Como si fuese una maldición enviada por el mismísimo José Alberto Iglesias, hace treinta años Fernando Barrientos debió padecer la presión del éxito masivo gracias a una canción que parecía ajena, y luego preocuparse por el vacío posterior. Su hoy clásica versión de “Presente”, de Vox Dei, publicada en la banda de sonido de Tango feroz, en 1993 convirtió la voz de este mendocino de entonces treinta años en un sonido familiar para los hogares argentinos. Tan reconocible como el teclado que tocaba Mario Parmisano. Una música que copó radios y todavía es banda de sonido de actos escolares organizados por docentes vintage que disfrutan de programarla antes o después de “Brillante sobre el mic”.
Pero el megaéxito que generó la película de Marcelo Piñeyro también provocó episodios en los que Barrientos (que en ese momento formaba parte del dúo Caín Caín, junto a Daniel Martín) tuvo coincidencias con el propio Iglesias, alias Ramsés VII, Tango o Tanguito. “No me hagas cantar eso”, suplicaba Tango en 1969, durante las sesiones de los estudios TNT donde registró de manera precaria las pocas canciones que ayudaron a inmortalizarlo. Se lo pedía a los que lo rodeaban, que le insistían para que cantara “La balsa”, tema que había compuesto junto a Litto Nebbia. Entre ellos estaba Javier Martínez, que tras escuchar aquella negativa pronunció una frase que lo identifica tanto como el estribillo de “Jugo de tomate”. “Escuchame, 'La balsa' es tuya”, le dijo, y luego arrancó con su famoso loop imperativo: “En el baño de La Perla de Once compusiste 'La balsa'. En el baño de La Perla de Once compusiste 'La balsa'. En el baño de La Perla de Once compusiste 'La balsa'”.
Más de medio siglo después de ese momento, Fernando Barrientos está sentado en una pizzería de Villa Crespo. Ya tiene sesenta años y mantiene algo del pelo largo que ostentaba en aquellos años de furor de la película. Está en Buenos Aires de paso, en un parate entre los recitales que da en estos días por distintos escenarios. Anoche estuvo en Escobar. Mañana estará en Rosario. Es un día de semana de noviembre de 2023 y Barrientos recuerda que en los shows que dio tras el éxito de Tango feroz, siempre terminaba tocando “El amor es más fuerte”, la canción que él mismo compuso junto a Daniel Martín para reemplazar a “La balsa”, que Nebbia no cedió para la película.
“Si hubieran permitido los derechos no hubiera existido 'El amor es más fuerte'. Esa canción cumple el rol de 'La balsa'”, explica Barrientos, que no puso su voz para esa canción. “El amor es más fuerte” en sus dos versiones (rockera, casi punk, y folk) fue interpretada por Ulises Butrón. Pero durante toda la gira posterior que Caín Caín y La Guardia del Fuego (la banda de Butrón) realizaron por el país, convocando a miles de personas por noche, o en sus recitales solitarios, Barrientos la cantaba. “Y sí, si es tuya”, se dice ahora a sí mismo, como si Javier Martínez y Tanguito convivieran en un solo cuerpo. “Nosotros, obligados, hacíamos 'Presente'. Pero siempre terminaba cantando con la guitarra acústica 'El amor es más fuerte'. Era tan loco ese momento, era tanto el éxito, que la gente iba más... (Piensa) No iban a ver los grupos. La gente quería revivir las canciones, pero estaban más cerca de ver a Fernán Mirás y a Cecilia Dopazo que a las bandas”, cuenta.
LEYENDA EXTRAÑA
Tango feroz, la leyenda de Tanguito le dio al rock argentino una nueva etapa de popularidad. Fue un momento bisagra de revitalización de la escena y de reivindicación de los artistas pasados. Tan importante, que se lo puede ubicar junto a otras pequeñas revoluciones, como el furor provocado durante la Guerra de Malvinas tras la prohibición de la música en inglés, en 1982, y el arribo de la radio Mega, en 2000. La versión de “Presente” fue uno de los mayores éxitos. Hasta el propio Ricardo Soulé, autor de la canción, se sorprendió cuando Daniel Martín le relató lo que pasaba durante un encuentro mantenido en Madrid después del estreno. De golpe, todos escuchaban las canciones del primer rock argentino, el que se volvió una cultura propia y no quería cantar en inglés ni hacer covers adaptados. Antonio Birabent versionaba a su padre, Moris, con “El oso”. Ulises Butrón cantaba “Me gusta ese tajo”, de Pescado Rabioso, y le ponía la voz a los dos únicos temas de Tanguito que aparecían en la película: “Natural” y “Amor de primavera”.
Pero Tango feroz, con guión de Piñeyro y Aída Bortnik, se tomaba demasiadas licencias. Fernán Mirás interpretaba a un rockero rebelde contrario a la policía que se peleaba con todos por hacer sus canciones y tenía una potencia arrolladora. Un líder bravucón a lo Luca Prodan. El verdadero Tanguito era otra cosa. Ya desde las fotografías que le tomaron cuando era uno más de los náufragos que andaba por La Cueva o dormía en el arenero de Plaza Francia, se veía que José Alberto Iglesias era un artista diferente al personaje de los cines. Su mirada, entre extraviada y triste, lo hacía parecer como lo que fue: un hippie inofensivo que jamás pudo hacer frente a ninguna autoridad. Mientras los demás fundadores del rock local se ponían a cantar hasta cuando iban presos, Tanguito transitaba por una subtrama oscurísima. Era esclavo de una adicción que no lo soltaba. Dejaba sangre en baños ajenos, bajaba de peso, andaba de acá para allá en taxis a los que le pagaba con su guitarra o con pilas de discos, si es que les pagaba, y cantaba versos cada vez más inentendibles, mientras perdía para siempre su estatus de rockero diferente al resto. Tanguito fue reducido espiritualmente por las constantes caídas en la cárcel o en hospitales psiquiátricos, hasta que terminó debajo de una formación del tren San Martín, en algún lugar entre Retiro y Palermo, en mayo de 1972, cuando tenía 26 años. “No era un tonto, sabía dónde estaba parado, pero en un momento perdió el sentido de sí mismo”, le dijo Moris al periodista Víctor Pintos en el fundamental libro Tanguito, la verdadera historia.
“El productor de la película, Claudio Pustelnik, nos produjo un disco a los Caín Caín que finalmente, por problemas económicos, no se editó. De ahí nos conocía. Cuando él se involucró con Marcelo Piñeyro para hacer la peli, surgieron los problemas con los derechos. Eso nos permitió intervenir”, recuerda Barrientos. Martín y Barrientos se encargaron de “Presente” y aportaron “El amor es más fuerte”, que con su letra no recordaba tanto a “La balsa”. “La escuela nunca me enseñó/ Que al mundo lo han partido en dos/ Mientras los sueños se desangran/ Por nada”, escribieron. Esos versos estaban más cerca de “Ayer nomás/ En el colegio me enseñaron/ Que este país es grande y tiene libertad”, el irónico inicio de “Ayer nomás”, de Moris, con letra de Pipo Lernoud, otro de los temas emblemáticos de los inicios del rock argentino. Caín Caín también era responsable de “Tango feroz”, el blues que abría la película y que el grupo grabó en su disco debut homónimo publicado en 1993, luego del éxito del film.
REINVENCIÓN Y VUELTA
“Ya cuando produjimos nuestro segundo disco se terminó el interés. Inclusive participamos en la banda de sonido de Caballos salvajes, la segunda película de Piñeyro. Nuestra canción no entró en la peli, pero está en la banda de sonido. Ahí la gente ya estaba en otra cosa. Teníamos que retomar y empezar a hacer nuestras canciones”, dice Barrientos. “Contá con mi corazón”, fue el tema de los Caín que formó parte de Caballos salvajes, de 1995, que musicalmente fue dominada por “Algún lugar encontraré”, de Andrés Calamaro. Ya eran momentos diferentes. “Al principio fue preocupante, porque dijimos: ‘Me parece que si no cantamos toda la vida 'Presente'...’ Y al principio fue fuerte, fue un shock, pero después se fue readaptando y bueno, no con la magnitud de aquello, pero había un circuito de trabajo y los recitales estaban copados”, sigue.
A principios de siglo, Fernando encaró un nuevo proyecto, otro dúo: Orozco Barrientos, junto a Tilín Orozco. El grupo dejaba de lado el rock y el pop y se aferraba a una canción folclórica alternativa que le dio a Barrientos los mayores elogios de su carrera. “Yo nunca me había comprometido con un proyecto folclórico puntualmente. Si bien nosotros no somos folcloristas, empezar a cantar y componer tonadas, cuecas, algunos gatos, era ciencia ficción para mí”, sigue Barrientos, que se crió en su casa de las afueras de la ciudad de Mendoza, entre canciones de Sui Generis, Pescado Rabioso, León Gieco y Víctor Jara.
El estilo de Orozco Barrientos, que planea un disco para 2024, impregnó el resto de las canciones que siguieron en la carrera de Fernando. En 2017 lanzó Cuchi Violeta 100 años, junto a Mariana Baraj, con repertorio del Cuchi Leguizamón y Violeta Parra. En 2022 publicó Bermejo from hell, álbum solista producido por Lisandro Aristimuño. Fernando cuenta que Bermejo... es un disco basado en guitarra acústica, guitarrón “y alguna viola vidaleada”. Un trabajo algo oscuro, como si en lugar de musicalizar la película de un rockero urbano fuera el soundtrack de un policial de pueblo guionado por Leo Oyola o Carlos Busqued. Ese rango sonoro se repite en Caseros, su nuevo disco. Un álbum basado en canciones de... Tanguito.
LA HISTORIA COMPLETA
En Caseros, Barrientos se acerca realmente a Tanguito. Se mete en las canciones del disco Tango (1973), en rigor demos registrados para una futura grabación profesional pensada con Los Gatos y Manal como bandas de acompañamiento, y las adapta a su sonido actual. Como si fuera 1992, Barrientos fue convocado otra vez por Claudio Pustelnik, que el año pasado le propuso grabar una versión de “Natural” como homenaje por los cincuenta años de la muerte de Tanguito. “A partir de ahí me volví a meter en su universo, tan particular. Me puse a escucharlo una y otra vez al disco original y empecé a trabajar. Y dije: me parece que le puedo encontrar mi forma de interpretar esta obra, que a mí me parece mágica e increíble. Así que eso le propuse directamente a Claudio, que me puso en contacto con Pelu Romero, que es el director artístico del proyecto, el que convocó a todos los invitados que están en el disco”, dice Barrientos.
Caseros, cuyo nombre se debe a la localidad del conurbano bonaerense de la que era oriundo Tanguito, cuenta con invitados en casi todas las canciones del disco. Florencia Ruiz aparece en una versión spinetteana de "Natural". Rubén Goldín se suma a "Todo el día me pregunto". El mendocino Leandro Lacerna canta en "Despertar de un refugio". "Diamantes de espuma" tiene a Lucy Patané, y "Amor de primavera" cuenta con la gran interpretación vocal de Isabel de Sebastián y Noelia Sinkunas en piano eléctrico. En "Jinete" está Shaman Herrera; en la "Balada de Ramsés VII" canta Lula Bertoldi. "La Balsa" es compartida con Julieta Laso. El disco cierra con "Cerraron sus ojos al cielo", la única escrita por Barrientos. Un tema de 1993 pensado para aparecer en los créditos finales de Tango Feroz y finalmente descartado y guardado hasta su rescate en Caseros. “Es un poco la crónica del último día de Tango, una cosa que funciona como un réquiem”, dice.
Para Barrientos, el disco original de Tanguito es pura libertad creativa plagada de poesía: “Es muy tierno y muy loco ese registro, porque Javier Martínez le dice dale, cantate 'La balsa'. Y él: No, no quiero cantar temas comerciales. Y yo me reencontré con eso. Empecé a hacer las canciones con ese espíritu. Esa rebeldía es la que me llevó también a abarcar la obra del quía”.
Caseros aparece en un momento en el que Tango feroz está otra vez en circulación gracias a su aparición en plataformas y a un documental, Leyenda feroz, que aún no fue estrenado. En este trabajo de Mariano Frigerio y Denise Urfeig, directores de Carroceros (2021), un proyecto similar sobre Esperando la carroza, se contará el proceso de trabajo de la película de Piñeyro. Los Caín Caín se reunieron especialmente para ser entrevistados y para grabar por primera vez una versión propia de “El amor es más fuerte”, un éxito propio que también parece ajeno.