“Es el cuarto pero es el quinto”, se ríe Tito Fargo, y se refiere a 4, flamante y formidable disco de Gran Martell. Y claro que este detalle formal algo dice sobre la impronta de su trío con Jorge Araujo y Gustavo Jamardo. Dice que, como la música, un nombre puede quebrar las leyes del tiempo. O al menos hacerle un zigzag, como el mago que les dio el nombre. El primer tema del disco permite insistir en la idea: “Metamorfosis” es instrumental y corto pero entraña un mundo de sentidos. Fargo se hace cargo: “Su título plantea una ruptura sobre cómo hacer las cosas en un estudio; de hecho, la que quedó es la primera impresión de la improvisación generada ahí. Fue tan gol al ángulo que se encriptó y desde ahí sufrimos una catarsis que generó toda la temática del disco”, detalla el ex guitarrista de Los Redonditos de Ricota, antes de la presentación del trabajo, esta noche en Uniclub (Guardia Vieja 3360).
“Lo grabamos en dos días, en condiciones que no son las de pensar canciones súper ensayadas, con todo pautado. Lo de metamorfosis es transformación en el momento”, redondea Fargo sobre el principio motor de un nudo musical de diez piezas que contó con el aporte trascendental de Barry Sage (ingeniero de grabación de Rolling Stones, Bowie, New Order y otros) y fue grabado en una toma, a cinta abierta y sin pautas.
“Fue difícil cranearlo”, admite Araujo. “Empezó como un año antes que esos dos días, porque hubo dos viajes de Barry postergados y otros pormenores. Lo complicado fue la parte operativa… creo que lo hicimos solo por las ganas que teníamos de hacerlo”, sentencia el ex baterista de Divididos, que canta y escribe letras. “Es netamente romántico hacer un disco en estas condiciones”, retoma Fargo, que también toca sintes y bajo en la única versión del disco: “Cold Turkey”, de John Lennon.
El resto es material salido de la usina creativa del trío, apoyado en la experiencia sonora de Sage y marcado por esas fluctuaciones rítmicas y atmósferas cambiantes que hacen de ésta una de las mejores bandas de rock de la Argentina del siglo XXI. “Este disco tiene un poco más de sangre ‘pseudofolklórica’ que los anteriores”, sostiene Fargo respecto a los discos publicados desde 2005: el epónimo, Dos huecos y Un volcán, desdoblado en dos EP. “El primero me gusta mucho pero carece de dinámica, algo que éste tiene, creo que por la experiencia que tenemos en vivo y con la composición”, sostiene Araujo.
–¿Pesa que hayan grabado su primer disco en un contexto de “monopolio de la canción” ante el riesgo musical y la búsqueda?
Tito Fargo: –Es probable que hayamos roto un poco con eso, sí, sobre todo porque el rock tiene que ver con otra cosa. Tiene que ver con romper esquemas, y buscar. Tampoco nos sentimos cómodos en lograr el concepto de canción. No nos es fácil, aunque encontramos un método de trabajo que nos permite tener cierta relación con las canciones sin impedirnos seguir con los conceptos transgresores de la banda.
Jorge Araujo: –Eso no pasaba con el primero, porque eliminábamos cualquier cosa que tuviera que ver con un lugar común. Lo corríamos naturalmente, y ésa pudo ser una de las razones.
–¿Puede que “Tragamonedas” (de Dos volcanes) haya marcado una bisagra, al ser uno de los temas en el que logran la síntesis entre ambas dimensiones, la cancionera y la experimental?
J.A.: –Tal vez sí. Es un disco más cancionero y “Tragamonedas” tiene esa mezcla. Además, se nos hubiese hecho complicado hacer todos discos como el primero.
T.F.: –Y el tocar mucho en vivo te genera otro ángulo, un método de búsqueda en la improvisación.
–La única vez que trabajaron con productor (el reconocido César Silva) fue en el lado A de Un volcán. ¿Son difíciles de producir?
J.A.: –En 4 Tito está muy involucrado como productor; tomó decisiones como por ejemplo ponerles melodía a ciertas improvisaciones.
T.F.: –En este disco tuve una visión muy concreta de cosas como el orden de los temas, por ejemplo. Acá sí me clavé como un productor.
–¿Y a qué nivel “se clavó” Barry?
J.A.: –Yo lo veo más como una especie de cuarto integrante porque, dadas las condiciones de grabación, tenía que ser un tipo en el que confiáramos plenamente: tres baterías, cinta abierta, improvisación... tenía que haber un ingeniero de grabación como él para orientar esto.
–¿Imaginaron que durarían doce años? Traten de no “usar el pasado”, sino reflejarlo como fue, lo más certeramente posible...
J.A.: –Cuando arrancamos yo venía de tocar nueve años con Ricardo (Mollo) en Divididos y, cuando apareció la posibilidad de armar Gran Martell, dije “ojalá pueda estar con tipos como con los que duré tanto”. Y pasó. Hubo un momento clave, un año en el que no tocamos durante nueve meses: fue una crisis importante en la que yo no sabía si el grupo seguiría o no. Una de las cosas que permitió que siguiéramos fue que empezamos a improvisar en vivo. Nos ayudó a seguir: para mí son fundamentales los espacios abiertos para investigar nuevas situaciones.
T.F.: –Creo que cuando la vaca no tenga más jugo creativo, porque no nos reinventamos, tenemos que pensar en aflojar. Pero por suerte nos reinventamos todo el tiempo, porque es lo que pretendemos: tratar de dar vuelta las cosas. En este momento pseudo comercial del rock, esto no es muy bueno, porque hay que entrar en ciertas modas y conceptos, pero Gran Martell necesita romperse a sí mismo. Es la banda en la que más años toqué y se me pasó rápido, porque todavía hay chispa creativa.
Gran Martell presenta las canciones de 4, su nuevo y notable disco
Un trío que juega a las metamorfosis
Tras doce años juntos, a Jorge Araujo, Tito Fargo y Gustavo Jamardo sólo les llevó dos días grabar su quinto álbum.
Este artículo fue publicado originalmente el día 1 de diciembre de 2016