Una de las máximas peronistas afirma que la única verdad es la realidad. En ese sentido en la CGT hay cada vez más sectores de la conducción que ven con preocupación el impacto que pueden sufrir los trabajadores y las leyes que los protegen ante un traspié electoral del peronismo en las elecciones legislativas de octubre. Así fue que comenzaron a conocerse declaraciones claramente a favor de Unidad Ciudadana, que encabeza Cristina Fernández de Kirchner. Cada uno con su estilo particular pero todos apuntando hacia la misma dirección: el primero fue Héctor Daer, luego el jefe de la poderosa UOM Antonio Caló y ahora el triunviro moyanista Juan Carlos Schmid.
El viernes pasado durante un almuerzo que se realizó en la bonaerense Regional San Martín de la CGT para festejar su normalización, Schmid tomó el micrófono y le dijo a la dirigencia allí congregada que “he sido muy crítico de la administración anterior pero si me tocara votar en la provincia de Buenos Aires, no tendría dudas en ejercer un voto opositor”. La referencia obvia a la lista más votada en la provincia, Unidad Ciudadana, la justificó diciendo también que “Macri puso en marcha un trazada económico que definitivamente no nos tiene en cuenta”. Luego agregó que “lo que estamos enfrentando no es igual que los ‘90, es mucho más tramposo y mucho más sutil. Y por eso han terminado seduciendo y engañado a gran parte del pueblo argentino”.
El primero que habilitó este camino fue Daer quien el fin de semana pasado dijo, en declaraciones radiales, que en octubre “hay que votar al que le hace fuerza al gobierno nacional”. Luego fue el turno de Caló, quien este martes dijo que si bien tiene un cariño especial por Florencio Randazzo “quiero que (Jorge) Taiana sea senador, porque no sería un senador más. No es lo mismo para mí que Taiana sea senador que haya otro senador que no sea del Partido Justicialista”. El último, al menos de esta semana, fue Schmid a quien sus propios compañeros del Consejo Directivo de la CGT le atribuyen un “innecesario y exagerado” anticristinismo. Pero la realidad se encarga de modificar, aunque más no sea de forma coyuntural, posiciones que se muestran pétreas.
Por caso, poco después de las primarias de agosto varios jefes sindicalistas tantearon las preferencias electorales de sus afiliados y confirmaron que un preocupante porcentaje de ellos optó por Cambiemos. Un dato al que suelen recurrir para justificar el desmantelamiento del paro nacional y una de las razones por la que rehabilitaron el canal de diálogo con el gobierno nacional. De todas formas, lo que escucharon del ministro de Trabajo Jorge Triaca está lejos de tranquilizarlos. En las diferentes charlas que mantuvieron con el funcionaron, de manera conjunta e individual, nunca obtuvieron una convincente negativa con respecto a los planes del gobierno sobre las leyes laborales.
A partir de allí es que surgió la necesidad de darle más de firmeza al inestable equilibrio que se vive hacia el interior de la CGT. Así fue que Daer promovió acordar una serie de puntos que la central obrera debe mantener innegociables a modo de garantizar unidad de criterio y negociación. El punteo incluye convenios colectivos, la ley de contrato de trabajo, la seguridad social y el modelo sindical. Schmid se sumó a esa estrategia a pesar de que detrás suyo se mueve el por momentos ingobernable mundo moyanista. Igual es importante remarcar que mientras Schimd daba su recomendación sobre a quién votar en la elección bonaerense a su lado estaba Pablo Moyano, que no dudó en aplaudir sus afirmaciones. Es más, el líder de Dragado y Balizamiento que vive en Rosario en ese mismo discurso afirmó que va a votar al candidato del peronismo santafesino, el kirchnerista Agustín Rossi, porque “ganó la interna”.
Pero saben que con las declaraciones de los dirigentes no alcanza para que las bases los acompañen y por eso hay dirigentes de la CGT que realizan un trabajo hacia adentro de los sindicatos y otro hacia la política. Por un lado estos dirigentes se tomaron la tarea de reunirse con sus delegados para coordinar la recuperación de ese porcentaje de las bases que abandonaron el voto peronista.
Al mismo tiempo trabajan en algo más grande: generar desde la CGT un espacio de confluencia de los diferentes actores del peronismo y sus variantes para ganar en octubre o, en caso de derrota, resistir primero y organizarse después para el regreso al poder en dos años. Eso sí, les preocupa que haya gobernadores resignados a un Macri con dos mandatos y la inconveniencia de que persista un anticristinismo entre dirigentes políticos e incluso gremiales como así también el hípercristinismo. De todas formas este grupo, donde aparecen gordos y uno que otro independiente, consideran que este nuevo rol de la CGT es fundamental si es que quieren evitar, por ejemplo, una reforma laboral al estilo brasileño.