Después de diez años, el director y dramaturgo Andrés Binetti se puso al hombro la reelaboración escénica de Nadie Mejora, una obra que se convirtió en insumo, material e inspiración de su nueva creación: Todxs saltan/ Están bien/ Nadie mejora. En esta nueva puesta, aparece la reflexión sobre los vínculos, las formas de conectarse, así como los procedimientos que adoptan los seres humanos para enfrentar la soledad.
Se trata de siete episodios que transcurren dentro de un Call Center de atención al suicida, donde los personajes trabajan, proyectan sus mundos y maneras de lidiar cotidianamente con el suicidio, la soledad y las pequeñas angustias existenciales. El elenco está compuesto por Pascual Carcavallo, Tomás Coxe, Sofía Fernández, Natalia Godano, Malala González, Tomás Landa, Tomás Pippo, Victoria Sarchi y Lucía Tirone, quienes atraviesan desde la comedia momentos que son muy dramáticos.
"Si bien todo está tratado con humor, la obra también tiene un trasfondo que es existencialista”, cuenta Binetti. Además, se tocan temáticas vinculadas al amor, el desamor, el fastidio, el aburrimiento y también la dificultad de trabajar.
-¿Cómo surgió la idea de reelaborar la obra "Nadie Mejora"?
-Se cumplieron diez años del estreno y el mismo elenco me planteó que quería volver. Y a partir de ahí la reelaboramos, empezamos a trabajar con las memorias de lo que quedaba de aquella obra y apareció Todxs saltan/ Están bien/ Nadie mejora. Como el texto original había quedado un poco viejo, sobre todo la parte del audiovisual que en su momento era solo un documental para un canal de cable, lo modificamos para darle actualidad. También el humor lo trabajamos porque había cosas que atrasaban. Hay territorios que repensándolos hoy en día estaba bueno modificarlos y corregirlos porque quedaban viejos.
-¿A qué refiere el agregado del título de “Todxs saltan / Están bien”?
-El cambio de nombre tiene que ver con que la obra no era la misma. Octavio Paz dice "nombrar es amar" y entendíamos que había que cambiarle el nombre porque no era lo que habíamos hecho hace diez años. Y al no ser una reposición ni el mismo texto nos parecía que estaba bien hacer el cambio.
-¿Cómo aparece el humor en un contexto que es tan trágico?
-Por lo menos en el teatro que yo hago, el humor es imprescindible porque genera unas condiciones de recepción mucho más interesantes que si nos ponemos solemnes. La obra no es una comedia, sino más bien una especie de transgénero, trabaja con momentos que son muy humorísticos, y otros que son muy dramáticos. Y a la vez hay algo de la carcajada, que es muy orgánico del teatro y yo trabajo para que esté. Me divierte ver como espectador un teatro donde también me ría.
-¿El humor es algo que suele aparecer en tus obras?
-Sí, me ocupo de que las obras tengan humor. Para mí es una premisa de trabajo, pero no tengo la vocación de hacer comedia, sino que haya momentos de risa. Porque la risa distiende, contiene y provoca un vínculo distinto con aquello que se está espectando. Y me parece que también hay algo de lo popular en la risa que está buenísimo que pase en el teatro, que no le quita seriedad, sino una empatía y un vínculo más honesto con el material.
*La obra puede verse el sábado a las 22 en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636).