Desde Brasilia
Aparecieron las (posibles) huellas del golpe que (seguramente) no serán investigadas. El jefe de los valijeros de Michel Temer, Geddel Vieira Lima, está preso desde el viernes luego de que sus digitales fueron encontradas sobre los fajos de dólares y reales descubiertos en un departamento utilizado como guarida en Salvador de Bahia.
Vieira Lima es un cacique del conservador Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) habituado a comprar aliados e intimidar a sus adversarios. Fue un lugarteniente de Temer en la captación de legisladores para votar el impeachment que derrocó a Dilma Rousseff hace un año. Como todo el mundo sabe, la estrategia de convencimiento de Temer Vieira Lima y el ex jefe de diputados Eduardo Cunha , los tres del PMDB, no era ideológica. Para persuadir a los congresistas se les ofrecían cargos en el futuro gobierno post Dilma y, según las sospechas cada vez más consistentes, también se habría pagado dinero. El empresario arrepentido Joesley Batista, dueño del frigorífico JBS, confesó ante la Procuraduría haber acordado con Temer el aporte de dinero presuntamente destinado solventar la estrategia destituyente.
Mientras por lo bajo se negociaban cargos y compraban adhesiones, en público los mentores del la caída del gobierno democrático participaban en las movilizaciones convocadas en nombre de la moral pública. El año pasado el ahora detenido Geddel Vieira Lima gritó “basta de corrupción” en una marcha a favor del desalojo Rousseff a la que acusó de “denigrar la imagen de nuestro país” por denunciar el golpe ante la prensa internacional. “Eso del golpe es puro lero lero (blabla)” .
Las bravatas de Vieira Lima se complementan con el estilo educado de su jefe Temer tan afecto a declamar su “compromiso absoluto y republicano con las instituciones” en los actos oficiales o cócteles con empresarios.
El jueves pasado el gobernante encabezó el desfile del Día de la Independencia realizado en Brasilia donde se impidió el acceso de los manifestantes, quienes que fueron obligados a corear “Fuera Temer” a cinco cuadras del palco oficial. La fachada democrática tuvo su punto más pintoresco cuando una flotilla de aviones acrobáticos dibujó un corazón de humo en el cielo brasiliense.
Mientras en la Capital Federal las autoridades civiles y militares festejaban el día patrio, en la paradisíaca Salvador de Bahia los peritos demoraron catorce horas para contar los 16 millones de dólares escondidos por Vieira Lima en maletas y cajas de cartón. La imagen, reproducida en medios internacionales, recordaba los escondites donde el colombiano Pablo Escobar Gaviria guardaba su narco-fortuna en los años 90.
El impacto visual de la plata envalijada hasta ahora no motivó la curiosidad de ningún fiscal por saber si existe alguna relación entre esos 16 millones de dólares con la caída de Dilma. Se trata de un indicio plausible si se repasa el modus operandi de los pemedebistas Temer, de Vieria Lima y Eduardo Cunha. En marzo otro maletero presidencial, Rodrigo Rocha Loures, fue filmado cuando caminaba a paso rápido por el centro de San Pablo cargando 165 mil dólares de probables coimas recibidos de la empresa JBS, la misma que habría colaborado financieramente con el golpe. Rocha Loures fue detenido, perdió su cargo como asesor especial de la Presidencia y poco después un juez indulgente le concedió la prisión domiciliaria para tranquilidad de Temer, que temía una delación . Esta semana comenzará a develarse si Vieria Lima se resigna a la prisión y una condena presumiblemente larga para garantizar la impunidad del jefe del gobierno o , como trascendió ayer en algunos medios, optará por contar lo que sabe a cambio de la libertad.
Pero los silencios de Vieira Lima y Rocha Loures no bastan para garantizar la calma en el Palacio del Planalto dado que el cambista Lucio Funaro cerró un acuerdo con la Procuraduría a la que brindó un cuadro minucioso sobre la contabilidad secreta del PMDB, todo lo cual está bajo secreto de sumario.
Ayer algunos medios que tuvieron acceso a las confesiones de Funaro informaron que el arrepentido contó que Eduardo Cunha, ex jefe de Diputados, le solicitó dinero para entregarlo a los congresistas antes de la sesión que decidió el destino de Dilma.
La versión de Funaro, que fue durante años una suerte de valijero de Eduardo Cunha, fue aceptada oficialmente por el Supremo Tribunal Federal. Por lo pronto el Supremo ha sido omiso frente a las denuncias sobre un mercado negro de votos, y nada indica que esa posición cambie en el corto plazo. La mayoría de los jueces alegan que se debe garantizar la estabilidad de las instituciones sin importar que al hacerlo se da cobertura legal al régimen postdemocrático.
La semana pasada fue pródiga en espectáculos políticos ya que el mismo día del desfile en Brasilia se estrenó la película “Policía Federal, la ley es para todos”, una apología del proceso Lava Jato protagonizado por actores de la TV Globo, a cargo de la cual estuvo la promoción del producto que hasta el momento fue un fracaso de boletería.
En cambio hubo mucho público en el avant premiere realizado en hace dos semanas en un shopping de Curitiba donde fue extendida una alfombra roja por la cual pasó el juez Sergio Moro, que es uno de los personajes recreados en el filme. Moro, antes que juez o inspiración de una película, es el personaje más venerado por las derechas que le agradecen su perserverante persecución de Luiz Inácio Lula da Silva. Hace dos meses condenó al expresidentes a nueve años y medio de prisión con base en delaciones de empresarios pero carente de pruebas. Para ponerlo en otras palabras: ni Moro, ni sus fiscales, encontraron valijas o cuentas bancarias atribuidas el líder del Partido de los Trabajadores, pero eso no obsta para que avancen los procesos. Este miércoles Lula y Moro se encontrarán nuevamente en la sureña Curitiba durante una audiencia de la causa Lava Jato. Será otro duelo de dos antagonistas políticos. Moro llevará como su carta de triunfo las recientes declaraciones del ex ministro de Hacienda de los gobiernos petistas, Antonio Palocci, quien habló de un “pacto de sangre” entre Lula y la empresa constructora Odebrecht.
Lula llegará fortalecido por la caravana de 20 días en la región nordeste donde refrendó su popularidad, la que le ha permitido liderar las encuestas de opinión nacionales de cara a las elecciones presidenciales de 2018. No ignora que para ser candidato tendrá que enfrentar la estrategia de Moro y parte del poder judicial que busca proscribirlo a través de condenas prescindentes de pruebas.