Lukas Bärfuss nació el 30 de diciembre de 1971 en Thun, cerca de Berna (Suiza). Trabajó plantando tabaco, como jardinero y vendedor de libros, hasta que a los 26 años decidió vivir de la escritura. No le importó que le dijeran que eso era imposible. Desde entonces ha escrito más de quince obras teatrales, que han sido estrenadas en Suiza, Alemania, España y Argentina, entre otros países. “Lo autobiográfico lo tomo como punto de partida para escribir teatro, pero no hay intimidad en escena. Si tuviéramos que susurrar en el escenario, tendríamos que hacerlo alto para que se escuche. Lo autobiográfico también se define a través de lo íntimo. La literatura tiene el poder de describir lo que vendrá”, dice Bärfuss.

–¿Cuál fue el disparador de Paraty?

–Paraty describe a tres personas en una situación de capitalismo tardío. Todo es negociable: sentimientos, tiempo, dinero. Y tiene que ver con qué idioma encontramos para esta negociación. Somos todos comerciantes y cada vez más nos vendemos a nosotros mismos. Pero hay cosas que no se dejan comerciar como la responsabilidad. La responsabilidad es indivisible: o la tenés o no la tenés. Y generalmente uno tiene la responsabilidad. Estos personajes que pueden negociar todo se enfrentan a la situación de que existe algo que no se puede negociar: la responsabilidad respecto de su hija. Lo triste en la obra que sucede entre Miguel y Vera, una pareja a punto de divorciarse, es que mientras ellos están en crisis la guerra es divertida: vemos a dos personas que se golpean la cabeza y nos parece gracioso porque, como dice (Samuel) Beckett, no hay nada más gracioso que el infortunio del otro. En el momento en que ellos dejan de combatir se vuelve trágico y ahí estamos con el sentimiento equivocado: ¿cómo puede ser que yo me divierta mientras los otros están sufriendo? Eso es lo fantástico del teatro: tener los sentimientos equivocados en público.