Pasan los años, pero el mito de Sissi no solo no disminuye sino que aumenta. La célebre kaiserin de triste final tiene un museo especial para ella en el Hofburg, que fuera a la vez el palacio de invierno de los Habsburgo y su virtual cárcel: también aparece en los más diferentes lugares de Viena, la capital de la que siempre quiso huir y que hoy multiplica sus retratos en souvenirs y exposiciones. Sus admiradores parecen no cansarse nunca, y así siguen la siguen desde Schönbrunn hasta el Hofburg: pero como nunca alcanza, y el sueño de todos es conseguir una selfie con Sissi, Viena tiene también otras alternativas.
EN EL PRATER El Museo de Cera de Mme. Tussaud’s, un clásico de Londres fundado por la antigua institutriz de María Antonieta tras su huida de la Francia revolucionaria, ya es una franquicia extendida por todo el mundo. Uno podría preguntarse qué hay de diferente que justifique ir a ver el de Viena, que está situado en el Prater, ese famosísimo parque de diversiones –con reminiscencias de Italpark– y su aún más famosísima rueda, aquella del Tercer Hombre. Pero lo hay, si uno es un fan irremisible de la Novicia Rebelde y quiere sacarse una foto con Julie Andrews en su papel de Maria Von Trapp; o echado en el diván del Dr. Sigmund Freud; o junto a Klimt y sus cuadros; o junto a una jovencita Romy Schneider. Y con un precoz Mozart, o un inspirado Johann Strauss. Un poco más bizarro, pero no menos popular, es sacarse una foto con Conchita Wurst, el alter ego barbudo y femenino del cantante austríaco Thomas Neuwirth, que dio el batacazo en el concurso Eurovisión 2014 y le dio a Austria el codiciado premio de la canción popular europea.
Bien consciente de la necesidad de explotar la veta austríaca, y de la nunca decreciente popularidad de Sissi (así popularizada por la película de Romy Schneider, aunque en Austria se la conoce más como Sisi), este año el Museo de Mme. Tussaud’s abrió las puertas de una sección especial: es la Sisi Uncovered Experience, una nueva forma de aproximarse al personaje. Los escenarios reales de la vida de Elisabeth de Baviera están muy cerca, en los imponentes palacios imperiales vieneses, el gran Hofburg y el Schönbrunn que funcionaba como residencia veraniega de los Habsburgo (y donde se exhibe en estos meses una exposición de carruajes con muchos detalles dedicados a Sissi, desde su impresionante carro funerario hasta la cola de su traje de novia o un vestido de corte que revela la impresionante delgadez de su “cintura de avispa”). Esta nueva sección es el lugar donde los admiradores o curiososos de la vida de Sissi pueden explorar una nueva suerte de “miniparque temático” dentro mismo del museo, que sigue un día en la vida de la emperatriz recreado con técnicas de vanguardia que incluyen animaciones tridimensionales y experiencias sensoriales. Además –ya que ni en el Hofburg ni en Schonnbrunn se pueden sacar fotos– es el lugar perfecto para una foto junto a la emperatriz.
EXPERIENCIA 5D Los responsables de Sisi Uncovered Experience la definen como una “experiencia 5D”, que comenzó a gestarse en 2015 con la colaboración de expertos internacionales en instalaciones de arte. El resultado es una combinación de aromas, música, sonidos, gusto e impresiones hápticas (es decir todas las sensaciones no visuales y auditivas que puede experimentar una persona) puesta al servicio de la recreación de una vida. Pocos meses después de la inauguración, ya es una de las grandes atracciones en Viena y una inmersión total en el siglo XIX, para la cual se cuidó cada detalle y se estudiaron a fondo las famosas pinturas que representan a los personajes de la corte de la época. En la entrada se levantan las figuras de cera de Sisi y Francisco José, creadas en Londres y presentes en Viena desde que abrió el museo de Madame Tussaud en 2011. La emperatriz se ve como en el retrato de Wintherhalter pintado en 1865, con un vaporoso vestido blanco y la espesa cabellera –insertada pelo por pelo a lo largo de seis semanas de trabajo– adornada con flores. Tanto es el realismo que lleva un día entero lavarle el pelo a la estatua... Y según se cuenta en los paneles, tanto pelo pesaba y solía causarle dolores de cabeza, pero no por eso pensaba cortarlo: por el contrario, sus damas de honor debían presentarle en un bol, para que los contara, todos los cabellos caídos al peinarla.
Mapas del imperio austríaco, miriñaques, hologramas, espejos, muebles, fotografías y libros –muchos acumulados sobre la réplica del escritorio de Francisco José– se suman a las estatuas de los emperadores para revivir toda una época (cuyos aromas no siempre son principescos: aquí se puede descubrir, por ejemplo, hasta qué punto podían ser desagradables los olores de las calles vienesas en aquellos fastos tiempos). Y es también una exposición de contrastes: como subrayó el realizador Leopold Altenburg, descendiente de Sissi, el día de la inauguración, “se muestran los opuestos en la vida de Isabel de Baviera, entre la emperatriz que logró su autoestima en la belleza, representada por la figura de cera, y la emperatriz madura quebrada tras la muerte de su hijo, el príncipe Rodolfo”.
TIME TRAVEL El viaje en el tiempo puede seguir en el Time Travel Vienna. Esta vez la atracción interactiva está cerca del Hofburg y es una buena opción ir después del cierre de los museos (en general a las 18.00), ya que su horario es un poco más extendido. Mediante proyecciones 5D con efectos especiales, que permiten hasta sentir las ratas de la época de la peste, el viajero se sumerge en la historia de esta ciudad que nació como un campamento romano –era la antigua Vindobona– y logró resistir el asedio de los turcos, para convertirse en la capital del más poderoso imperio europeo del siglo XIX. Por allí desfilan los personajes que le dieron vida e historia, desde sus monarcas –con María Teresa a la cabeza, madre de 16 hijos y estratega matrimonial de media Europa– hasta sus artistas y músicos. Sissi, por supuesto, no podía faltar: y aparece en una irónica discusión –mediante figuras animatronic– con Francisco José y la propia María Teresa, en la sección llamada Show Habsburgo, una de las favoritas del público y que se puede seguir con facilidad porque, aunque el espectáculo es en alemán, hay audioguías en varios idiomas. Son 50 minutos de auténtica inmersión en la historia de Viena, menos de una hora pero que valen por veinte siglos.