremo; su pintura nacional de los años cuarenta y los pueblos bonaerenses de los años ’50 fueron de una metafísica extrema”, señala Pacheco. Y añade: “Afila sobre el borde y pega el salto. Por eso llama tanto la atención y molesta tanto en el ámbito europeo y norteamericano. Les resulta demasiado. Todo es en demasía. Por eso con Berni hay tantos problemas para ubicarlo internacionalmente. Cruza la raya, que es lo que ocurre con varios artistas argentinos. Yo siempre he sostenido que el vaciamiento de la palabra que aparece en mucha de la literatura argentina obligó a que las artes visuales fueran más extremas. Tomaran el relato como una cuestión cotidiana. Fueran extremadamente literales. Con una carga y un subrayado especial y particular que no aparece en mucha de la literatura. Como si la palabra hubiera estado borrada y tachada en la Argentina. Y en cambio la construcción visual hubiera explotado”.
Este es el caso de la pintura “La torturada”. “Aún en los lugares en los que ha habido más realismo expresivo o expresionismo extremo en EE.UU. o en alguno de los países de América central o Perú, ‘La torturada’ es obra del límite. Pero habla del límite habiéndolo cruzado. Y eso exaspera. Eso para la mirada local y para la mirada extranjera resulta una explosión o una implosión de la imagen, que es difícil de asimilar. Es finalmente lo que pasa con ‘Manifestación’ o con ‘Desocupados’ alrededor del realismo mexicano también. Va más allá porque cruza la metafísica con el realismo: termina siendo un tipo de pintura que va más allá de lo que es el programa crítico del muralismo mexicano”, afirma Pacheco.
Se exhiben también dibujos de la serie dedicados a la Guerra de Corea, a la Guerra de Vietnam, a la Primera Guerra Mundial, a las dictaduras Latinoamericanas y al terrorismo de estado en Argentina. Fueron exhibidos por primera vez en 2016 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires bajo un exhaustivo trabajo de investigación de Pacheco, quien clasificó el prolífico material que dejó Berni.
Logró identificar uno por uno los hechos a los que se aludían en cada uno de los papeles. Son cientos de dibujos que Berni dedicó a momentos de violencia en el siglo XX. Para analizar el tema que aborda cada dibujo, Pacheco busco material en el archivo de Berni y en la iconografía de época. Así llegó a descifrar el tema en cuestión de cada trabajo. Buscó señales que permitieron distinguir si era de la época de Corea, de Vietnam o del terrorismo de estado local, un tema que hoy se resignifica y que vuelve a ocupar el centro de la escena con las posturas negacionistas y de reivindicación de la dictadura desde La Libertad Avanza.
Para clasificar cientos de dibujos, y determinar a qué conflicto bélico hacen referencia, Pacheco llevó adelante un trabajo de análisis y comparación con imágenes de archivos de guerra. Para hacer esta clasificación indagó en cómo era el artista: “La cabeza de Berni era como una gran esponja que absorbía todo. Tenía una memoria visual excepcional: captaba del mundo del arte, de la gráfica, del periodismo, de la fotografía”. Su archivo fotográfico incluía reproducciones con material visual de diarios, revistas de todo tipo y fotos que tomaba con una cámara que compró en París. Se nutrió de fotos de guerra que recorrieron el mundo, del arte de todos los tiempos, de los conflictos sociales de su época. Hizo murales, escenografías, decoraciones para espectáculos callejeros, ilustraciones para medios gráficos, participó en salones nacionales.
También sus cristos crucificados en el interior de un departamento o en un garaje son de su última época. “Aluden a la gran crucifixión argentina que comenzó con el golpe de estado de 1976 y a la represión general desde la Triple A”, señala su hijo José Antonio. Berni también respondió con la iconografía cristiana en 1981, cuando realizó dos grandes composiciones, “Apocalipsis” y “Crucifixión”, que decoraron la capilla del Colegio San Luis Gonzaga de Las Heras. Modificó los temas tradicionales de la iconografía cristiana con guiños a preocupaciones contemporáneas. La pasión de Cristo representa el sacrificio de aquellos que luchan por ideales de justicia. También muestra la tendencia a crucificar a todo aquel que se diferencie del común.
A pesar de no creer en dios, Berni leía la Biblia. Reactualizó la iconografía religiosa. Sobre la ‘Crucifixión’ que pintó en la Capilla Instituto San Luis Gonzaga, en General Las Heras, dijo: “La crucifixión está sobre la tierra, no está en el cielo. Es el Cristo que ha bajado a la tierra en medio de los hombres”.
La muestra La guerra, de Antonio Berni, se puede ver en Cosmocosa, Montevideo 1430, hasta el viernes 24. De lunes a viernes, de 14 a 19. Gratis.