El modo de producción capitalista sufrió intensas transformaciones a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las reglas de funcionamiento del capitalismo monopólico fueron muy diferentes a la etapa de libre concurrencia. El economista austriaco Joseph Shumpeter decía que “el capitalismo es, por su naturaleza, una forma o método de cambio económico y no solo nunca es estacionario, sino que no puede serlo”.
¿Cuáles son las características centrales del capitalismo actual?. Los diagnósticos, como casi siempre, son divergentes. Por caso, la literatura neoshumpeteriana resalta los cambios impulsados por las nuevas tecnologías de comunicación e información. Los neoshumpeterianos plantean la existencia de una continuidad del capitalismo industrial bajo un modelo flexible de organización del trabajo. En cambio, otros autores hablan de una sociedad postindustrial caracterizada por la valorización del conocimiento e información.
Una tercera mirada defiende la tesis de la financiarización de la economía. En otras palabras, la idea de que el comando de la economía está manejado por el capital financiero.
Más allá de ese debate, la creciente importancia de los “activos intangibles” (ideas, marcas, innovación tecnológica) en la economía global es un hecho indiscutible.
En ese marco, la definición de una política científica nacional es un desafío central. Las primeras señales del gobierno de Cambiemos en esa materia (recortes en presupuesto educativo, drástica disminución del ingreso de carrera al Conicet) no fueron auspiciosos. La decisión de discontinuar el financiamiento estatal para el desarrollo satelital es más de lo mismo.
El año pasado, el gobierno contrató a McKinsey para armar el plan de negocios de Arsat. Las recomendaciones de la consultora estadounidense implican desandar el camino recorrido en búsqueda de la soberanía satelital.
Siguiendo esas “sugerencias”, la compañía estatal firmó una carta de intención con una empresa estadounidense para la construcción del Arsat 3. La operación del satélite queda en manos de una empresa (Newco) cuya mayoría accionaria (51 por ciento) estará controlada por Hughes Network Systems.
“Los muchachos no tienen que preocuparse porque van a seguir trabajando en esto”, intentó tranquilizar el Presidente a los trabajadores del Invap. Lo cierto es que, aun cuando se mantengan los puestos de trabajo, eso no impide retroceder en el desarrollo científico nacional.
“De concretarse la fusión (o como se llame) con una multinacional, es decir si se privatiza la industria satelital cambiará la lógica decisional. Por más que Arsat-3 sea construido por Invap las decisiones sobre partes, proveedores, etc. deberán tomarse con visión de mercado y no de desarrollo nacional. Para los satélites subsiguientes los fabricantes serán los que presenten una mejor ecuación técnico-económica al margen de toda consideración de desarrollo autónomo”, explica el ingeniero Eduardo Dvorkin.
En esa línea, el director de la Maestría Políticas Públicas para el Desarrollo con Inclusión Social (Flacso), Daniel García Delgado, plantea que el macrismo está generando una “creativa destrucción”, en vez de la “destrucción creativa” teorizada por Shumpeter.
“Cuando hablamos de la “creativa destrucción” estamos haciendo referencia a la gran capacidad demostrada por el gobierno de los CEOS para endeudarse, desmontar activos previos, destruir el mercado interno y bajar los incentivos económicos y simbólicos a las instituciones tecnológicas que se estaban desarrollando. Sobre todo, de aquellas que apuntaban a generar innovaciones y a tener el país cadenas de valor globales propias en campos como (satelización, comunicación biotecnología industria farmacéutica)”, concluye García Delgado en Desarrollo, políticas públicas e innovación en la Argentina del siglo XXI. La creativa destrucción de Cambiemos.
@diegorubinzal