El gobierno de Mauricio Macri autorizó a catorce satélites extranjeros a operar en el país en poco más de un año y medio de gestión. La gran mayoría de esos aparatos le quitan mercado a la estatal Arsat. Las autorizaciones se basan en acuerdos de reciprocidad firmados con Estados Unidos, México, Brasil y España, aunque en los hechos esos convenios tienen poco de recíprocos. La decisión pareciera ser avanzar hacia una política de cielos abiertos satelitales que entra abiertamente en contradicción con la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital aprobada en noviembre de 2015. A su vez, la demora en la construcción del Arsat-3 puso en riesgo la conservación de la posición orbital 81 Oeste.
La competencia para Arsat creció de manera vertiginosa desde el segundo semestre del año pasado. El 3 de agosto de 2016 el Gobierno dio el primer indicio de hacia dónde iba al publicar en el Boletín Oficial una resolución en la que autorizó a la empresa New Skies Satellites, propiedad de SES, a brindar servicios en el país con el satélite NSS-806 en la posición orbital 47.5 Oeste. Fue una oficialización de algo que ya venía ocurriendo porque ese satélite había sido autorizado a operar en Argentina en agosto de 2000 en la posición 40.5 Oeste y en 2014 fue desplazado de hecho a la posición 47.5. Cuando SES concretó ese corrimiento, lo hizo para poner el satélite SES 6 en 40.5°. Por lo tanto, desde entonces ambos aparatos operan en tándem lo que le permitió a la firma mejorar su capacidad de transporte de señales audiovisuales HD en América del Sur.
El 19 de agosto del año pasado se habilitó al Eutelsat 113 WA haciendo valer un convenio de reciprocidad con México, pese a que desde 2014 la mexicana Satmex pasó a ser controlada por la francesa Eutelsat, a punto tal que cambió su nombre por Eutelsat Americas. Al mes siguiente apareció en el Boletín Oficial una autorización para que DirecTV pudiera operar por dos años con el satélite Spaceway2, nave que ni siquiera tiene aprobados los derechos de aterrizaje en el país. El 3 de octubre se habilitaron los Eutelsat 115 WA y Eutelsat 117 WA que operan en bandas Ku y C, al igual que el Arsat 2. Ese mismo mes también se autorizó a la firma Southern Satellites Corporation a operar con Intelsat 30 e Intelsat 31. En febrero fue el turno del Hispasat 30W-4, en abril de Hispasat 30-5 e Intelsat 35e y en junio se sumó Amazonas 3 haciendo valer el acuerdo de reciprocidad con Brasil ya que el aparato está registrado por Hispamar, la subsidiaria brasileña de la española Hispasat. En julio, el listado se completó, al menos hasta ahora, con las autorizaciones de Amazonas 2, Intelsat-29e –que transmite en las bandas de frecuencia Ku, C y Ka– y el Intelsat-34, que opera 24 transpondedores equivalentes de 36Mhz en Banda Ku y 24 en BandaC con cobertura sobre América y Europa.
Algunos de esos satélites, como Hispasat 30W-4, Hispasat 30-5 y Intelsat-34, incluso venían operando de manera ilegal antes de tener luz verde del regulador. De hecho, PáginaI12 denunció la situación irregular del Hispasat 30-5 el 30 de septiembre del año pasado. La reacción oficial fue aplicarles multas a Hispasat y Southern Satellites, pero casi el mismo tiempo que los sancionó les autorizó sus satélites.
En todos los casos el argumento oficial es que hay convenios de reciprocidad vigentes, pero esa reciprocidad es tan desequilibrada que si existiera la voluntad política de forzar una renegociación se lo hubiera hecho. El mejor ejemplo en lo que ocurre con Estados Unidos. El portal latamsatelital.com recordó el 14 de julio que el acuerdo con Estados Unidos fue firmado en 1999 y desde su entrada en vigencia se autorizaron en Argentina 28 satélites de Intelsat mientras que en Estados Unidos se autorizó a operar sólo a ARSAT-2, lanzado en 2015, el cual dispone de un haz con cobertura en ese país (432 Mhz como máximo).
El masivo desembarco de operadores extranjeros puso en jaque el modelo de negocios de Arsat. PáginaI12 reveló a fines de junio que la compañía todavía tenía capacidad disponible en sus dos satélites. Las cifras oficiales mostraban que en mayo Arsat 1, que dispone de 1152 Mhz en banda Ku, tenía una ocupación del 78 por ciento, mientras que Arsat 2, con 1044 Mhz en banda Ku y 464 Mhz en banda C, poseía un 74 por ciento de su capacidad ocupada en banda Ku y apenas un 11 por ciento en banda C. Luego de la publicación de esos datos, la empresa informó que había colmado la capacidad del Arsat-2, pero solo lo hizo en banda Ku, pues en banda C todavía queda capacidad sin vender.
La mayor competencia extranjera y el recorte de todo tipo de recursos por parte del Tesoro dejó a Arsat en una situación comprometida y la construcción del Arsat-3 desde hace tiempo está en suspenso. Un sector del gobierno impulsó la firma de un acuerdo con el operador estadounidense Hughes para reflotar el proyecto, pero por ahora ni siquiera esa polémica iniciativa avanza. El congelamiento del plan satelital puso en riesgo la posición orbital 81 longitud oeste, que podría perderse en septiembre de 2019 si Argentina no coloca un nuevo satélite en el espacio para esa fecha. El 28 de marzo de este año, el subsecretario de Planeamiento, Hugo Miguel, le advirtió por escrito sobre esta situación al secretario de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Héctor Huici. En esa comunicación, Miguel detalló una serie de alternativas que se podían seguir para evitar la pérdida de los derechos de administración de esa posición orbital, pero desde entonces Huici no le comunicó ningún avance a la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Los críticos del gobierno sostienen que la inacción no es inocente y apunta a favorecer a todas las compañías extranjeras que desembarcaron durante el último año y medio.