Este viernes se realizará la iteración local del Festival de Fado, el encuentro que promueve la cultura portuguesa en 17 ciudades de Europea, Asia, África y América Latina. En la Argentina se celebrará en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151) desde las 14.30 con la proyección del documental Guitarras à Portuguesa (de Ivan Dias). La actividad seguirá luego con un taller que retomará ese instrumento, tan característico del fado, a cargo del eximio guitarrista portugués Bernardo Couto. El mismo Couto ofrecerá luego un concierto. A las 19 actuará la ascendente Cuca Roseta (que ya tiene premios internacionales y trabajó con figuras como Gustavo Santaolalla, Bryan Adams, Jorge Drexler y Niña Pastori, entre otros) y finalmente a las 21 un cierre a cargo de Cristina Branco, una de las exponentes más destacadas del género y una de sus voces renovadoras.

En medio de una gira intensa y como antesala del Festival, Branco dialogó con Página/12. La cantante acaba de publicar Mãe, un disco en el que vuelve a la raíz del fado –versionando clásicos y también ofreciendo músicas propias y de los músicos que la acompañan-. Un disco para el que, explica, necesitó un largo camino de explorar también sus intereses en otros géneros y, sencillamente, vivir para entender. Mãe, que en portugués significa “madre”, pero no alude a su experiencia con la maternidad, sino al rol fundante de la música como origen de su arte.

En su show en Buenos Aires, Branco recorrerá ese disco y también otros hitos de sus 17 álbumes publicados, incluyendo tangos, una de las tantas músicas que tocó en su deriva por otros géneros.

-Alguna vez te definiste como “hija adoptiva del fado”, ¿cómo es eso?

-Porque yo no soy de Lisboa y he hecho otras cosas también. Entonces siempre me sentí como alguien que estaba a veces afuera y muchas veces dentro del género. Mis colegas me respetan y les gusta lo que hago, pero soy siempre alguien que viene de afuera.

-El fado es muy tradicional, pero a vos se te considera una renovadora. ¿Cómo es transitar esa tensión?

-Es que yo no creo en una música que sea hermética. La música es algo que está vivo, que tiene que evolucionar con la gente, con la vida. Si quieres hablar de tu tiempo, de tu gente, tienes que evolucionar con ellos. Entonces para mí la música no es estática. Claro que tienes un respeto por la tradición porque es la base de todo, es la raíz, pero siempre con esto en tu cabeza tienes que intentar ir más lejos. En la música para mí si no evolucionas, vas a morir.

-¿Cómo trabajás sobre el fado?

-Bueno, con esta apertura al mundo siempre estás sufriendo influencias de todo y en mi caso en particular creo en la capacidad de comunicación con la gente, con las culturas y que todo te pueda tocar. Para mí es pensar en temáticas para nuevos discos, pensar en músicos para trabajar, pensar en influencias de otras músicas, de otros géneros para traer a mi fado. Así es como me encanta construir los discos. Es una línea musical que ya tiene como 26 años. Tengo la intención de permitir que otras cosas puedan influenciar mi fado, que no sea solo tradicional. Estoy construyendo un fado alrededor de la tradición pero de una forma muy particular.

-¿Cómo cambió tu mirada sobre ste género desde tus comienzos hasta ahora?

-Es curioso. Al principio me imaginaba como una cantante de fados porque me enamoré de la voz de Amália Rodrigues. Con el paso del tiempo, con todo esto que hablamos sobre otras influencias, la forma de ver la música, la forma de sentirla, muchas cosas me han cambiado. Y también mi edad: tenía 25 años cuando empecé, ahora tengo 50 y durante todo este tiempo llegué a comprender, enterarme y amar enormemente el fado. Entonces antes yo creía que era una cantante de fado, pero no. Ahora ya lo tengo adentro. Ahora entiendo que es algo realmente mágico y que hay cosas que no se explican, hay que vivirlas y así me he pasado 25 años de aprender a vivirlo y a cantarlo.

-¿No se puede ser joven y ser fadista?

-Es una buena pregunta. Hay muchas teorías, pero yo creo que no. Creo que necesitas la experiencia. Mira, la voz está dentro de ti, es un instrumento. Y puede ser un instrumento increíble a tus quince años pero cantar fado no es solo tener un instrumento como la voz, hay mucho más, y para eso hay que vivir, hay que experimentar: la forma como tú te inquietas con la vida es importantísimo para ser un buen fadista.

-En 25 años no sólo cambiaste vos como cantante, también cambió el fado. ¿Cuál es la situación actual del género?

-Ahora el fado es patrimonio de la humanidad, tal como el tango. Tienes mucha gente joven experimentando cosas, que prueban muy lejos de la tradición. Experiencias que muchas veces no resultan, pero es importante hacerlas. Me parece que hoy el fado está evolucionando, pero que no debe perder la matriz.