El senador Bob Menendez vive la parábola del denunciador denunciado. Acaba de comenzar un juicio que podría terminar con su destitución. La Unidad de Integridad Pública del Departamento de Justicia de EEUU lo investigó por corrupción y presentó 18 cargos en su contra, algunos de los cuales son penados hasta con 15 años de prisión. El congresista demócrata que siempre lanzó acusaciones contra los gobiernos de Cuba, Venezuela o Argentina en tiempos de Cristina Kirchner, ya sea por razones políticas o de lobby a favor de los fondos buitre, está ahora en serios problemas.
En enero tuvo que renunciar a la presidencia de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado luego de varios reveses judiciales. Tres apelaciones que realizó para que se desecharan distintas imputaciones -la última ante la Corte Suprema de Justicia- le fueron denegadas. Si fuera condenado, no solo perdería su banca que ocupa en el Congreso desde 2006. También corre el riesgo de ir a la cárcel. En cualquier caso, la suya sería una marca deshonrosa. Por primera vez en 36 años un senador queda expuesto a un proceso como el que se le sigue en Estados Unidos.
En un castellano agringado, Menéndez, hijo de padres cubanos y ferviente anticastrista, dijo en una conferencia de prensa que “el Departamento de Justicia ha perseguido alegaciones políticas basadas en calumnias de mis opositores políticos que buscan silenciarme”. Prometió también que respondería a cada una de las acusaciones que están apoyadas en una profusa cantidad de pruebas documentales. Fuentes periodísticas muy distintas como la CNN y el portal Cubadebate mencionan correos electrónicos, facturas de hoteles, vacaciones gratuitas, pasajes aéreos y tarjetas de crédito como elementos que probarían los sobornos que recibió.
Un hombre de fortuna se los habría pagado. Es un conocido oftalmólogo de origen dominicano que reside y atiende en Miami. Se llama Salomón Melgen y los fiscales que acusan a Menendez lo señalan como el presunto beneficiario de varios favores que le hiciera el senador. Uno de los que se menciona es que habría intercedido ante funcionarios del sistema de salud estadounidense para que el médico evitara pagar varios millones de dólares al Medicare, un programa de la Seguridad Social creado en 1965. La influencia que la Justicia le atribuye al político demócrata para ayudar a su amigo Melgen, se extiende hasta República Dominicana. Le habría conseguido un contrato de 500 mil dólares para ofrecer servicios de seguridad portuaria en el país del Caribe. El oftalmólogo fue generoso también: lo invitó a compartir viajes privados al exclusivo resort de Casa de Campo que posee en República Dominicana, habría pagado traslados, la compañía de jóvenes compañías femeninas y unos 750 mil dólares en fondos de campaña.
La complicada situación de Menendez podría alterar la relación de fuerzas inestable que se da en el Senado, donde Donald Trump todavía no pudo avanzar con una de sus promesas de campaña. La abolición del Obamacare o ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible. Si el senador demócrata fuera destituido, su lugar podría ocuparlo un representante republicano por Nueva Jersey, el estado al que representa el cubano-estadounidense.
La prerrogativa de elegirlo está en manos de su gobernador Chris Christie, un conservador que podría otorgarle uno de los escasos votos que le hacen falta al actual presidente para voltear el programa de salud de Obama que sigue vigente desde 2010. La especulación partió de los medios locales. Pero la maniobra no sería fácil de concretar porque las elecciones a gobernador de Nueva Yersey se realizarán en noviembre y no le darían los tiempos a Christie para ayudar a Trump, ni se sabe si saldrá el fallo de Menendez en un par de meses. En la última votación en el Senado, el partido Republicano perdió 51 a 49 pese a tener la mayoría de la Cámara. Tres de sus senadores acompañaron a la minoría demócrata en rechazo a la liquidación del Obamacare.
La situación de Menendez es tan delicada que hasta el New York Times pidió su renuncia a la banca de senador. Además, los fiscales presentaron un informe lapidario donde desecharon las teorías conspirativas contra el político imputado. “No se trata de pistas anónimas, de Cuba, de Irán, de la política partidista o de las consecuencias políticas de una condena”. Sus abogados, en cambio, presentaron un escrito donde pidieron que “continúe desempeñando las principales funciones legislativas que la Constitución le asignó”, una aspiración que quiere ratificar en las próximas elecciones presentándose una vez más como candidato a senador.
Enemigo declarado de los gobiernos de Fidel y Raúl Castro, tanto como los de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, cuando Estados Unidos reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba, llegó a decir que Obama continuaba “validando el comportamiento brutal del régimen castrista”. Sobre la Argentina a la que siempre atacó durante la presidencia de Cristina Kirchner, supo mostrar la hilacha. El estudio de abogados Lowenstein Sandler asociado a los fondos buitre, fue su segundo mayor contribuyente de fondos de campaña durante el período que lo eligieron para el Senado entre 2009 y 2014. Tenía una razón de peso para denunciar lo que denunciaba, aunque ahora se le dio vuelta la taba. Es Menendez quien debe defenderse de las imputaciones por corrupción que amenazan con transformarlo en un cadáver político.