Desde San Justo, su lugar en el mundo, la guitarra matancera de Claudio Marciello capturó el mandato histórico de extirpar al rock pesado argentino del corsé doble bombo –riff cuadrado– voz impostada y lo fue llevando hacia un lugar más placentero. No solamente a través de esas canciones que, si se les baja un cambio, resultan bellas perlas de fogón (“Sé vos”, “Convide rutero”, “A vos amigo” o “Toro y pampa”, por tomar las más bellas) sino también de otras que nada tienen que envidiarle a clásicos del folklore y del tango: “Zamba de resurrección”, por caso. O “Ceibo”, “Tangolpeado” y “Motivo ciudadano”. Tras el parate de Almafuerte, Marciello grabó su quinto disco, el flamante CTM, que presentará hoy en Niceto (Niceto Vega 5510). “Igual, no quiero que se hable de Almafuerte como mi exbanda, porque no pasa eso”, pide el guitarrista a PáginaI12, acerca de algo que todavía está inconcluso. “Ricardo (Iorio) tomó la decisión de parar, pero no de desarmar la banda. Quiero decir que está todo ahí, puede ser que en algún momento pase algo o no”, aclara el guitarrista que, si bien se enteró que un día el creador de V8 y Hermética había frenado Almafuerte para tocar por las suyas, lo resolvió en un diálogo a solas, cara a cara.

El guitarrista promete regalarle a sus seguidores un mix de quince minutos con temas históricos de Almafuerte, banda que lo tuvo como protagonista durante veinte años y ocho discos. “Fue el grupo que me dio popularidad y además está instalado dentro de lo que es la música popular argentina, porque no solo es una banda de rock y metal pesado, sino también de folklore, por la textura de sus letras y el sonido de sus composiciones. Mirando hacia atrás, veo mucha riqueza y veo también que siempre estuve en el lugar que tenía que estar. Lo único es que nos quedó en el tintero es un disco por editar. Son músicas que ya había preparado y puede ser que las utilice en un próximo disco solista”, prevé.

Por ahora, están las catorce piezas que Marciello y su banda familiar (su hijo Pablo en teclados y su hija Melina en batería y voz, más Leandro Radaelli en bajo) tocarán en Niceto. Entre tales piezas, era inevitable que al Tano le diera por recordar a Pappo, uno de sus máximos referentes, a través de “Insoluble”, de Pappo’s Blues Vol. 2. “Fue el primer disco de Pappo que escuché en mi vida. Y decidí grabarlo porque nació en una zapadita, de esas que se hacen cuando empezás a tocar. Así empezó ésta banda con Melina, Leo y Paulo, de tocadas que hacíamos en el sótano de mi casa, donde hacíamos temas míos, algunos de Almafuerte, otros de Pappo, otros de Spinetta. Entre todas las zapadas aparecía el Carpo y elegimos ésta porque fue la canción que más me había impactado cuando mi hermano trajo el disco a casa. El impacto fue por el ritmo y por ese solo tan extendido. Lo que hice ahora fue acortar el solo, agregar algunas notas en el riff, y ahí fue, con swing bien pulsado. Para el otro disco, pensamos hacer un tema de Invisible”, refiere Marciello, cuyo trayecto solista también incluye Puesto en marcha (2001); De pie (2004), Identificado (2010) y Rock directo (2013).

–Entre los temas propios está “Desafío”, donde resalta que no es el ombligo del mundo. ¿Por qué poner esto en una canción?

–Porque todos conocemos personas que son histriónicas, que exaltan demasiado su posición, y muchas veces terminan pidiendo disculpas. Ahí te das cuenta que errar es humano y que no hay que temerle al error, porque éste te da la posibilidad de rectificarte, a menos que te mandes una cagada irreversible. La letra también dice que soy un tipo de forjar, de encender el fuego del fragor, de reinventarme con lo que creo, porque tengo mi verdad y mis convencimientos, sí, pero esa no es la verdad: es mí verdad.

–En otra parte, la canción dice: “Siento que la vida está por revelarme algo que no puedo adivinar”. ¿A qué refiere?

–A que hay cosas que no podés adivinar.

–¿Por ejemplo?

–La traición que es algo que no esperás ni que llegue, ni por dónde, ni de quién. Es muy jodida. A veces nosotros cometemos actos que son traicioneros y hay que observar cómo quedan las personas después de una traición. Los daños son bravos, cuesta superarlos. Soy un tipo temperamental, pero con el transcurso de los años bajé un cambio y me detuve a observar qué efectos puede producir en los que quiero alguna decisión que pueda tomar, porque también he tomado decisiones que han causado daño.

Otra de las canciones fuertes del disco son las que canta Ricardo Mollo: “Aquí” y “Las palabras”. El guitarrista de Divididos se enteró que Marciello estaba grabando y se mandó. “Se apareció en el estudio y me dijo ‘Tano, vengo a cantar’. El tipo pidió pista y la verdad es que había que pararlo”, se ríe el Marciello. “Cuando grabó la voz en ‘Aquí’ nos hizo lagrimear a todos los que estábamos detrás de la cabina”, cuenta Marciello, en una de las secuencias de la cocina de la grabación. Otra radica en la previa de un tema nodal para el disco: el bello instrumental “Gratitud”, u otro de los temas clave, crudos y actuales de CTM, “Basta por hoy”, cuya letra va de frente. “Violaciones, tiroteos / situaciones de extrema violencia / reclamos por puestos de trabajo / amenazas y gorilas sicarios”. “Se me ocurrió una vez que me senté a mirar un noticiero. Igual, no quise ahondar por ese lado, porque como tenés que generar una salida a ese ‘está todo mal’, si no tenés que encerrarte en tu casa y comer con una sonda... o perder la vida enclaustrado”, cierra Marciello que, como catarsis, suele recrear también la cruda “Completamente nervioso”, del legendario trío Aeroblus. Y tal vez Niceto sea un buen lugar para repetirlo.