En lo que va del año, más del 70 por ciento de los autos que se vendieron en el mercado nacional fueron importados. La mayor parte de esos vehículos provienen de Brasil, lo que provocó que el déficit comercial bilateral se disparara este año. Ante ello, hasta la Unión Industrial Argentina (UIA) salió a pedir por medidas que frenen importaciones. Más allá del desapego que tiene el Gobierno por las medidas de protección comercial, no es un mundo sencillo para la política proteccionista: así como Argentina debió desarticular el sistema de Declaraciones Juradas de Importación (DJAI) ante el fallo en contra de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ahora le tocó a Brasil: el organismo vetó el plan Innovar Auto, de apoyo a la industria automotriz brasileña. Las terminales automotrices radicadas en la Argentina, en privado, celebran el fallo de la OMC porque a corto plazo les viene bien, aunque reafirme la vigencia del liberalismo a ultranza que en definitiva pone trabas al desarrollo industrial nacional.
Según los datos de Adefa, en ocho meses las terminales vendieron a las concesionarias 564.256 autos. De ese total, apenas 165.149 fueron nacionales, el 30 por ciento, y el 70 por ciento importados, como resaltó el CEPA ayer. El año pasado, la relación en ocho meses se mantenía en un 40 (nacionales) frente al 60 por ciento de importados. Si bien el peso del importado es estructuralmente alto, este año se registra un récord.
Los modelos brasileños más vendidos en el mercado local son el Volkswagen Gol, Chevrolet Onix, Peugeot 208, Toyota Etios, Ford Fiesta, Chevrolet Prisma, Ford Ka y Ford EcoSport. También el Renault Sandero y el Fiat Palio, modelos que se producen tanto en la Argentina como en Brasil. Además de los autos que las terminales comercializan en el mercado mayorista (las concesionarias) también están los importados de marcas que no están en el país, como por ejemplo el Jeep Renegade (5029 unidades vendidas en ocho meses), Nissan March (3761), Nissan Versa (2054) y Chery Tiggo (1807).
La señal de alerta por el lado de las importaciones podría suavizarse si las exportaciones argentinas de autos también mostraran una dinámica alcista. Sin embargo, esto no sucede. Entre enero y agosto se exportó el 43 por ciento de los autos producidos, por encima del porcentaje de 2016 (38 por ciento) pero inferior a 2015 (48,0), 2014 y 2013 (55 por ciento).
El deterioro del comercio exterior en el sector automotor explica buena parte del crecimiento del déficit comercial con Brasil. En relación a esto último, la propia UIA pidió días atrás que el Gobierno implemente barreras no arancelarias para equilibrar el comercio. El Gobierno viene aplicando cierta defensa a través de las licencias no automáticas y con medidas muy puntuales, como la reciente presentación de un reglamento técnico para la comercialización de radiadores de aluminio utilizados en calefacción. A la vista de los hechos, es insuficiente.
Más allá de que el Gobierno no parece estar convencido de la estrategia de protección comercial, es complicado para aplicar ese tipo de medidas. Las DJAI que sostenían la administración de comercio de la Argentina fueron eliminadas luego de un fallo adverso de la OMC y ahora le tocó el turno a Brasil. A partir de una denuncia de la UE y Japón, la OMC instó al país vecino a retirar “aquellas exenciones, reducciones y suspensiones fiscales” otorgadas en una serie de programas estímulo, entre ellos el Innovar-Auto, para la industria automotriz. Los empresarios locales dicen que “lo de la OMC no nos perjudica, al contrario. Ellos captaron un montón de inversiones a través de ese plan”. Brasil lanzará un nuevo programa llamado “Rota 2030” por cual intentaría incentivar a su industria con una pátina vinculada a la eficiencia energética y el cuidado del medio ambiente.