Las asociaciones ruralistas denuncian que las inundaciones provocadas por las tormentas del fin de semana dejaron entre 8,5 y 10 millones de hectáreas bajo el agua en la zona pampeana. La apuesta del Gobierno a una economía enfocada en la exportación de productos agropecuarios se ve ahora en riesgo por factores climatológicos que colocan a la actividad en emergencia. Según declaró ayer el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Miguel Etchevehere, hay más de 10 millones de hectáreas de las más productivas inundadas, y definió la situación como una “catástrofe”. Por su parte, el titular de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), Matías De Velazco, aseguró que hay más de 8,5 millones de hectáreas afectadas por las inundaciones en la zona pampeana. 

Durante el fin de semana se registraron en Buenos Aires y La Pampa precipitaciones superiores a 100 milímetros, que afectaron a más de 5 millones de hectáreas sólo en áreas productivas de esas dos provincias. El Ministerio de Agroindustria declaró la emergencia agropecuaria en ambas provincias y en Chaco. 

“Hasta la semana pasada, previo a las lluvias del fin de semana, estábamos hablando de 8 millones y medio de hectáreas afectadas. Las precipitaciones agravaron la situación, que de por sí era complicadísima, llovió en casi toda la provincia de Buenos Aires. El sector agropecuario está muy complicado y, por ende, todas las localidades del interior”, afirmó De Velazco en declaraciones radiales. “Las napas están muy arriba y los suelos no absorben más agua. Toda precipitación que se produzca, la única manera de evacuarla es vía evaporación o dirigir el agua a zonas más bajas”, explicó.

El directivo de Carbap detalló que el problema se deriva de las faltas de obras, pero no hizo referencia a los canales de riego para la producción sojera y el avance de este monocultivo en terrenos donde antes había humedales, lo que impide la natural absorción del agua. De Velazco minimizó el efecto que tiene sobre los suelos la siembra de soja, aunque admitió que “volcar más hectáreas a la ganadería es una de las tantas medidas que se pueden tomar para bajar la altura de las napas freáticas”.

Etchevehere señaló que “cuando baje el agua hay que hacer obras, porque la Argentina se pierde una gran chance de producir algo que el mundo quiere y que necesita, que son alimentos”. Según estimó el titular de la SRA, un 35 por ciento del agua que está se va a evaporar a partir de que haya sol, de que empiece la primavera, mientras que “el otro 20 ó 25 por ciento, a pesar de que el suelo está saturado, hay que esperar que drene”. “Lo que resta tendría que correr, en el caso de la provincia de Buenos Aires, hacia el mar”, agregó.

Las inundaciones además obligarán a retrasar el inicio de la siembra para la campaña 2017/2018, a la que apuesta el Gobierno para obtener divisas, además del creciente endeudamiento externo. “Gran parte del trigo y la cebada no se pudieron sembrar por la inundación, y estamos a un mes de iniciar la siembra de soja y maíz, por eso desde Carbap hablamos de un piso de pérdida de 1.500 millones de dólares en Buenos Aires y La Pampa”, remarcó el titular de Carbap. Un informe de la entidad consignó que las inundaciones generaron daños al 25 por ciento de la producción agrícola y en el 34 por ciento del stock vacuno a nivel nacional.