La destrucción de empleo asalariado en el sector privado no se detiene. La contracción está concentrada en la industria manufacturera como consecuencia la apertura importadora, la suba de costos que siguió a la devaluación, el alza de tarifas y la menor demanda. Los últimos datos oficiales dan cuenta de un retroceso de 33.000 empleos durante el gobierno de Mauricio Macri. Ese número surge de la pérdida de 73.251 puestos en rubros con salarios superiores a la media, frente a una creación de 40.277 puestos en ramas donde los salarios se ubican por debajo del promedio. Los registros oficiales muestran, sin embargo, una paulatina recuperación en los niveles de empleo total.
“Los puestos perdidos fueron compensados con empleo precario y de menor remuneración, lo que implica un notable deterioro en la calidad del empleo argentino”, explica un documento del Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala.
Los informes oficiales dan cuenta de la creación de 159.800 puestos de trabajo desde que asumió el gobierno de Cambiemos. El resultado que celebra el Ministerio de Trabajo se explica por una dinámica donde 85 de cada 100 puestos originados durante la nueva gestión corresponden a ocupaciones de bajos ingresos: monotributistas, municipales, casas particulares y monotributistas sociales.
Los datos desagregados revelan que el mayor crecimiento de asalariados se produjo en aquellos sectores con salarios entre 10 y 25 por ciento debajo de la media de la economía argentina. Por su parte, la mayor destrucción de empleo se concentra en aquellos asalariados que se encuentran hasta un 10 y 25 por ciento por encima del promedio como la industria manufacturera, la minería o las actividades inmobiliarias. “La recuperación del empleo privado registrado no solo se ha mostrado débil sino que además se ha modificado su composición, reemplazando puestos de ingresos altos por empleos de menor remuneración”, enfatiza el reporte publicado ayer.
La advertencia del documento del ITE es que la transformación en marcha de la estructura laboral impacta a nivel macroeconómico. La hipótesis que arriesga Telechea es que los cambios en el empleo explican por qué si bien el nivel de actividad comienza a mejorar, no sucede lo mismo con el consumo masivo de bienes. “Como los cambios en la composición del empleo mencionados tienen un impacto negativo en la masa salarial, esto repercute negativamente en el consumo masivo de bienes. A su vez, esta nueva configuración entre los asalariados no solo afecta al consumo, sino que probablemente refuerza el efecto en el empleo industrial, dado que la principal demanda de este sector es el alicaído mercado doméstico”, sostiene el economista.
El documento identifica además un estrecho vínculo entre el crecimiento de las importaciones de bienes de consumo con la destrucción de empleo en sectores industriales como el textil, confecciones, cuero y calzado y automotores. La destrucción de puestos de trabajo en todos estos sectores (11.560 empleos desde que asumió el gobierno de Cambiemos) representa el 26 por ciento de la caída total de 2016. “La mayor parte del debate sobre los problemas económicos del gobierno gira en torno a la inflación, el déficit fiscal y el tipo de cambio. Pero se habla poco sobre el principal problema que tiene este modelo, el empleo. Los problemas en la generación de puestos de trabajo de calidad no sólo no se han solucionado, sino que parece que vinieron para quedarse”, apunta Telechea.