Augusto De Bernardi tiene 21 años, nació en La Pampa, y es nieto de un coronel retirado condenado por crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico militar. Es, además, integrante de Historias desobedientes, la agrupación conformada por hijas, hijos y familiares de personal de las fuerzas armadas que condenan su accionar. 

En diálogo con AM750, De Bernardi contó su historia y cómo se enteró del pasado de su abuelo: "Fue en 2016, yo tenía 15 años. Un día volví del colegio y en mi casa estaba esperándome mi mamá para contarme que a mi abuelo lo estaban trasladando a San Luis, que iba a ser juzgado en una causa de lesa humanidad y que ella no tenía ningún otro dato", reveló. 


El abuelo de Augusto está acusado de ser autor mediato en las torturas y asesinatos de dos personas durante un viaje por San Luis y, además, por ser integrante en calidad de jefe de una asociación ilícita. 

Para Agusto fue "un baldazo de agua fría", visitó a su abuelo en la cárcel muchas veces mientras avanzaba la causa. Él le decía que todo era mentira, que estaba ahí por una injusticia, por una cuestión política, y que no creyera lo que escribía o decía la prensa. 

"Yo desconocía absolutamente todo en relación a dictadura argentina. Era un tema que no se tocaba en el colegio y en mi casa no se hablaba", contó el joven en Aquí, allá y en todas partes

Un día, antes de ir a visitarlo al penal de San Luis, Augusto, que estaba sólo en la habitación de hotel, decidió saber más: "Sabía que al lado del televisor estaba el cajón con las audiencias del tribunal oral. Por curiosidad puse el cassette y casualmente era la declaración de un hermano de las personas damnificadas por mi abuelo", dijo.

Y continuó: "Terminó con el testimonio de la madre, que fue el más desgarrador de todos, diciendo lo que sentía por la pérdida de su hijo, fue en ese momento en el que algo empezó a resonar en mi". 

Ese día se animó a preguntarle a su abuelo por qué estaba preso y qué había pasado durante la dictadura en Argentina: "No me pudo responder nada, simplemente me miró, hubo unos minutos de silencio, y en esa mirada recibí las respuestas que necesitaba. Pude ver el odio y la deshumanización. Fue ahí cuando me cayó la ficha y dije: 'yo no quiero replicar esa mirada'", concluyó.    

Agusto es uno de los nietos y nietas de genocidas que prestaron su testimonio para la campaña "Ser familiar de un genocida no te hace cómplice", una propuesta de la Secretaría de Derechos Humanos que pone a disposición una línea de atención gratuita para familiares de uniformados responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura. La propuesta prevé brindar asesoría, acompañamiento psicológico y gestiones administrativas.