Desde Esquel
Las declaraciones testimoniales de cuatro gendarmes realizadas ayer ante el juez federal de Esquel Guido Otranto dejaron en claro que durante el primero de agosto –fecha de la desaparición forzada de Santiago Maldonado– varios integrantes de esa fuerza federal realizaron un “rastrillaje” sobre la veda del río en busca de “manifestantes” y de objetos que pertenecieran a los integrantes del Pu Lof en Resistencia. Estos dichos contradicen las declaraciones mediáticas del comandante Pablo Escola, segundo al mando del Escuadrón 36 de Esquel, quien había afirmado que en ningún momento estuvieron a menos de “cuarenta metros del río”. También dejaron en claro que nada se hacía sin la orden directa de Escola, lo que desmontaría la (ahora) versión oficial que indica que un grupo de gendarmes habría cometido algún “exceso” por cuenta propia.
El sargento Daniel Alberto Orrego, del Escuadrón 35 de El Bolsón, estuvo sobre la Ruta Nacional 40, participó del despeje de la barricada levantada por los integrantes de la Pu Lof en Resistencia, donde estuvo Santiago Maldonado, y luego ingresó al predio para quedarse apostado sobre una casilla en donde también estaba el vehículo Eurocargo de la Gendarmería. En su declaración, Orrego manifestó que cada Gendarme tenía un rol asignado directamente por Escola, quien quedó a cargo del operativo luego de que su superior, Fabián Méndez, abandonara el predio, justo diez minutos antes de que se iniciara la represión.
“No había insubordinados”, dejó en claro Orrego. Para los abogados querellantes, esta declaración vuelve a poner la lupa sobre el rol que tuvo la superioridad de Gendarmería –en este caso Escola– y que lo sucedido cerca del Río, donde fue visto por última vez Maldonado, fue una consecuencia directa de esas órdenes.
Los otros tres gendarmes que declararon ayer, Jorge Luis Fortunato, Sergio Roberto Rigonatto y Marcos Anastasio González, también ratificaron que todo lo que sucedió en el operativo dentro de la Pu Lof fue ordenado por Escola.
Orrego contó que escuchó desde el lugar en que se ubicaba la orden de repliegue impartida por el Comandante del Escuadrón de Esquel y a su vez sostuvo que luego de esa orden, los gendarmes realizaron un “rastrillaje” para buscar “manifestantes” y “efectos personales”. Los elementos secuestrados fueron varios, entre ellos un morral con piedras, el cual no fue peritado hasta el momento.
“En la ruta había 8 integrantes de la comunidad, donde también estaba Santiago. Los gendarmes que declararon dicen que vieron cruzar el río a tres personas, entonces es lógico, dentro de su razonamiento, que luego iniciaran una búsqueda del resto de los integrantes de la comunidad”, reflexionó ante Páginai12 un letrado con acceso directo al expediente.
El operativo que terminó con la desaparición forzada de Santiago Maldonado inició a las 11.20 del 1 de agosto y duró, aproximadamente, hasta las 12.30, aunque los gendarmes se retiraron de la Estancia Leleque (ocupada por Benetton) después de las 18. Una hora después de finalizada la represión, Orrego testimonió que pudo divisar del otro lado del río y sobre una pendiente, personas montando a caballo.
Para los abogados querellantes, esta declaración contribuye a ratificar la testimonial de Matías Santana, integrante de la comunidad mapuche, quien sostuvo que pudo escapar de los gendarmes cuando cruzó el río y salió del lugar montando un caballo. Santana es quien sostuvo que vio cómo Maldonado era golpeado por Gendarmería.
Las testimoniales de los gendarmes empiezan a tener huecos cuando les preguntan por lo que sucedió cerca del río. Allí sobresalen las contradicciones. “¿A quién tenían al lado?”, fue una de las preguntas realizadas. “No me acuerdo”, fue la respuesta más escuchada. Los efectivos se movían en grupos de tres o cuatro personas.
Luego de las declaraciones de 11 efectivos (Walter Ruíz Díaz, César Peral, Juan Carlos Pelozzo, el martes; Hugo Díaz, Daniel Gómez, Orlando Yucra, Juan Prieto, el miércoles, más los cuatro de ayer) ninguno hizo mención al ingreso de la Unimog, cuya presencia fue constatada por el defensor oficial Fernando Machado en una inspección ocular realizada a los pocos días de la desaparición de Santiago Maldonado, huellas que fueron captadas por un fotógrafo de la APDH, y luego incorporadas en el expediente del Habeas Corpus. Esas huellas estaban a menos de tres metros de la pendiente que conduce al río, donde fue visto por última vez Maldonado.
Ahí es donde los abogados querellantes observan otro “hueco” en las declaraciones de los gendarmes. El miércoles, Machado le solicitó al juez o que ordene una pericia sobre la Unimog pero fue rechazada ya que el magistrado consideró que no era pertinente para el expediente del Habeas Corpus. Sin embargo, Otranto sostuvo que dicha medida podría ser tomada en el expediente obre la desaparición forzada, pero no indicó nada concreto al respeto y la fiscal federal Silvana Ávila tampoco.
La presencia de la Unimog es clave ya que su ingreso no fue azaroso, alguien dio la orden de que accediera al lugar. Una de las hipótesis que manejan las querellas es que la presencia de este vehículo es una de las piezas centrales que configura la desaparición forzada. El comandante Pablo Escola debería saber los motivos por los cuales ingresó dicho vehículo.