A mediados de los años 40, Lucas Demare y Hugo Fregonese codirigieron Pampa bárbara, western criollo con soldados atacados por la indiada en un fortín fronterizo. Veinte años más tarde, Fregonese dirigió a solas una remake protagonizada por Robert Taylor, y mediando los 90 Edgardo Cozarinsky le puso el borgiano título Guerreros y cautivas a una historia ubicada en medio de la Conquista del Desierto. A esas escasas aproximaciones se reducían hasta ahora los atisbos de un western argentino, género que no se desarrolló en estas pampas por la sencilla razón de que la cultura local vive la expansión blanca del siglo XIX como una culpa y no una épica. Pero nadie dice que todo western deba ser épico. Se podrían concebir, y de hecho existen, western trágicos, autocríticos y hasta satíricos. La cuestión excede el encuadre de esta nota. Presentada en Competencia Argentina en la reciente edición del Festival de Mar del Plata, Fuga de la Patagonia, ópera prima de Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia, se suma a este reducidísimo cuerpo de películas del oeste argentino. El sur, en este caso, para ser más precisos.
Fuga de la Patagonia se basa en el diario escrito por el perito Moreno, que de joven anduvo por la región haciendo trabajos topográficos y fitogeográficos. Amigo del cacique Valentín Sayhueque, en determinado momento Moreno fue hallado culpable de espionaje para el huinca y condenado a muerte, huyendo a través de ríos, bosques y acantilados, en busca de conservar la cabellera. Tal como el título indica, la película de Zevallos y D’Eufemia se concentra –tal como algunos westerns estadounidenses– en esa fuga. Primero, Moreno lo hace junto a dos acompañantes, un blanco y un indio. Luego, solo, perseguido por su propio ahijado, el hijo del cacique, bautizado con su nombre: Francisco Sayhueque. Más tarde por una partida de blancos, y encontrándose en el camino con indios masacrados y los soldados que los masacraron.
La de Fuga de la Patagonia es básicamente una historia de sobrevivencia. Teniendo en cuenta que en términos de producción se trata de un film de tamaño medio, la película es infrecuentemente impecable en todos los rubros. Donde Fuga de la Patagonia se queda corta es en el “relleno” dramático, desaprovechando el carácter trágico de la situación básica, no llegando a establecer relaciones entre los distintos grupos de personajes, por lo cual en términos de historia se diluye. Pero con un buen guion, lo de Zevallos y D’Eufemia promete.
Fuga de la Patagonia, de Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia
Una historia de sobrevivencia
Este artículo fue publicado originalmente el día 1 de diciembre de 2016