Transporte
El Observatorio Social del Transporte hizo público su cuarto informe sobre el transporte urbano de pasajeros de la ciudad de Rosario, que incluye los resultados de una encuesta dirigida a usuarios del sistema, en el que resaltan fundamentalmente los reclamos por el hacinamiento en los colectivos (86% de los usuarios están nada o poco satisfechos en ese aspecto) y las frecuencias (72% de los usuarios están nada o poco satisfechos). En cambio, la limpieza obtuvo una ponderación mediana, y se ha destacado una significativa aprobación del desempeño de los choferes.
En el marco de una encuesta realizada a 408 rosarinos por el Centro de Mediciones sobre Opinión Pública (CEMOP), entre los días 31 de octubre al 5 de noviembre, solicitamos incluir una serie de preguntas orientadas a conocer la apreciación de los usuarios de colectivos sobre la prestación del servicio. 240 de los encuestados (59% del total) respondieron que viajan al menos una vez por semana en colectivo, y dentro de éstos, el 84% declaró que es su principal medio de transporte (resultando el 49,6% del total del universo relevado).
El elevado descontento con respecto a dos aspectos centrales en la prestación del servicio, como son el nivel de hacinamiento con el que se viaja y la falta de frecuencias, dan carnadura a lo que venimos denunciando desde hace tiempo, basándonos en números oficiales, que es que el sistema ha perdido un 40 por ciento de usuarios y un 40 por ciento de kilómetros de recorridos (y por ende se resintió enormemente en sus frecuencias) en los últimos 20 años. El municipio se encarga cada tanto de mostrar la foto de algún crecimiento interanual de corte de boletos, producto de alguna mejora de la velocidad comercial de las líneas que circulan por los carriles exclusivos, pero oculta la película, que es ni más ni menos que la degradación del transporte público de colectivos de nuestra ciudad en las últimas décadas, que empujó a los usuarios a elegir el automóvil particular, la moto u otros servicios públicos para movilizarse.
Eduardo Toniolli y Fernando Rosúa