Escrita por el compositor Javier Lazo (nacido en Lima, en 1973) "De los amores" abrió Eco de sombras, tercer disco de Susana Baca que fuera publicado por Luaka Bop, el sello de David Byrne. A diecisiete años de aquella edición, la extraordinaria cantante Susana Baca tomó a esa obra como eje conceptual del espectáculo que esta noche la traerá a Rosario: a las 21.30, el Teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) recibirá un concierto que "habla de amor, desamor, de una cosa muy profunda; del amor por las cosas, por tu entorno, tu historia. Y por la música". Así lo describe Baca, que desde Lima anticipa además la inclusión de las músicas celebratorias de la costa peruana, ésa que recorrió extensamente junto a su marido, el antropólogo Ricardo Pereira.
Y es una búsqueda constante la de este matrimonio que se esmera en recuperar las tradiciones musicales de los afroperuanos. Para Baca, es en cierto modo una reivindicación histórica: siendo niña, ganó por concurso el acceso a estudiar en el Conservatorio de Lima, derecho que le fue negado por sus raíces. ¿Cuánto se habrán arrepentido aquellos que tomaron la decisión al ver cómo la niña se convertía en una voz de resonancia para esas mismas voces que intentaban acallar? "¡Espero que sí se hayan arrepentido! --responde, y ríe--. Ya no existen los que me negaron ese pase, pero si se enteraran en el cosmos, dirían 'Uy, nos equivocamos...'".
El tiempo transcurrido, sin embargo, no ha resuelto algunas cuestiones de fondo: "La palabra tiene importancia. Hay palabras que en mi época reclamábamos como gente joven, pero en un momento las palabras te convertían en sospechoso. Creo que ustedes han vivido cosas parecidas. Nuestras palabras fueron tomadas, deshechas. Esto me ha hecho reflexionar sobre la discriminación que hay hoy en nuestro país. En Perú hay mucha discriminación. A los afrodescendientes se les ha pedido un perdón histórico, a la gente de las sierras se les ha pedido perdón. Pero el perdón sería que sus descendientes estén en la mejor escuela, por ejemplo. Sería lo justo".
Defensora de la memoria, guardiana de la cultura y las palabras, en 2011 Susana Baca aceptó la propuesta de conducir el Ministerio de Cultura de su país. Aunque fue un paso breve: seis meses más tarde, la falta de presupuesto motivó su renuncia. "Fue una responsabilidad que asumí con toda mi pasión --recuerda--. Dejé lo que más quiero en el mundo, que es cantar, estar con la gente, por ser ministra y trabajar por mi país. Tenemos la suerte de tener un país con un potencial cultural enorme, precioso, maravilloso. Pero a veces se tiene a la cultura como una cosa allá al costado. Y no ven su importancia. Pero la gente se desarrolla en su cultura, no van a poder engañarnos tan fácilmente".
Aun por fuera de los organismos oficiales, la labor de Baca es de una gestión permanente, de búsqueda incesante por recuperar antiguos ritmos y danzas, como honrando la fuerza de aquella tatarabuela que nació esclava, aprendió a tocar el piano guiada por sus propietarios y alcanzó una vejez de libertad e independencia. La de Baca es también una tarea de constante acompañamiento a nuevos talentos y autores, replicando en cierto modo el madrinazgo que sobre ella ejerció la enorme Chabuca Granda. Y multiplicando la experiencia: en Santa Bárbara, una localidad ubicada a poco más de 130 kilómetros de Lima, con su marido fundaron el Centro Cultural de la Memoria, espacio para la preservación de archivos (escritos, fílmicos, sonoros), punto de encuentro y biblioteca donde pronto pondrán en funcionamiento una escuela de música campesina. Un espacio donde los niños podrán obtener una formación que potencie su amor por la música.