Una, Florencia, se está por casar, aunque duda. Es morocha y vulnerable. Sufre un síndrome (llamado de Tourette) por el cual se llena de tics y de insultos al aire cuando necesita decir algo “inapropiado” y no se anima. La otra, Jazmín, es en varios aspectos distinta: pelirroja, lleva el pelo casi siempre recogido (en dos rodetes) y es bastante segura de sí misma. Aunque también tiene sus momentos vulnerables. Por ejemplo, cuando le confiesa su amor a Florencia, su mejor amiga, que no la ve venir ni en mil años (aunque en realidad sí, muy en el fondo sí, ahora se da cuenta), y el mundo se detiene en un instante. “Me gustás, boluda”, le dice Jaz a Flor entre espasmos de llanto porque vienen de una discusión referida a otro asunto sin importancia, y ahí Flor ya no discute, no habla, no se casa. Se queda muda y en estado de pregunta total. ¿Ella también sentirá lo mismo?
Esta escena de Las Estrellas, la tira prime-time de El Trece, se emitió con picos de rating, de menciones en Twitter, de memes circulando y de todo lo que suele decirse en estos casos. Y vino a cumplir no sólo con una demanda creciente de su audiencia más fanática –que desde el arranque impulsó la unión de “Flozmín” y hoy se expresa en infinidad de cuentas en redes que ya celebran el amor a punto de consumarse– sino también a confirmar el título de revelación que se ganó Julieta Nair Calvo, la Jazmín en cuestión. “Vivo este momento tratando de ser consciente. Porque después pasa que decís qué bueno estuvo, qué lindo fue, y resulta que ni lo disfrutaste”, dice la ex chica Disney y de los musicales, la elegida por Javier Daulte y ganadora de un premio ACE en 2015, que venía llamando la atención aquí y allá (y desde temprano), pero que hasta ahora no había podido contar con un personaje tan a la vista como éste en el que termina enamorando a una de las protagonistas, la loca tierna de Flor (interpretada con gracia por Violeta Urtizberea), sin más armas que su suavidad para cuidarla o comprenderla, y su alto grado de empatía.
“Me pasa que me esperan chicas a la salida de Pol-ka y me cuentan que les encanta Jazmín porque ven que es muy aceptada. Me dicen: ‘En casa mis padres no me aceptan. El único punto de encuentro es ver juntos la novela y que a través de la historia, de lo que pasa entre Jaz y Flor, ellos también puedan entenderme’”, relata Julieta, que en la tira hace de ayudante de cocina en el hotel que manejan Florencia y sus hermanas. Y que fue descubriendo en las sutilezas, las pequeñas gracias de su personaje –cierta desenvoltura entre atildada y aparatosa; cierto carácter de no bancarse maltratos laborales y sin duda saber lo que quiere– el poder para generar empatía hacia dentro y hacia fuera. “Obviamente hay mucho ida y vuelta con Viole, pero también con Javo, el personaje de Esteban Lamothe, que es su jefe en la cocina, además de un amigo. Y en esos vínculos voy encontrando a Jazmín. Creo que la vida también es así. Porque no es que venimos al mundo y ya está, somos comos somos. No: nos vamos construyendo. Y para mí en la ficción pasa lo mismo. Por eso le voy ‘poniendo’ cositas a Jazmín, tratando de hacerla cada vez más verdadera”.
Para la actriz, esas “cositas” tienen que ver casi siempre con el humor. “Yo soy mucho del humor. El humor me salva. ¿Y qué mejor que la situación de Jazmín, que durante tanto tiempo tiene que guardarse el amor que siente, para valerse del humor y la risa?”. Otro ítem importante es la seducción. “Jazmín está enamorada. Y yo sé lo que es estar enamorada. Entonces le presto eso a Jazmín: el cómo se mira a alguien cuando la amás con todo el alma y no se lo podés decir. Ahí no importa a quién tenés adelante. Yo le doy mis ojos y la miro a Flor así”.
En “el ambiente” desde que su mamá la llevaba a los castings luego de verla actuar frente al espejo parlamentos inventados a los cuatro o cinco años, Nair Calvo recién sintió que esto era lo suyo cuando se presentó casi como un juego a Generación Pop, un reality de canto y baile a principios de los 2000, y quedó. “Había diez mil chicos. Y pasaban las rondas y me seguían eligiendo. Ahí me dije: bueno, parece esto que me gusta hacer no sólo le gusta a mis familiares y a mí sino también a mucha otra gente que no conozco”. Hubo giras, fama repentina, éxito. Pero después del reality Julieta bajó tres cambios y se puso a estudiar. Formó una compañía con la actriz, directora y docente Deborah Warren y hasta el final de su adolescencia y primeros veinte vivió el under. “Iba al colegio en Quilmes durante el día y me iba a Capital a estudiar y preparar obras durante la noche. Así muchos años”.
A fuerza de ese trabajo de base entonces no pasó mucho tiempo hasta que pudo volver al circuito profesional. Instalada en Capital desde los 18 años en un departamentito de la avenida Corrientes, participó de varios musicales y de algunos envíos de Cris Morena y Reina Reech. Y desde 2013 hasta este año se la pudo ver en Playground de Disney Channel, un programa de entretenimiento infantil por el cual giró por Latinoamérica y se empezó a hacer conocida. Sin embargo su primer salto artístico previo a Las Estrellas vino de la mano de Javier Daulte, el prestigioso director que la eligió para Ni con perros ni con chicos, su primer musical, y le permitió lucirse por primera vez a otro nivel.
“‘Van a ser cuatro sobre el escenario y Daulte quiere que una seas vos’, me dijo un compañero cuando me convocaron y yo no lo podía creer”, recuerda Julieta, que tuvo que adaptarse al particular estilo del director. “A veces los ensayos éramos los cuatro esperando y él sentado en una silla, la mano sosteniéndose la cara y sin decir nada. Pero nada de nada. Yo pensaba: ¿qué onda esto? Otra era él apunto de decirme algo estilo ‘Juli, a ver...’ y después también nada. Silencio total. ‘¡Acá me echa!, me asustaba. Pero por suerte estaba Laura Oliva que me advertía que era así con todos. Que era su forma de pensar la obra adelante nuestro. No le incomoda el silencio y te ayuda a que vos te pase lo mismo”, señala.
Y resultó porque el papel le valió un premio Ace como revelación. Una categoría que parece ir bien con ella. “A futuro me gustaría seguir trabajando como actriz, viajar, trabajar afuera, hacer películas. Pero: hasta ahora siempre me ocurrió que las cosas que me pasan resultan más lindas de lo que esperaba. Entonces, ¿para qué planear? ¿para qué ponerse metas?”. Una reflexión que si la escuchara Jazmín seguro estaría de acuerdo.