A la hora de pensar el proceso de enseñanza, Chávez cree que “matar” al maestro siempre es un hecho fundamental pero de ninguna manera traumático. “La necesidad de aniquilar al maestro –señala– es un hecho constitutivo. Para terminar de construir al maestro, hay que matarlo. Pero no para que desaparezca, sino para que termine de ocupar un lugar definitivo. Uno mata la presencia física, la relación de poder, pero no el alma de sus enseñanzas. A medida que voy creciendo, y mi padre se va alejando incluso como muerto, lo recuerdo cada vez más vivo. Lo recuerdo menos muerto que lo que lo recuerdo vivo. Hoy por hoy, me miro en el espejo, me miro las manos, mi rostro, y me doy cuenta que estoy cada vez más parecido a él. Esta idea de matar al padre o al maestro es un paso necesario para constituirte como ser o artista, pero en donde con el tiempo descubrís que ellos están en tu cuerpo. A los maestros los matamos pero están siempre presentes. El maestro es mortal pero su experiencia es eterna.”
Este es un contenido original realizado por nuestra redacción. Sabemos que valorás la información rigurosa, con una mirada que va más allá de los datos y del bombardeo cotidiano.
Hace 37 años Página|12 asumió un compromiso con el periodismo, lo sostiene y cuenta con vos para renovarlo cada día.