El artista colombiano José Alejandro Restrepo, nacido en Bogotá en 1959, es un pionero del videoarte latinoamericano. Su exposición Religión catódica –curada por el crítico Jorge La Ferla– que se presenta ahora en Buenos Aires no sólo da cuenta de su estilo, que podría quizá llamarse vintage por la calidad visual que emplea, sino también de sus preocupaciones para analizar y conceptualizar las corrientes de pensamiento que plasmaron en imágenes indelebles lo que él llama imaginario latinoamericano y también occidental. Un imaginario que da cuenta del poder pero también de su resistencia como sublevación y de sus residuos de exclusión. Un imaginario que reorganiza, en definitiva, la narración de la historia reciente.
Religión catódica antes de ser una muestra fue un libro editado por la Universidad Nacional de Colombia. En él, Restrepo reunió sus inquietudes que derivan, primero, de unos juegos de palabras: catódica-católica /religión-religiosidad-medios y que luego lo llevaron a la compilación de trabajos que indagan la teología política que, según él, también cala hondo en las sociedades laicas. Desde esa perspectiva se aproximó al problema del poder y lo relacionó con cuestiones de la representación que lo llevaron al asunto filosófico de la religiosidad. Desde 2000 en adelante, Restrepo explica que se sintió “interesado en los problemas de la representación iconográfica de la religión y su relación con cierta práctica de la violencia. El comienzo de esto hay que buscarlo –aclara– en la iconografía religiosa y en su historiografía que tienen un tratamiento sobre el cuerpo humano reflejado en los mártires, el dolor y los anacoretas. A todo esto se suma una cierta ambigüedad en la duplicidad expresada, por ejemplo, en el éxtasis como dolor. Aunque no tuve nunca una relación con la fe, no pude dejar de notar cómo esto marcó la historia de América Latina y la de lo que se llama Occidente, insinuando una manera de llevar adelante el poder político”. De este modo el libro se centra en sus investigaciones sobre la historia, los textos de las representaciones evangelizadoras, el discurso de los medios y la lectura crítica de relatos hegemónicos de poder. Rastrea, también, sus obsesiones que se concentraron en los medios de comunicación y en el rito personal que lo llevó a grabar y archivar, casi compulsivamente, las ediciones de los noticieros de televisión durante años. Estos grabaciones fueron la base de la exposición artística previa a Religión catódica. Se trató de Variaciones sobre el purgatorio. Allí recogió en imágenes hechos como la desmovilización de los paramilitares, los ataques a poblaciones colombianas por parte de la guerrilla y las representaciones pictóricas en zonas de coca, entre otras tantas. “Todos ejemplos que confirman que lo real siempre supera la ficción”, arriesga Restrepo.
La muestra Religión catódica, ahonda las preocupaciones expresadas en la muestra anterior a través de 14 piezas de diverso soporte que hacen de la muestra una instalación conceptual y arrolladora.
Restrepo recoge capturas de televisión como parte de esos documentos que sostienen su proyecto para elaborar una serie de obras donde el componente de las figuras arquetípicas del cristianismo como Job, San Sebastián, San Francisco, Simeón el Estilita, el Purgatorio y toda la iconografía del siglo VIII que enfrentó a iconófilos (los devotos de las imágenes) con iconoclastas (los destructores de imágenes).
Ese amor por las imágenes devocionales de los primeros tiene su versión actual en la televisión que hoy ya es más que tevé y se reproduce en otros símiles de pantallas: ipads, celulares, múltiples plasmas. De este modo, una de las videoinstalaciones de la muestra, Iconomía (2000/2013) se puede apreciar sentado frente a dos televisores donde se pueden ver capturas en sucesión aleatoria. Allí se registra tanto la desesperación de quienes quieren a cualquier precio aparecer en las imágenes como la misma desesperación de aquellos que escapan ser capturados por ellas.
Según Jorge La Ferla, “la antológica serie Iconomia-Iconofilia/iconoclastia marca un punto de inflexión en la obra de Restrepo por su amplitud y desarrollo, en el largo proceso de considerar el flujo televisivo como lugar de observación del valor de la imagen, de su culto y condena, pues replica con énfasis las categorías de idolatría, iconodulia e iconoclasia desde su origen religioso hasta una historia reciente que no puede desentenderse del valor de la imagen en el contexto contemporáneo de Colombia”.
La Verónica, otra de las obras de la exposición vuelve a organizarse a través del archivo televisivo del artista y conecta con la iconografía bíblica de la Verónica, la mujer que sostiene el pedazo de tela en donde la huella del rostro de Cristo quedó impregnada. Como resultado de la guerra interna en Colombia, un conflicto que se extendió por más de cuarenta años, miles de personas fueron secuestradas o desaparecieron. No es extraño ver a los parientes de las personas desaparecidas, usualmente madres o esposas, sosteniendo las imágenes de sus seres queridos delante de ellas, o usando camisetas con sus fotografías. Como en muchos otros trabajos, Restrepo usa el mito no como un tema, sino como un recurso para hablar de manera efectiva sobre lo que está sucediendo actualmente.
En Caballero de la Fe el cruce entre lo catódico, lo religioso y la filosofía alcanza un discurrir extravagantemente conceptual. En la obra, se usó el texto clásico de Kierkegaard Temor y temblor, que genera un diálogo transhistórico entre este personaje que va a ejecutar el sacrificio más inimaginable, el pedido que le hace Dios a Abraham de sacrificar a su hijo, como si la orden fuese sencilla de cumplir. “Ese tipo de referencias pueden ser de montaje –apunta Restrepo– pero a veces están dentro del mismo material. Es cuestión de verlos, mirarlos y encontrarlos, porque no siempre son evidentes”. Caballero de la Fe deriva del espectáculo mediático de los trágicos sucesos de 1985 ocurridos en el Palacio de Justicia de Bogotá, cuando luego de ser tomado por un grupo guerrillero fue recuperado por una acción militar que terminó en una masacre indiscriminada. La presencia de la televisión siguiendo los hechos enfrente del ministerio fue parte de un interminable espectáculo en vivo. En medio de la extensa transmisión, una de las cámaras de la televisión ponía el foco en un personaje que, ensimismado, deambulaba por la plaza dando de comer a las palomas mientras seguía el combate en la profundidad de campo y un desencuadre ominoso. Esta elocuente digresión señalaba la acción minimalista de la cámara de televisión que desviaba su observación del frente de batalla dislocando la impronta efectista del espectáculo transmitido en vivo.
Restrepo recupera sagazmente esos breves fragmentos, resignificándolos, desde su identificación y captura hasta el (des)montaje.
En cada obra, Restrepo se empeña con sigilo de artesano en denunciar la violencia en las imágenes que nos invaden cotidiana y catódicamente. Restrepo usa imágenes con la intención de crear un nuevo relato de la historia reciente. No sólo se limita a las imágenes que rescata de la tevé: fiel a sus inicios en el grabado, hace dialogar diversos materiales. Así se aprecia en la obra Materiales para Misión en China que rescata una versión china, a cargo del misionero Giulio Aleni, de los grabados del jesuita Jerónimo Nadal y los cruza con el video monocanal de gimnastas desplegando diferentes coreografías donde prima la fuerza.
La videoinstalación Santo Job (2008) expone un cuerpo en posición fetal cubriéndolo con la máscara del luchador mexicano El Santo. Una sábana sobre el piso recoge su manso movimiento y refleja su cuerpo cubierto de gusanos en constante evolución. Variaciones del Purgatorio I (2011) es un proyecto inmersivo donde el negro de una sala oscura que escupe sonidos aberrantes organiza un espacio, ficción de una posible iglesia donde se va a rezar, quizá rogando lo imposible.
Estas imágenes pictóricas, fotográficas y electrónicas enlazan religión y poder desde una premisa conceptual. “La propuesta es el resultado de una investigación de varias décadas alrededor de la representación de un discurso religioso –concluya La Ferla– plasmado en el conjunto de estas 14 obras, resultado de un proceso artístico basado en las elocuciones de los aparatos ideológicos formulados desde la arenga, la encíclica y el bando militar. Estos, en sus invocaciones divinas, promueven la evangelización del otro; es decir, el enemigo, el extraño, lo diferente, lo divergente. La reminiscencia de imágenes del pasado y los textos de los medios masivos de comunicación funcionan como una base de datos que Restrepo deconstruye en diversas formas y dispositivos. La combinatoria entre las imágenes quirográficas y las maquínicas proceden de un arte de la memoria sobre el poder dominante, que se expresa a través de la política, la religión y la educación: desde las instituciones que lo sostienen”.
Religión catódica se exhibe en el Espacio de Arte de Fundación Osde, Suipacha 658, 1º piso. Entrada gratuita. Hasta el 14 de octubre.