La muerte de Fidel lo sorprendió en Buenos Aires. Fernando González Llort, uno de los cinco héroes cubanos, había viajado a nuestro país para el XV Encuentro Nacional de Solidaridad con la isla. Durante una semana, visitó desde el museo del Che en Alta Gracia hasta la Casa de las Madres de Plaza de Mayo. Antes de regresar a su país, el vicepresidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)le concedió una entrevista a PáginaI12. Fue apenas unas horas antes de que comentara en público cuánto lo afectaba la pérdida del líder histórico de la Revolución.
–Es realmente doloroso. A mí me resulta increíble que después de haber estado dieciséis años fuera de Cuba, me ausenté una semana y tenga que experimentar la tristeza del fallecimiento de nuestro comandante en jefe desde la distancia. Muchos nos preguntan las razones de nuestra resistencia y la confianza que teníamos en la victoria. Les puedo contestar que nunca conocí a Fidel personalmente hasta mi regreso de la prisión en 2014, pero siempre tuvimos confianza absoluta en Fidel, ese hombre que nos guió a la victoria, que supo garantizar la resistencia de nuestro pueblo. 
–¿Cuál es el balance de su visita a la Argentina?
–La presencia mía obedeció a la organización del XV Encuentro de Solidaridad con Cuba. De todas maneras, aproveché mi estadía para realizar otras actividades y he estado en la casa del Che en Alta Gracia, donde pasó la mayor parte de su niñez y algo de su adolescencia. Fue un momento muy emocionante para mí ver el lugar donde él adquirió las características fundamentales de su personalidad, que se formó en esa etapa. Que después unió y perfeccionó, para llegar a ser el gigante en que se convirtió. Fue también muy impresionante ver ahí el video del comandante Fidel Castro cuando estuvo con el presidente Hugo Chávez visitando el lugar. También conocí la clínica Doctor Ernesto “Che” Guevara, que atiende en el marco de la Operación Milagro a personas que perdieron la vista o están severamente limitadas en su visión. Impresiona ver ahí a jóvenes médicos cubanos aportando su misión humanitaria. 
–¿Cuál es la imagen que se tiene en la Argentina del grupo de los cinco y de los motivos de su larga detención en Estados Unidos? 
–Nosotros vinimos aquí para agradecer el compromiso en Argentina con nuestra causa. No puedo separar que yo sea un funcionario del ICAP y que eso me haya traído a su país y sea uno de los cinco. Donde quiera que yo vaya agradezco en mi nombre y el de mis cuatro hermanos la solidaridad demostrada. Porque el movimiento en este país por nuestra liberación fue muy activo, muy creativo, muy ingenioso, de mucha iniciativa e hizo una contribución importante por nuestra liberación.
–O sea, de alguna manera ratificó en su visita los lazos históricos que nos unen a cubanos y argentinos...
–Por cierto. Y salta en ese vínculo la figura del Che, que es lo más significativo. Pero hay otras cosas: una relación de hermandad, de solidaridad, que creo que es lo más importante en el momento actual de América latina. Además tuvimos la posibilidad de visitar el proyecto social llamado Tatú, que es de una sensibilidad humana terrible, donde se recibe a las personas más humildes, de menos recursos y muchos de ellos inmigrantes. Que además recibe el aporte de médicos formados en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba (ELAM), aunque no son los únicos. Ver el esfuerzo que se hace para ayudar a esas personas enfermas me impactó. 
–¿Cómo transcurre su vida hoy en Cuba?
–Es la de un cubano regular, con una tarea a la cual me dedico que es en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Es una institución que está vinculada con el trabajo con la solidaridad mundial. Existen más de dos mil asociaciones de solidaridad con Cuba en 153 países. Y yo, desde mi regreso de Estados Unidos, me vinculé al ICAP que conocía desde la prisión. Y cuando volví a Cuba me dediqué a la lucha por la liberación de los tres compañeros que seguían detenidos trabajando con el movimiento de solidaridad. Esta tarea me dio la posibilidad de relacionarme con las mejores personas del mundo. Que desarrollan la solidaridad con mi país en contextos sociales en que esos valores no son los más estimulados. Ven en Cuba un proyecto solidario, que busca la justicia y tratan de hacer lo mismo con nosotros.
–¿Cómo observa el cambio de escenario político en Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump?
–A nosotros nos sorprendió la elección del señor Trump, como a la mayoría de las personas. Pero en este momento estamos a la espera de lo que va a suceder. El próximo presidente fue bastante impredecible durante su campaña. Por lo tanto, no me atrevería yo a hacer un vaticinio sobre cuál podría ser su línea de gobierno. Hay que comprender que en las campañas políticas se dicen muchas cosas, se hacen proyecciones de cómo se quiere actuar y después, cuando se llega a la silla presidencial, la situación puede variar. Prefiero esperar y ver quiénes rodean a Trump. Igual, para nosotros los cubanos, lo más importante no es lo que pueda hacer un presidente de Estados Unidos u otro. Lo más importante es lo que podamos hacer nosotros. Y nosotros vamos a resistir. Aunque por supuesto hubiéramos deseado un contexto más favorable.
–¿Cree que con Trump las condiciones van a empeorar para las minorías, los inmigrantes y hasta los detenidos, como usted, estuvo largos años detenido en ese país?
–Esta persona tiene un pensamiento más conservador que Hillary Clinton, quien dentro del Partido Demócrata está más hacia el centro que el ala liberal de su fuerza política. Y al ser Trump el presidente, uno podría esperar políticas más conservadoras hacia adentro, más restrictivas de las libertades o de las posibilidades de maniobra de las personas que piensan diferente de lo que en Estados Unidos llaman la corriente mainstream. Sus pensamientos sobre el terrorismo, que los ha dicho, en el pasado se han usado para restringir las libertades de los grupos de izquierda, de los activistas o de un pensamiento más radical. Pero también sucedió durante los gobiernos demócratas, no hay que engañarse. Ocurrió en el gobierno de Obama. Hay que esperar una sociedad más restrictiva por cierto.

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