“Tú estás loco.” El diagnóstico surgió de la boca de Encarnación Molina –“Encarni”– cuando Juan Casamayor le propuso crear una editorial dedicada al cuento. “El gusanillo de la edición”, que poco tiene de cuerdo, es una terca criatura que no admite vacilaciones. La locura se materializó en septiembre de 1999. Entonces la pareja firmó el acta notarial de Páginas de Espuma, un sello que ha publicado a muchos de los cuentistas contemporáneos más importantes como Guillermo Arriaga, Ana María Shua, Luisa Valenzuela, Fernando Iwasaki, José María Merino, Guadalupe Nettel, Samanta Schweblin, Clara Obligado, Andrés Neuman, Eduardo Berti, Edmundo Paz Soldán, Antonio Ortuño, Ignacio Padilla y Eloy Tizón, entre tantos otros autores, junto con clásicos como Antón Chéjov, Honoré de Balzac, Fiódor Dostoievski, Émile Zola, Miguel de Unamuno, Eugène Ionesco y Guy de Maupassant. El tiempo le dio la razón al “loco”. Casamayor recibirá el Homenaje al Mérito Editorial de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) “por su militancia, empeño y especialización en torno al cuento, género que ha promovido con tenacidad y paciencia”. Este reconocimiento lo han obtenido en otras ediciones Antoine Gallimard, Beatriz de Moura, Jorge Herralde, Inge Feltrinelli, Adriana Hidalgo, Daniel Divinsky y Anne Marie Métailié.
“Asumo el premio como algo colectivo”, reconoce Casamayor desde Madrid. “En una editorial independiente, pequeña, muy militante y perseverante como Páginas de Espuma, no cabe otra concepción de cómo se recibe un reconocimiento así. Un editor se multiplica y tiene que hacer muchas cosas para que todo funcione, pero hay una constelación de mucha gente que ayuda. Una ineludible es Encarni, que lleva veinte años aguantándome en la vida y dieciocho como editora de Páginas de Espuma. El premio representa un umbral de emociones, de alegría y felicidad, con unos nervios que me recorren de arriba hacia abajo y que hablan de la responsabilidad o de un posible punto de inflexión para una mayor visibilidad de la editorial. Mi carácter germánico llama a la puerta y pregunta cómo vamos a armar el día a día de todo esto”, confiesa el editor español en diálogo con PáginaI12. Desde un balcón con mandarinos, donde funciona las oficinas del sello, Casamayor subraya que uno de los pilares de esta distinción ha sido el trabajo con la narrativa breve, pero agrega que también influye el compromiso de la editorial con América latina. “Creo que se premia una forma distinta de editar durante estos últimos veinte años en los que el paradigma del libro naufraga entre modelos viejos que no valen y nuevos por validar”.
–¿Qué significa militar en favor del cuento?
–La palabra militancia la he usado en muchísimas ocasiones y la ha recogido la FIL de Guadalajara en su texto. Es una militancia necesaria en torno al cuento, incluso tiene algo de resistencia, como aquellas antologías que muy exquisitamente Andrés (Neuman) tituló Pequeñas resistencias, que fueron semillas de la editorial y resumen ese inicio más combatiente, más militante, incluso en las portadas de nuestros libros poníamos “cuentos”. Sabíamos que podía ser difícil y que las personas iban a decir “el cuento no vende”. Esa militancia ha sido necesaria, pero no en el aspecto literario. El cuento no necesita que lo defienda Páginas de Espuma a nivel literario. Ese debate está muerto, es tierra yerma. Pero sí hemos tenido que realizar una militancia sobre la viabilidad del cuento como lectura final para un lector del siglo XXI; un trabajo de convicción con los interlocutores, que va desde el propio lector al librero y muchas veces también a los periodistas, para poco a poco ir allanando el camino. Quiero pensar que Páginas de Espuma en ese espacio lector, que es obligación de todo editor, ha podido aportar algo. La irrupción de talleres de escritura en los últimos veinte años en España ha sido radicalmente importante para el cuento, pero también la difusión por las nuevas tecnologías, desde las páginas webs hasta los blogs. Es verdad que ahora los editores mantienen un recelo distinto al que había ante los libros de cuentos. Estamos asistiendo a un crecimiento de lectores. Eso sí lo he notado en estos años y sería tonto negarlo.
–Una parte destacada del catálogo de Páginas de Espuma está constituida por autores latinoamericanos. ¿Qué importancia tiene América latina para la editorial?
–Ser editor es ser lector. Un lector y editor nacido en los años ‘60 en España se formó como lector con el cuento latinoamericano. En el arranque de la editorial no hubo una premeditación de decir: “voy a publicar autores latinoamericanos, así iré creando una distribución”... América latina se fue acercando y nosotros nos fuimos aproximando. El compromiso latinoamericano se ha hecho fuerte en Páginas de Espuma, pero no solo como editor y como editorial. Latinoamérica es diecinueve realidades, con sus diferencias y semejanzas, y España solo es una. Es difícil publicar literatura en español y dejar a diecinueve partes de veinte afuera, aunque nuestra editorial esté en Madrid. Pero lo que más me importa y por eso sigo viajando a América latina, leyendo textos latinoamericanos, publicando autores latinoamericanos, es que me he enriquecido como persona con el trato con otras latitudes y con otras formas de mirar y de entender el mundo. Creo que eso me ha enriquecido tanto como para llevarme a una situación fronteriza en mi contacto con otras realidades lectoras, literarias y humanas. Mi compromiso latinoamericano es ser una editorial fronteriza a todas las formas de convivir.