El estado del campo de juego (mucho agua, sectores en los que se hacía imposibles cualquier intento de elaboración) es una de las razones que explica por qué resultó tan pesado, flojo, y deslucido el encuentro que protagonizaron Lanús y Boca. Las diferencias de capacidad técnica entre los titulares del equipo de los Barros Schelotto, y los suplentes del conjunto de Almirón se achicaron un poco por el planteo de los locales, pero mucho más por el estado del terreno. Si cuando se anuncian las formaciones iniciales se escucha que de un lado están tres colombianos de Selección, Gago, Benedetto, Pablo Pérez y Pavón, y en la vereda de enfrente faltan Román Martínez, Sand, Lautaro Acosta y juegan suplentes y pibes de inferiores se sospecha que no hay equivalencias posibles, y hasta se puede creer en un monólogo. Pero eso no pasó, aunque Boca ganó bien.
Lanús puso en la cancha un equipo B (prácticamente todos suplentes) porque tiene encima una parada difícil, pasado mañana, contra San Lorenzo por la Copa Libertadores, con la doble idea de juntar mucha gente detrás de la línea de la pelota y tratar de tocar cuando se abriera algún espacio, resignando protagonismo. Boca tuvo la pelota, pero le resultó poco productivo, porque en el primer período se empecinó en tocar corto en tres cuartos de cancha, en la zona de aceleración, en la que la cancha era una laguna.
Pareció que podía encontrar un camino adecuado con el pelotazo de Gago para Pavón, pero no insistió con la fórmula. Dio la sensación de que Cardona podía imponer su habilidad sore la izquierda, conectándose con Fabbra, a las espaldas del debutante Di Plácido, pero tampoco halló demasiado por ese flanco. Finalmente encontró el gol con una gran definición de Benedetto, cuando daba la sensación de que todo se encaminaba al cero a cero.
En el primer tiempo no hubo una sola situación de gol clara. Si se bajan un poco las pretensiones y se considera jugada de riesgo un remate e media distancia, se puede recordar que en el inicio antes del primer minuto hubo un remate desde afuera del área de Cardona que hizo salir la pelota cerca del palo derecho de Andrada, y que sobre el final de la etapa hubo un remate de Rojas, después de dos buenos toques que controló sin demasiadas dificultades Rossi.
En el segundo tiempo, todo se hizo más entretenido por las jugadas de gol que se encadenaron, y que podrían considerarse una lluvia de emociones si se lo compara con lo que ocurrió en el primer tiempo.
Hubo un tiro libre magníficamente ejecutado por Cardona que devolvió el travesaño, hubo dos o tres llegadas a fondo cuando entraron el Laucha Acosta y Román Martínez (casi marca en la primera pelota que tocó), hubo una buena corrida de Fabbra sobre la izquierda y llegó el esperado gol, cuando faltaban menos de diez minutos para el final. Jara desbordó por primera vez por la derecha y mandó al cenrtro al punto del penal, donde estaba Benedetto que bajó la pelota magistralmente con la izquierda, haciendo pasar de largo a su marcador y como venía sacó un derechazo tremendo que rompió el arco. Un golazo. Benedetto, que había participado poco del juego cumplió con lo que les había dicho alguna vez a sus compañeros: “Denme una, denme una que yo resuelvo”.
Boca pudo ampliar las diferencias con algunos contraataques que lo buscaron a Pavón, más volcado sobre la izquierda, y Lanús intentó alguna llegada con arrestos individuales, pero no le alcanzó el tiempo.
Lejos de su producción contra Olimpo en la fecha inicial, a Boca no le sobró nada, pero ganó con justicia un partido que se le había hecho muy cuesta arriba en la etapa inicial.