La narrativa histórica y la ficcional, en tanto discursos simbólicos, intentan dotar de sentido al mundo. Las huellas de lo real pueden potenciar ese espacio de significación compartido entre lectores y escritores. El Festival de Novela Histórica y Testimonial de Buenos Aires comenzará hoy a las 19 en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (Suipacha 1422), con una conferencia inaugural del escritor Pablo Gaiano, coordinador del festival, y Jorge Cometti, director del Museo. Carlos Gamerro, María Rosa Lojo, Alicia Plante, Eduardo Blaustein, Juan Terranova, Patricia Ratto, Mercedes Güiraldes, Julián López, Silvia Plager, Patricia Sagastizábal, Héctor Roque Pitt, Paola Cortes Rocca, Gabriela Margall, Mabel Pagano, Diana Wang, Mercedes Giuffré, Mónica Dawidowicz y Ana María Cabrera, entre otros, participarán en distintas mesas sobre “Lucía Miranda y las primeras cautivas”, “Novela histórica sobre la etapa rosista”, “Alberto Laiseca y la novela histórica”, “Crónicas de viajes y personajes novelescos”, “Dos tragedias, dos épocas: femicidios y discriminación”, “Irrupción de la mujer en la vida política argentina”, “Nuestra noche más negra: novelas sobre la dictadura”, “Novelas sobre Malvinas” y “Literatura testimonial sobre tragedias colectivas: sobrevivientes en Argentina del Holocausto”, entre otros temas. 

¿Cuál es el campo de maniobra que tiene la novela histórica respecto de la ficción? ¿Hay límites para la ficción cuando se pretende contar un hecho histórico? “El límite para toda buena novela, incluyendo la novela histórica, es la responsabilidad imaginativa. No banalizar los hechos de ninguna manera”, dice Carlos Gamerro a PáginaI12. “El pasado en la ficción es imaginario, es interrogado y enfocado desde los temores, deseos y valores de nuestro presente. Por eso la ficción histórica, paradójicamente, nos habla de lo que ahora deseamos ser y de aquello que hoy no querríamos haber olvidado”, reflexiona María Rosa Lojo. “La novela histórica ficcionaliza sobre hechos reales, pero una parte de la novela debe ser completamente verídica. La reconstrucción epocal debe ser rigurosa. Y no caer –como dice Umberto Eco, quien escribió una de las mejores novelas históricas del siglo pasado, El nombre de la Rosa–, en las prácticas de Alejandro Dumas, quien hacía hablar a sus personajes sin ubicarlos en tiempo y lugar. En cambio, las técnicas a utilizar no deben tener límites”, compara Pablo Gaiano, coordinador del Festival.

“La novela testimonial ha sido clave en la denuncia contra la dictadura. La dictadura había construido un gran relato encubridor y las barbaridades que había hecho eran tan desmesuradas que el testimonio era parte sustancial del ‘desenmascaramiento’ de la realidad. No se necesitaba ‘imaginación’ –aclara Gaiano–. Por otro lado, existe una consigna feminista que dice ‘lo personal es político’, muchas formas de opresión pueden darse en situaciones hogareñas sencillas y las novelas testimoniales pueden tener un registro de época muy profundo. Otras novelas testimoniales nos cuentan sencillas pero profundas relaciones de poder, como Nada es como era de Mercedes Güiraldes, que cuenta en primera persona sus padecimientos con el cáncer y su relación con el sistema de salud. Una excelente novela testimonial que no tiene ni un ripio.”

La ficción puede conformar una verdad más viva y real que la verdad. “A partir de ese texto fundacional que es el Facundo, el cruce entre historia y ficción fue terreno privilegiado de las luchas políticas del siglo XIX. Eso hizo de aquellos políticos poderosos escritores, y de los escritores, políticos de calidad. A lo largo del siglo XX, esta conjunción se fue debilitando y hoy las poderosas ficciones literarias del pasado han sido reemplazadas por ‘guiones’ o ‘relatos’ inspirados menos en la literatura que en el marketing y la publicidad. En mi ensayo Facundo o Martín Fierro. Los libros que inventaron la Argentina trabajo este tema”, advierte Gamerro. “Justamente, tenemos una mesa con la influencia de la literatura en la realidad. Vamos a pensar de qué manera la literatura constituye imaginarios e identidades”, agrega Gaiano.

Quizá la novela histórica necesita más de la distancia temporal entre el acontecimiento de los hechos y la escritura. En cambio, el testimonio es más potente cuanto más inmediato es y va perdiendo fuerza conforme pasa el tiempo. El coordinador del Festival subraya que “toda novela testimonial actual, con el tiempo, desde la perspectiva del lector, se lee como novela histórica”. “Hoy todos leemos Amalia, de José Mármol, como novela histórica a pesar de que en su origen era una novela política y ‘actual’. Pero es cierto que algunas novelas testimoniales, que son nada más un testimonio y no buena literatura, pierden fuerza con el tiempo. Otras, muy bien escritas y muy genuinas como El diario de Ana Frank, nos siguen conmoviendo. Vamos a tener una mesa con Diana Wang, Silvia Plager y Mónica Dawidowicz, quienes trabajan sobre temas relacionados con sobrevivientes de la Shoa que emigraron a la Argentina. Mónica es una sobreviviente directa del Holocausto y su libro Todos mis nombres, conmueve hasta las tripas, aunque los hechos pasaron hace más de medio siglo.”

* La entrada es libre y gratuita. La programación completa en el Facebook del festival: www.facebook.com/fnhytbsas/

 

Rafael Yohai
“El pasado en la ficción es imaginario”, asegura María Rosa Lojo.