PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
Luiz Inácio Lula da Silva le clavó los ojos a Sergio Moro, elevó la mano derecha para subrayar sus palabras y disparó “¿yo puedo mirar en la cara a mis nietos y decirles que vine a Curitiba a prestar declaración a un juez imparcial?”. Así se cerró la audiencia de poco más de dos horas celebrada ayer en el juzgado federal de primera instancia a cargo del magistrado cuyos seguidores inflaron un muñeco de 10 metros de altura, el Super Moro, estrenado en las marchas golpistas del año pasado.
Según las primeras informaciones, la movilización de campesinos sin tierra y militantes del Partido de los Trabajadores fue muy superior a la convocada por los adictos al juez.
No es sencillo reconstruir con fidelidad lo sucedido en esa ciudad del sur brasileño porque la versión de las empresas privadas de noticias está sesgada por su simpatía hacia el responsable del acoso judicial contra Lula.
Durante la indagatoria el ex mandatario se refirió al fiscal Deltan Dallagnol, barajado como posible candidato a senador en las elecciones de 2018, y demás miembros del “Grupo de Tareas” formado para actuar en la causa Lava Jato.
“Ustedes, los miembros del Ministerio Público Federal, se convirtieron en rehenes de la prensa que todos los días tiene 20, 30 minutos de noticias infundadas contra mí”. Moro procuró mostrar ecuanimidad hasta que perdió la compostura cuando se denunciaron los atropellos mediáticos. Allí interrumpió al indagado para ordenarle que deje las críticas de lado puesto que el juzgado no es un lugar “para hacer discursos de campaña.” Con esa interrupción reveló su falta de perspicacia para ocultar su simpatía hacia los medios dominantes, sobre todo la cadena Globo. “Moro está donde está porque lo apadrina Globo, es un tipo con una formación judicial pobre que quiere hacer política y haciendo política es todavía más mediocre que como juez, por eso se inhibe cuando le toca enfrentar a Lula, parece que se encoje” explicó Wadih Damous, ex titular de la Orden de Abogados de Brasil, consultado por PáginaI12.
En efecto, el juez quiso evitar verse en plano corto con el procesado al que propuso realizar la indagatoria por teleconferencia aduciendo cuestiones administrativas y economía de gastos.
La oferta fue rechazada por el abogado Cristiano Zanin, que defiende a Lula en las causas abiertas en Brasil y se presentó ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde acusó a Moro por violación de las garantías civiles y políticas del procesado. En la denuncia también se menciona el uso arbitrario de la “delación premiada” como una forma de coacción para que los otros imputados acusen a Lula. Esto habría ocurrido con el ex ministro de Hacienda, el petista Antonio Palocci, que la semana pasada habló de un “pacto de sangre” entre Lula y Odebrecht.
“Yo lo vi a Palocci mentir aquí mismo” lamentó Lula.
La cita de ayer fue por la causa abierta sobre la compra de un departamento en San Bernardo do Campo, en el cordón industrial de San Pablo, y de un terreno para la construcción del Instituto Lula, en el centro paulista. Lo curioso es que el Ministerio Público, en su denuncia sobre la supuesta coima pagada por Odebrecht, reconoció que el terreno en cuestión nunca fue cedido a Lula. Es decir, falta la prueba del delito como ocurrió hace dos meses en la causa anterior sobre un departamento en la ciudad balnearia de Guarujá que jamás fue ocupada por el imputado, no obstante lo cual recibió una condena de nueve años y medio de prisión.
Ese fallo fue girado en sólo 42 días al tribunal de alzada, la mitad del tiempo promedio de las otros procesos de Lava Jato. Esa premura tiene una explicación política. Si los camaristas de Porto Alegre confirman la sentencia hasta agosto del año que viene Lula quedará impedido de postularse.
Después de la audiencia, cuando comenzaba a caer el sol, se dirigió a la Plaza Generoso Marques donde habló para miles de simpatizantes.
“Ellos tienen miedo de que yo vuelva a gobernar este país, y tienen razón en tener miedo”, lanzó y recibió una ovación.
“No hay en la historia de la humanidad ningún estadista que haya resuelto gobernar por los pobres que haya enfrentado la saña de una elite perversa como esta” .
Lula tenía la voz afónica después de 20 días de caravana en colectivo por la región nordeste donde constató que su popularidad está viva, una aprobación que se repite en otras regiones del país por lo que su nombre aparece primero en todas las encuestas de opinión sobre las elecciones del año que viene. Ya avisó que no dejará de recorrer el país para garantizar a sus derechos políticos amenazados por facciones del poder judicial, del cual Moro es la figura descollante.