“Viví un año en virtual soledad gracias a Walden: A Game, el juego que transforma al famoso libro de Henry David Thoreau en una experiencia digital reflexiva”, invitan medios anglo al referirse al flamante desarrollo, lanzado el pasado julio para homenajear el 200 aniversario del nacimiento del autor: disidente insumiso de pensamiento trascendentalista, lúcido naturalista, radical activista antisistema. Desarrollo que, como el ensayo clásico en el que se inspira, comienza en el verano de 1845, cuando el filósofo estadounidense se instaló dos años, dos meses y dos días en los bosques cercanos al lado Walden, en una cabaña que él mismo construyó, “porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme solo a los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar”. Pues, usando los mecanismos del videogame para la quietud y la contemplación, “el juego más improbable del mundo”, como lo definiera la revista Smithsonian, invita a seguir los pasos de Thoreau en primera persona: recolectando puntas de flecha, plantando legumbres, tomando notas en un diario personal; aquello mientras se escuchan los sonidos de la naturaleza o, bien, extractos de las meditaciones del autor. Encontrar el balance perfecto es el quid de la cuestión: si el jugador se pasa de trabajo manual, decae su nivel de inspiración (y por tanto, los colores del bosque se desvanecen; las músicas dejan de sonar). A la inversa, empero, corre riesgo de desmayo virtual... “Ganar es alcanzar los propios objetivos”, advierte la diseñadora principal del proyecto, Tracy J. Fullerton, directora del USC Game Innovation Lab, que lleva una década afinando el juego. Y aunque admite que Walden: A Game no es sustituto para la verdadera natura, “al menos permite adentrarse en bosques digitales y dejarse llevar por otro ritmo de vida”. Con todo, ¿Thoreau aprobaría...? En sus palabras, una pista: “Nuestros inventos suelen ser juguetes llamativos que nos distraen de las cuestiones importantes. No son sino medios perfeccionados para llegar a un fin no mejorado, hacia el cual ya era fácil llegar”. Ajá.