Prácticas laborales en el último año de secundaria, reemplazo de las notas numéricas por un sistema de créditos, división del ciclo lectivo en tres tramos y un enfoque educativo destinado al “emprendedurismo”. Esas fueron algunas de las reformas más significativas que presentó, a fines de agosto, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, a los directivos de los secundarios de la Ciudad para llevar a cabo la “Secundaria del Futuro”. Incluso, la funcionaria dio plazos para la reforma: el nuevo plan se implementaría en 16 escuelas en 2018; en 44 escuelas en 2019; 44 en 2020 y otras 44 en 2021.

Inmediatamente después de la difusión de la reforma educativa, que fuera criticada por especialistas en Pedagogía, directores de escuelas y gremios docentes, los alumnos de distintos secundarios porteños comenzaron a manifestarse en contra de este proyecto que los obliga,  en quinto año, a realizar prácticas laborales en empresas privadas durante seis meses. “En la coyuntura actual, donde cada 18 horas asesinan a una de nosotras, sumado a la reforma que quiere implementar el gobierno para que trabajemos hasta dos años gratis en una empresa, es correcto radicalizar las medidas de lucha en función de presionar al Estado para que se haga cargo de las problemáticas que atacan a la juventud”, expresaron mediante un comunicado los estudiantes de la Escuela Bellas Artes Manuel Belgrano, horas después de conocer la noticia.

Otras de las medidas de la “Secundaria del Futuro” consiste en crear un “tiempo preparatorio” para los alumnos que recién ingresan al secundario. Los chicos deberán asistir a un curso inicial de diez días que finaliza con un informe personificado de cada estudiante.

A la semana siguiente de la presentación de la reforma, una multitud de estudiantes de casi todos los secundarios públicos de la ciudad resolvió en asamblea –una por cada escuela– realizar una manifestación contra el proyecto oficial. El 6 de septiembre, más de 10 mil estudiantes marcharon desde el Palacio Pizzurno hasta el Ministerio de Educación de la Ciudad, con un solo grito: “No a la nueva reforma educativa”. Además, los chicos reclamaron la sanción de una “emergencia de género” en los secundarios, con capacitación docente para poder actuar ante casos de violencia machista.

El mismo día de la manifestación, la ministra Acuña criticó la lucha de los estudiantes al asegurar, en declaraciones al Diario La Nación, que la preocupación de ellos “surge de la falta de información”. A esa altura, diez secundarios porteños permanecían tomados por los propios alumnos.