Era cantado desde el primer momento que el desembarco de la Gendarmería Nacional en las pericias sobre la muerte de Alberto Nisman tenía un objetivo: afirmar que lo mataron, contra las conclusiones de los peritos de la Corte Suprema que señalaban que no había ni un solo elemento para sostener la presencia de otra persona en el baño donde apareció sin vida. Para los peritos de la fuerza, que son 28, no sólo el fiscal fue asesinado sino que el crimen fue cometido entre dos personas que lo golpearon y lo drogaron con ketamina. Según esa teoría, uno le disparó y tiró el arma por encima del hombro, el cuerpo fue acomodado apoyado en la puerta por donde ellos salieron. Aducen que la sangre chorreada en las manos con la forma de la empuñadura de la pistola habría llegado hasta ahí de casualidad, porque se tocó el propio Nisman a alguien lo embadurnó; no explican las salpicaduras a su espaldas, donde se supone que estaba uno de los atacantes interpuesto; ni cómo ingresó al cuerpo suficiente cantidad de droga para doparlo, lo que requeriría un pinchazo, que no tenía, ni cómo la ketamina surtía efecto en ese momento si ya estaba metabolizada en el hígado. Hablan de golpes que los forenses anteriores señalaron como hematomas viejos; y se aferran a que no se hallaron restos de fulminante en las manos, un estudio que no es concluyente. Las dos querellas adhieren al planteo de asesinato, pero apuntan a un solo autor. La de Sandra Arroyo Salgado, para adaptarse, modificó explicaciones. La defensa de Diego Lagomarsino mantuvo su postura original de que el hecho se acerca a un suicidio.
La Gendarmería -que depende del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich- difundió un comunicado que decía que su Dirección de Criminalística y Estudios Forenses no produjo “ningún informe final conclusivo”. Es cierto que no está escrito aún, pero desde hace varias semanas todos los especialistas designados por la Gendarmería dejaron claro su postura en las reuniones que hace los miércoles la junta interdisciplinaria, según informaron a PáginaI12 allegados a la investigación. Algunos planteaban casi desde el inicio que a Nisman lo mataron, aún sin haber avanzado demasiado. Es más, Clarín publicó que ésa iba a ser la conclusión cuando la junta no había comenzado su trabajo. Anteayer, en particular, los peritos hicieron una “recreación” de la muerte en una réplica del baño hecha de madera, en el edificio Centinela. Uno de los peritos actuaba de Nisman y luego cada especialista hacia una demostración con él.
Mientras la causa estuvo a cargo de la jueza Fabiana Palmaghini y de la fiscal Viviana Fein, la junta quedó integrada por peritos oficiales prestigiosos de la Corte. Ellos concluyeron que no había ningún indicio o prueba que permitiera afirmar que a Nisman lo mataron ni rastros de la presencia de nadie más dentro del baño. Los únicos peritos que votaron en disidencia fueron los de la querella. Cuando la causa se mudó a Comodoro Py, gracias a la declaración ex jefe de operaciones de la ex Side Antonio Horacio Stiuso, que con más de un año de tardanza habló de asesinato, el fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini le encomendaron a la Gendarmería hacer todas las pericias otra vez.
Ketamina
El elemento nuevo que apareció en el estudio toxicológico de este año, tal como reveló este diario, fue la ketamina. A ella se aferraron los peritos de Gendarmería para producir una nueva explicación de la muerte. Es una droga que tiene dos usos: como anestésico, en especial en animales o a veces en personas (terapia intensiva, por ejemplo) ya que deja inactivas las extremidades, pero no tiene un uso hospitalario extendido en la actualidad debido a que es un fármaco considerado viejo y poco efectivo. El otro uso es recreativo: en dosis más bajas, diluido, en pastillas o esnifada, tiene efecto alucinógeno, psicodélico, y provoca pérdida de la noción del cuerpo. La ketamina es conocida para las personas que transitan “la noche”, en fiestas y boliches, donde es de circulación frecuente.
Los peritos de Gendarmería argumentan que a Nisman le dieron ketamina para dormirlo o atontarlo y para matarlo. En ese estado, indican, no se podía disparar a sí mismo. Los peritos designados por Arroyo Salgado (ex esposa de Nisman) y por la madre del fiscal, Sara Garfunkel, se sumaron a este enfoque. Es una curiosidad cómo llegaron a esta conclusión porque no se estableció qué cantidad de ketamina había en el cuerpo del fiscal ni de qué manera fue suministrada. Es un dato determinante porque para dopar a alguien, como dicen que ocurrió, ya que el cuerpo no tenía signos defensivos, hace falta una dosis inyectable. Pero Nisman no tenía ninguna pinchadura de aguja. La otra cuestión es que la droga apareció metabolizada en el hígado, no en la sangre. Eso haría suponer que ya debía haber pasado el efecto más fuerte, llevaba un rato en el organismo. En ese caso ¿cómo es que no se defendió ni tenía marcas de resistencia en el cuerpo?
La escena y los rastros
Otra cuestión que no explicaron en la junta los peritos de Gendarmería es cómo llegó Nisman con sus dos supuestos asesinos hasta el baño. Describen que ya en el lugar uno tomó a Nisman desde el costado izquierdo y por detrás estaba el que disparó el gatillo con el arma sobre la sien del lado derecho; ubican al fiscal con la rodilla izquierda en el piso, mirando a la bañera, mientras hacen fuerza para sostenerlo. Ni siquiera los peritos de las querellas terminaron de avalar la presencia de dos personas en el baño. Apenas después del hallazgo del cuerpo, los expertos vieron que en la parte posterior había pequeñas salpicaduras de sangre y otras de suero. ¿Cómo llegaron hasta ahí si había una persona detrás de Nisman? ¿Cómo salieron otras eyectadas hacia los costados, si había otro sujeto? Habrá que ver qué escriben en el informe final los analistas de Gendarmería.
La querella de Arroyo Salgado, que dio múltiples conferencias de prensa desde 2015 en las que alegó que estaba científicamente comprobado que a Nisman lo mataron con la rodilla en el piso haciéndole empuñar el arma, ahora dice que la pistola la tenía el atacante. También sostenía que las manchas de sangre tenían una modalidad de salpicadura llamada “bax pater”, como si hubiera salido de un spray, pero cambió de idea y habla de manchas “por transferencia”. Las de la mano argumentan que podrían ser por movimientos de Nisman, tocando zonas ensangrentadas o porque el asesino se las manchó igual que el resto del baño. También sostenían que el golpe en la cabeza se lo habían dado con una cachiporra con arena; ahora podrían aceptar lo que dicen los gendarmes: que lo golpearon. Uno de los peritos de la madre de Nisman tenía las dos rodillas en el piso, y que la sangre fue dispersada por el homicida.
La semana pasada los delegados de Gendarmería llegaron a plantear que le habían dado un golpe en la nariz, pero no tenía ninguna marca porque había sido obra de un karateca experto capaz de evitar marcas. Esta semana se arrepintieron, solo hablan de golpes. Aunque incluirían uno que tenía en la pierna izquierda, que era un hematoma verdoso, de un golpe viejo, según los forenses.
El famoso fulminante
Un punto que unió a las querellas y Gendarmería apunta a los estudios de barrido hechos en la mano de Nisman que se hicieron en laboratorios de La Plata y Salta. Como dieron todos negativo, sin rastros de fulminante, alegan que es porque él no empuñó el arma. Para que dé positivo deben detectarse, juntas, partículas de bario, plomo y antimonio. Los informes de aquellos barridos no eran concluyentes. El informe de Salta, por ejemplo, decía: “Sobre las muestras analizadas se hallaron partículas consistentes en con residuos de disparo. Las que son definidas por la norma de referencia del método como: aquellas que pueden estar asociadas con la descarga de un arma, pero también podrían originarse a partir de otras fuentes no relacionadas con una deflagración de armas (….) cuando se conceptúa que ´no se hallaron partículas características de residuos de disparo’ no se está afirmando que la persona muestreada no ha disparado un arma de fuego”.
Los peritos de Lagomarsino pusieron énfasis en que la mano que debió empuñar el arma estaba bañada en sangre, con la forma de una “v”, como si la pistola hubiera tapado un sector. El disparo es delante de la oreja, pegado a la sien. La Bersa apareció cerca del hombro. Si alguien quiere simular un suicidio la coloca cerca de la mano. La rigidez cadavérica de la mano era compatible con el movimiento de agarrar un arma. Si Lagomarsino declaró que le prestó la pistola a Nisman, ¿los asesinos la usaron a propósito? ¿O será el camino para dejarlo implicado? ¿Si el técnico informático está involucrado, por qué cometería la torpeza de dejar el arma en el lugar?
Uno de sus peritos llevó una filmación del suicidio de una persona frente a un ascensor tomado por las cámaras de seguridad. La caída hacia atrás (lo que explicaría el golpe) y la disposición del cuerpo es exactamente la misma en la que se encontró a Nisman. Sus colegas se quedaron mirando. La semana que viene tendrán un informe definitivo. El juzgado, además, podría mandar a hacer una reconstrucción en el departamento de Le Parc.