Mariano Obarrio es desde hace décadas el corresponsal acreditado por el diario La Nación en la Casa de Gobierno. Su actuación más notable ocurrió en agosto de 2011, cuando enfureció contra el ministro de Interior Florencio Randazzo, durante la conferencia de prensa en la que se anunciaron las cifras del escrutinio definitivo de las PASO de 2011, en la que CFK amplió la diferencia del escrutinio provisorio sobre la oposición, con el 50,24 por ciento. Al presentar estos datos, Randazzo repasó las dudas que los diarios Clarín y La Nación arrojaron desde el día siguiente de los comicios sobre la limpieza del escrutinio y las afirmaciones de aquellos partidos políticos que insinuaron que se habría realizado fraude en contra de la oposición. Dijo que esas sombras arrojadas sobre una elección ejemplar atentaban contra la calidad institucional. Obarrio reaccionó airado y llegó a interrumpir al ministro a los gritos. Cuando se calmó, preguntó si de ahora en adelante debería pedir permiso antes de escribir algo que no le gustara al gobierno. Ahora que ve asegurada la limpieza del escrutinio se preocupa por la de la calle, como se observa en el post que colocó en las redes antisociales. Su padre, Franklin Obarrio, presidió la comisión episcopal “Justicia y Paz” durante la dictadura cívico-eclesiástico-militar. Tanto él como su madre, Graciela Ferrando, hija del fundador de la óptica Lutz-Ferrando, copresidieron durante la misma dictadura el Movimiento Familiar Cristiano, investigado por el tráfico de hijos de detenidos desaparecidos.
La semana pasada, el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta inauguró las obras de remodelación del barrio de Tribunales, o puesta en valor como le llaman. Frente al número 1638 de la calle Talcahuano, una placa de mármol conmemora el secuestro en ese edificio el 11 de noviembre de 1976 de Mario Gerardo Yacub, defensor de presos políticos y secretario de la Gremial de Abogados. Su texto dice “Militante popular detenido-desaparecido por el terrorismo de Estado” y lo firma Barrios x Memoria y Justicia. Con el mismo texto, a dos pasos, permanece la placa original colocada por esa coordinadora de grupos vecinales que desde hace doce años señalizan los lugares donde actuó la represión, con baldosas de colores que homenajean a sus víctimas. Ante una consulta para esta nota, desde el gobierno porteño informaron que se colocarán placas similares en toda la ciudad y que se dejarán también las originales como reconocimiento a quienes tuvieron la iniciativa. No todos piensan que los derechos humanos son un curro.