El arpa de Sonia Álvarez une mundos. Puede, de una y en la misma noche, dejarse acompañar por la guitarra blusera de David Lebón, y a la vez encarar con talento y detalle algún clásico del folklore vernáculo, narrar historias “al arpa”, y mostrar que también está atada a las fuentes, visitando “Pájaro Campana”, la gema arpística del paraguayo Félix Pérez Cardozo. Así será pues, la convivencia sagrada que expresará justamente este jueves a las 20 horas, en el ND Teatro (Paraguay 918) a través de un concierto que dio en llamar “Eterno”. “Además de ser el nombre de uno de los nuevos singles que voy a estar presentando en el show, me gusta esta idea de `show eterno`”, se manifiesta Alvarez que saldrá a escena acompañada por su banda estable: Alejandro Franov, en piano; Christine Brebes, en violín; y Camilo Carabajal, en bombo.

Sonia es cantante, es instrumentista y es, fundamentalmente, una compositora que juega intrépida y sin temores a romper con los límites de un instrumento usualmente utilizado como puente sonoro entre el hoy y la Grecia clásica, las músicas del renacimiento, o sus resonantes bajadas paraguayas. En efecto, dada su versatilidad, ha sido convocada en diferentes mojones de su trayecto por Gustavo Santaolalla, León Gieco, Las Pelotas, Hilda Lizarazu, Lito Vitale –quien también tocará en el show del jueves-, Elena Roger, Daniel Melingo, Fernando Kabusacki y Fabiana Cantilo, entre otros y otras
Lleva en sus alforjas además, tres discos publicados a la fecha -PaisajesTiempos y Destellos- y un precoz arranque como arpista. “Tenía 7 años, cuando toqué por primera vez el arpa. Fue en la Casa Paraguaya de Buenos Aires, luego de ver a una chica tocar en vivo. Esa chica después sería mi profesora”, cuenta Álvarez cuyos referentes en el rubro son Luis Bordón, Ismael Ledesma, y Deborah Henson Conant. “Y acá me ven, pues, con treinta años tocando el arpa. Por supuesto que comencé tocando música paraguaya, porque es en ella donde están todas las técnicas y recursos del instrumento. Pero después incursioné en el folklore argentino y en la música latinoamericana, hasta que en un momento sentí la necesidad de empezar sacar a la luz mis propias canciones”.

Sus canciones propias, en general, respiran una mezcla entre livianos aires campero-litoraleños, y espesos vientos urbanos. “La verdad es que amé el rock desde chica, y siempre tuve una atracción muy especial por la música inglesa. Sentía cierta melancolía escuchándola, que luego me llevó a volcarla al instrumento”, admite la arpista, que abre el abanico de sus influencias a Charly García, The Beatles, The Cure y Luis Alberto Spinetta.
-A propósito de Spinetta, recreaste “Barro tal vez”. ¿Cómo trabajaste la versión? ¿por qué te metiste en ella?

-Porque amo a Spinetta, amo al folclore y esta canción emblemática reúne las dos cosas. Puntualmente, un día sentí la necesidad de hacerla porque, como decía el Flaco, "si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro". Fue la necesidad que también me llevó a componer el tema “Piel”.

-¿Inspirada en qué?
-Bueno, “Piel” nace a partir de una pequeña historia de amor, en la que fusioné el sonido del arpa con mi voz. A la hora de grabarla, decidí que Alejandro Terán hiciera los arreglos para cuarteto de cuerdas y efectivamente así suena junto al arpa eléctrica y mi voz. En verdad, meterme en este otro terreno fue un gran desafío. Amo tocar, cantar y aportar siempre algo nuevo para nuestra sociedad.

El creador y director de la Orquesta Hypnofón se convirtió además en el nexo entre la joven arpista y algunos de los músicos antedichos. “Si bien fue la vida misma la que me hizo incursionar en nuevos terrenos quizás no tan comunes para el arpa, Terán fue el que me abrió un abanico de posibilidades, al presentarme músicos tan importantes de nuestro país como el mismo Santaolalla. Desde ese entonces, empecé a transitar lugares nuevos, y me surgió ese necesidad de, como siempre digo, romper las barreras del instrumento”.