La mujer demonio de sus opositores o la mujer-líder que les habla a cientos de miles que acuden a escucharla en silencio y devoción. La mujer acusada de delitos inconmensurables o la mujer que siguen miles de jóvenes. Cristina Kirchner fue convertida en mujer-mito. Es un lugar incómodo para la política, para ella y para sus críticos que cuanto más la acusan de asesinatos clandestinos o de traición a la Patria, más alimentan esa imagen en vez de menoscabarla. El hecho más controversial, más discutible y analizable de la entrevista de Cristina Kirchner con Luis Novaresio por Infobae, un canal de Internet, no es tanto su contenido, sino que se haya hecho. Es un dato político de la realidad porque la ex presidenta está haciendo campaña electoral con toda la corporación mediática en su contra.
Una entrevista periodística de casi dos horas es larga, pero es la primera en mucho tiempo y tiene la propiedad de mostrarla de carne y hueso, donde el mito se despeja de implícitos y complicidades que construye el periodismo amarillo. Es una mujer con historia y con ideas, polémica, incisiva, enérgica y hasta molesta. Lo mismo para sus seguidores. Y es mejor para la política que el aura mítica se revierta en propuestas que se pueden discutir y sacar ese fantasma imaginario.
El periodista Luis Novaresio dejó hablar, a pesar de que todo el tiempo subrayaba que no pensaba en nada como ella. Es un mérito en una época donde muchos hubieran convertido esa entrevista en un show de caníbales disfrazados de justicieros, como sucede en la mayoría de los programas de espectáculo político de la televisión.
En esta nueva argentina con gobierno conservador y aplastante mayoría de medios oficialistas favorecidos por una pauta oficial jugosa, que prácticamente cuadruplicó el gobierno de Mauricio Macri, son pocos los espacios que pueden digerir una entrevista con Cristina Kirchner, un diálogo normal, inquisidor, pero sin agresiones ni golpes bajos.
Y no se trata de un dirigente menor sino de una de las figuras más importantes de la política argentina y una de las principales candidatas en el distrito más populoso. A pesar de la gran cantidad de programas políticos, esa incapacidad, esa falta de espacios plurales es una característica de la información en esta nueva etapa de la Argentina. Cambiemos llegó con un discurso de pluralismo y libertad y en cambio cada vez es más uniforme la circulación de la información. En esta campaña por las elecciones legislativas, Cristina Kirchner tiene en contra a toda la corporación de grandes medios de comunicación.
En ese contexto, la entrevista con Novaresio fue una novedad. Crear un demonio en el imaginario de las personas es un problema cuando deja de serlo y se convierte en una persona. El demonio es aterrador, pero no puede responder a las acusaciones que se repiten y que son apuntaladas por jueces involucrados en ese juego. En una entrevista, está la persona que sí puede responder. Entonces el efecto siempre es a favor del demonizado, en este caso la entrevistada, que deja de ser un demonio cargado de supuestos inconfesables y tiene explicaciones y respuestas que provienen de una mirada que no resulta desopilante ni disparatada. Esos microclimas demonizadores desorientan a los mismos que los alimentan cuando advierten que el fabuloso argumento descalificador se de- sarma con una respuesta simple.
El entrevistador, al que muchos anti K criticarán, recorrió todo el espinel de lugares comunes del antikirchnerismo. Son los temas de las primeras planas de Clarín y La Nación. Novaresio preguntó por Nisman, por López, por De Vido y Boudou y por Jorge Julio López, siguió por el memorándum con Irán, por Lázaro Báez y Cristóbal López, por la causa Hotesur y Los Sauces y por el enriquecimiento ilícito y hasta por Venezuela. Enfrente tenía a una persona que le respondía, lo cual en esos temas no sucedió casi nunca porque lo han evitado. Los mismos medios que colgaron una y otra vez esas acusaciones en primera plana nunca le dieron la oportunidad a Cristina Kirchner de exponer sus argumentos. Y en ese sentido, la entrevista fue buena y cada quien sacará sus conclusiones.
En el momento en que comenzó la transmisión por la señal de Internet, la empezaron a repetir otros canales. Uno tras otro la fueron levantando hasta que pareció una de aquellas cadenas nacionales que tanto se le criticaron. Alguien lo explicó como una cuestión de rating, que en este caso evidenció un interés genuino, no artificial, por quienes la cuestionan y los que la respaldan. La ex presidenta contestó cada una de esas preguntas, pero también descargó sus críticas al Gobierno, al ajuste inminente, la inflación, la represión, el desempleo, el cierre de empresas, el endeudamiento y la misma corrupción en el macrismo, donde las cifras son escandalosas pero que son naturalizadas por los medios oficialistas y descartadas por jueces afines.
Será una campaña desigual para Cristina Kirchner, con los medios concentrados en su contra, los que, al mismo tiempo, ocultan los escándalos del oficialismo y hacen campaña por sus candidatos. Novaresio le preguntó si consideraba al gobierno de Macri como una dictadura. La ex presidenta dijo que no, pero que tampoco existía un estado de derecho ni una democracia plena. La situación que ella protagoniza, la falta de pluralismo, el ensañamiento en su contra de la corporación mediática en bloque, resulta una evidencia indiscutible de que algo muy importante falla en esta democracia.