En su búsqueda por justificar su decisión de desactivar una convocatoria a un paro nacional, la CGT continúa con su apertura de diálogo institucional como forma de abandonar el perfil confrontativo. Por caso, se reunirá hoy con la Comisión de la Pastoral Social de la Iglesia Católica, que conduce Jorge Casaretto. Mientras tanto, postergaron para la semana próxima un nuevo encuentro con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, con quien mantienen un canal de negociación fruto del cual postergaron para el 3 de octubre la realización del Comité Central Confederal, el ámbito de la central obrera con autoridad para elaborar un plan de lucha.
La reunión con la Iglesia se acordó la semana pasada y, según fuentes sindicales, será una especie de continuidad del diálogo que se generó a partir de un encuentro organizado por la CGT y que bautizaron como “Pensar el país”. En el encuentro, previsto para las 11 en la histórica sede de la calle Azopardo, sólo estarán los triunviros Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña. Héctor Daer no será de la partida por encontrarse fuera del país. Una ausencia inesperada ya que el titular del gremio de la Sanidad mantiene con el papa Francisco una amistad que viene de mucho tiempo antes que Jorge Bergoglio se transformara en el jefe de la Iglesia Católica.
El encuentro con la Iglesia puede enmarcarse en el plan de diálogo que abrió la CGT con posterioridad a la marcha del 22 de agosto pasado. Luego de esa jornada el Gobierno endureció su postura contra el sindicalismo y lo expresó al eyectar de sus puestos al entonces viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, y al titular de la Superintendencia de Servicios de Salud, Luis Scervino, ambos funcionarios considerados cercanos al mundo gremial.
Una decisión que encontró a la CGT inmersa en una disputa interna entre gordos e independientes contra el moyanismo, que pugna por endurecer, al menos en el discurso, la relación con el presidente Mauricio Macri y que acusa a los otros dos sectores de dialoguistas en desmedro de los intereses de los trabajadores. Más allá de las acusaciones cruzadas lo cierto es que cada uno de estos tres importantes grupos internos son, a su manera, tan dialoguistas como los otros.
Para esta semana estaba previsto que la conducción de la central obrera volviera a encontrarse con Triaca. El encuentro se postergó para la semana que viene y por ello se trasladó el Confederal para el 3 de octubre. De la reunión con el ministro los sindicalistas esperan algún avance en los puntos que presentaron como necesarios para mantener una buena relación. Entre esos puntos está el cese de la campaña antisindical que incluyó la intervención de gremios y acusaciones contra dirigentes obreros.
La postergación del encuentro con Triaca sirvió también para postergar la reunión del Comité Central Confederal prevista para el 25 de septiembre. La realización de este encuentro para la primera semana de octubre es el mejor pretexto para postergar cualquier decisión que pueda tomar el Confederal. La cercanía con las elecciones legislativas será la razón que esgrimirán para dilatar cualquier determinación. De todas maneras y para evitar cualquier sorpresa, la mayoría de la conducción de la CGT ha decidido que la reunión del Confederal se realice sólo con la presencia de los delegados y sin barras porque su presencia y la presión que puedan ejercer durante el debate pueden provocar que surja alguna decisión que no quieren afrontar, como por ejemplo un paro nacional. Esto se terminará de definir en la reunión del Consejo Directivo del próximo martes.