“Quiero llorar”, se le escapó, bajito. Sonrisa de cachete a cachete, sobre mitad en manito mitad dentro de la urna, a Nora Cortiñas casi la invade la emoción en la escuela número 75 de Castelar. Para Taty Almeida la jornada de ayer también fue un momento “especial”: “Con ansiedad y con alegría” entró al cuarto oscuro que le tocó en la Escuela de Jardinería “Cristóbal Hicken”, ubicada en el Jardín Botánico. Ninguna de las dos Madres de Plaza de Mayo vistieron su pañuelo blanco, pero su voto fue cantado: “Hoy votamos con memoria”, aseguró Taty. “Contra el fascismo y por la democracia”, añadió Nora, en un análisis del balotaje que unió al conurbano y la Ciudad de Buenos Aires, que atravesó de punta a punta el país.
Nora y Taty tienen 93 años. Fueron a votar en todas las elecciones que hubo desde 1983 hasta acá. Y este año lo hicieron en las PASO, en las generales y también ayer. Ninguna de las dos recuerda un comicio mas atravesado por el “monstruo del fascismo” como ésta en la que una de las fórmulas en competencia, la que compartieron Javier Milei y Victoria Villarruel, plantean un ataque real y concreto a las víctimas de la última dictadura cívico militar, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, a las políticas de Memoria, de Verdad y de Justicia. “Acá no hay adversarios, hay enemigos, las cosas por su nombre”, definió la mamá de Alejandro Almeida, secuestrado y desaparecido en junio de 1975 en manos de la Triple A, un rato después de haber metido en la urna un voto en la escuela ubicada en el Jardín Botánico, muy cerca de su casa.
Votó por Sergio Massa y Agustín Rossi, Taty, acompañada de su hija Alejandra, arreglada como para una fiesta y adornado su pecho con “una gran escarapela”. El pañuelo blanco lo dejó en la casa, lo iría a buscar a la tarde, antes de ir al bunker de Unión por la Patria. Entre voto y bunker, mechó almuerzo familiar. “¿Siesta? Hoy no. Me acostumbré a dormirla desde la pandemia, pero hoy no se puede dormir, mucho nervio, mucha expectativa, mucho deseo de que nada de lo que nos acecha suceda”, confió. Nora también metió la boleta oficialista convencida de que “hoy es por la democracia y contra el fascismo; mañana en la calle cuando haya cosas que denunciar”. Autoridades de mesa, votantes y hasta efectivos de Gendarmería y Policía de la Escuela N°75 de Castelar, a unas 15 cuadras de su casa, la recibieron, celulares en mano, caras de asombro y aplausos.
¿De dónde salió? ¿Cómo nos pasó?
Nora se despertó, se sentó en el borde de la cama y se quedó varios minutos pensando. ¿Espabilándose? “No, pensando, estaba espabilada desde hacía rato. Me quedé repasando cómo fue que pasó que este personaje está entre nosotros, ¿quién lo trajo? ¿Cómo creció?”, se preguntó. No logra identificar ese momento en el que el “monstruo se volvió real”, pero sí puede ubicar “cada agresión, cada insulto, cada mentira” como las razones de su pena.
“Las Madres nos juntábamos, armábamos un cartel con todos nuestros reclamos, e íbamos a cada cierre de campaña en las elecciones que hemos atravesado, a escuchar las propuestas de los candidatos. Nunca, jamás, escuchamos nada parecido a Milei y a la mujer que lo acompaña, jamás presenciamos tanto odio junto en democracia”, recordó. Dijo también que la invitaron a los debates presidenciales, y que la gente que la cuida y la rodea le aconsejó que no fuera. “Tenían miedo de que algo de lo que dijera esta persona me causara una angustia grande”.
Expertas en vivir con esperanza
Experta en sobreponerse al pesar, cuando aquella incertidumbre se le empezaba a convertir en tristeza se levantó, se puso el conjunto de pantalón rosa y camisa floreada a tono que le pidió a la cuidadora que la cuidó, pasó por el baño y salió a la mañana. Tomó las pastillas que le tocaban y desayunó. “¿Estoy bien maquillada?”, le preguntó a una vecina que suele ir a visitarla para acompañarla y privilegiarse, a la vez, con la compañía de esta Madre de Plaza de Mayo de 93 años. Se calzó los anteojos, tomó su bastón, y salió: “Vamos a votar, vamos que nos va a ir bien”.
Taty también sobrepuso la “alegría de poder elegir, de seguir aportando todo lo que esté al alcance para defender a los 30mil” a la angustia de la campaña electoral y la ansiedad del día “en el que se define el futuro de todos”. Juntó esos dos sentimientos y los acomodó “en un lugarcito” de su cuerpo, “en donde no paralicen, porque al fin y al cabo estamos vivos y activos. No van a poder hacer nada de lo que amenazaron”, echó al viento el mensaje con la esperanza de que les llegue en tono de advertencia a les negacionistas y “asesinos de derechos” y de recomendación a quienes les pusieron un voto. “Tanto le costó a esta sociedad llegar hasta acá, mejor seguir a por lo que nos falta, en lugar de retroceder hasta la nada, ¿no?”, explicó.