Cecilia Todd está por cumplir 45 años de carrera. Tiene identificado aquel primer concierto, en la Universidad Simón Bolívar, cuando era una joven que todavía “cantaba de todo y cualquier cosa”. Le gustaba cantar y eso hacía, pero aún no se había metido de lleno en el rico, vasto y diverso cancionero de la música de raíz de Venezuela, un rumbo que luego la transformaría en exquisita embajadora cultural en todo el mundo, con ese dulce modo de cantar que es una marca propia. Lo curioso es que 44 de esos 45 años los transitó ligada más o menos directamente a la Argentina, porque al año siguiente de aquel primer concierto se vino a estudiar y a vivir acá, conoció a gente como Mercedes Sosa, partió luego –como muchos– en 1976 y siguió regresando tiempo después con periodicidad de amiga. Como ahora, en una visita que permite una serie de conciertos que la tienen al frente con su voz y su cuatro (una suerte de extensión de sí misma, a esta altura) junto al talentoso Matías Martino al piano. Esos conciertos continuarán del jueves al domingo próximos en Café Vinilo (Gorriti 3780), en compañía de una cantidad de amigos invitados (ya pasaron Ramiro Gallo, Franco Luciani y Mora Martínez, y seguirán Jorge Fandermole y Magdalena León, entre muchos otros).
“No me gusta celebrar antes, ni los cumpleaños ni nada. Así que esta será una pre-celebración”, sonríe Todd, como siempre, en diálogo con PáginaI12. “En todo caso, será una fiesta, como lo es cada concierto, porque bueno, hacer lo que a una le gusta y encima poder vivir de eso durante 45 años... ¡es motivo para celebrar! Además, los venezolanos hemos tenido un año tan difícil que hay esa necesidad de aferrarse a lo que sea para seguir celebrando. Porque siempre hay algo para celebrar, para tomar fuerzas. No nos podemos quedar en las cosas negativas, hay que seguir adelante, y eso estamos haciendo.”
Además de los conciertos, que en la Argentina se extendieron en una gira que la llevó por diversas ciudades del país, la “pre-celebración” de aniversario de Todd incluyó la filmación de un documental que repasa estos 45 años y que la tiene muy entusiasmada. “Hacía tiempo que teníamos ganas de hacerlo con un amigo documentalista y al fin tuvimos una excusa. La idea es recorrer el país invitando en cada lugar a artistas de la zona. Filmamos primero en Caracas, en mi casa, en una noche inolvidable, bellísima. También enfrente de la casa donde nació Bolívar, que es un sitio histórico. De ahí nos fuimos a los Andes, al Páramo de Gaviria, que es “el pueblo que está cerca del cielo” porque está a más de tres mil metros de altura. ¡Es altísimo! Al llegar veíamos el mar de nubes, allá abajo... Y luego un cambio abrupto a Maracaibo, donde grabamos en el casco histórico, con cuarenta grados de calor... El documental sigue y a mi regreso nos vamos a Margarita”, enumera en un relato que invita a viajar por esas geografías tan diferentes de Venezuela, cada una con su música y su cultura.
–¿Y usted canta la música de todas estas regiones?
–He cantado música de todas las zonas de mi país, sí. Me quedan muy pocos géneros por abordar, porque hay unos que son solamente con tambores. Me queda por ejemplo el calipso, que vino de las Antillas, se metió por el delta del Orinoco y se instaló allí, donde hay mucho oro. Para eso necesitas mucha percusión, otro acompañamiento. Del resto, que es mucho, creo que he cantado todo...
–¿Se esforzó especialmente por abarcar todo ese abanico de géneros y geográfico o se fue dando así?
–No es que me lo haya propuesto especialmente, pero de algún modo se impuso, y es lo que de hecho hago. Por eso siempre siento que necesito contar un poco sobre cada tema, de dónde viene, qué sonidos y colores trae. Pero no solamente cuando salgo, ¡dentro de Venezuela también! Es difícil porque de repente hay gente que no conoce lo que tiene al lado, la música del lugar mismo en que nació. Bueno, aquí a lo mejor también puede pasar que un porteño no sepa cómo se canta la chacarera en Santiago del Estero, o a veces tiene una idea estereotipada, muy lejana a la realidad. Entonces yo canto y cuento; y no lo hago como algo que me propuse, surgió después, al comprobar que esta es la situación. Soy venezolana, cantante venezolana, me encanta la música venezolana, apuesto por eso. Pero además es una responsabilidad que tenemos. Lo siento así: como una responsabilidad.
–¿Por qué?
– Porque después de esto no hay más nada, seguimos los que seguimos, y si las nuevas generaciones no se suman, esto se pierde en algún momento. Porque el avasallamiento cultural es tal que se va destrozando todo; si no se cuida, se va perdiendo. Lo que suena hoy en las radios en Venezuela es pura música extranjera, casi en su totalidad. Lo que sea: hoy es el reggaetón, antes fue otra música; lo que se fabrica en el momento como música comercial.
–¿No hay una ley que protege a la música nacional?
–Sí, es ley que se difunda música nacional en un porcentaje. Eso se cumplió al principio, pero ya no se cumple más. La ley es muy específica, porque no habla sólo de música hecha en Venezuela; lo que se trata de defender es lo que no suena nunca, porque lo otro suena por la dinámica propia del mercado. Entonces está escrito en la ley, pero no está en los hechos. Esperemos que se retome. Mientras tanto, las que tienen la última palabra son las compañías disqueras. Y si no, fíjese lo que ha pasado con “Despacito”... ¡Yo nunca había visto una cosa igual! Como no escucho mucha radio, lo primero que me llegó fue un video comiquísimo, de unos italianos que estaban hartos. Primero no entendía la broma... ¡y luego la entendí muy bien! (risas).
–¿Y cuál es la situación del mercado discográfico actual en Venezuela?
–Nosotros no tenemos sellos disqueros, no existen en Venezuela. Y en un punto celebro que eso sea así, porque entonces hace años que hacemos mucho desarrollo de producción independiente. Si bien es más difícil, te permite libertad total. Solo una vez grabé con un sello pequeño y me fue muy mal. No pagaron nunca o, mejor dicho, llegué a cobrar por primera y única vez regalías 25 años después. Y luego los sellos tienden a encauzar todo hacia lo que ellos entienden que tiene que ser. Entonces una dice “Pero bueno, si ustedes me buscaron a mí porque vieron lo que hago y llevo años haciéndolo, ¿por qué me van a cambiar ahora? ¿No era eso que ahora me dicen que cambie lo que los hizo convocarme?” En mi caso la opción fue dárselos a distribuir, ya editados y hasta con la carátula lista. Luego he hecho discos a través de lo que se llamó Centro Nacional del Disco, que depende del Ministerio de Cultura. Es una alternativa maravillosa porque grabas en ese sello y se replica, todo gratis. Y luego son discos con muy bajo costo para la venta, muy accesibles al público. Allí se presentan los proyectos y hay un comité de selección, graban los artistas consagrados y los nuevos, funciona muy bien.
Argentina siempre estuvo cerca
Cecilia Todd recuerda aquellas épocas del comienzo de su carrera como “momentos de mucha efervescencia musical y política en América latina”. Ambas efervescencias aparecen ligadas en el recuerdo y en las anécdotas. “Estábamos muy al tanto y muy pendientes de todo lo que pasaba en la Argentina, en Chile, en Sudamérica en general. Recuerdo que el día que ganó Allende estábamos todos reunidos en casa de unos amigos, esperando qué pasaba, siguiendo el paso a paso. Ya habían pasado por Venezuela los Inti Illimani, Víctor Heredia, Atahualpa, Mercedes, Facundo Cabral... Todos pasaban por allá y yo canté con casi todos”, evoca la cantante. “Siempre que llegaba alguien de acá o que venía de viaje, el pedido era el mismo: ¡trae discos! Recuerdo perfectamente el día que llegó el papá de una amiga, con un disco de Les Luthiers –el primero–, Mujeres argentinas (el que grabó mercedes Sosa con poemas de Félix Luna y música de Ariel Ramírez) y otro de Buenos Aires 8 cantando a Piazzolla. Esos tres discos llegaron al mismo tiempo. ¡Se podrá imaginar la locura que me provocaron! De allí en adelante, la música argentina fue algo muy especial, de algún modo cercano y deseado para mí”.
–¿Y cómo llegó a vivir en la Argentina?
–Tenía 20 años, mi plan era irme a Brasil, a estudiar música en San Pablo. Pero llegó Buenos Aires 8 a Venezuela, empezamos a hablar y me convencieron: “¡Vente pa’acá!”, me dijeron. Y yo, que estaba así, como libre, dije: “Y bueno, me voy para Buenos Aires”. Yo conocía su música, pero fuera de eso, ¡no sabía nada, pero nada de nada de Argentina! Caí aquí en pleno inverno, después de un largo viaje, porque me vine por tierra desde Perú. Cuando me bajo del Chevalier... ¡¡Qué frío!! ¡Era algo que no había tenido en cuenta! (risas). Lo del frío no estaba en mis planes ¡ni en mi guardarropas!, pero pronto pasó a ser un detalle menor, porque con Buenos Aires fue amor a primera vista. Cuando llegué a San Telmo, no lo podía creer. Había tenido un sueño espectacular con la música de Piazzolla y al llegar aquí era como estar reviviendo ese sueño. Y el tango me sigue pareciendo un género tan increíble, por el modo en que responde a la ciudad, espiritual y físicamente. Es esta ciudad, suena como ella. Y así fue como, a pesar del detalle del frío, que no tenía previsto, yo me adapté al día siguiente de llegar.
–¿Cómo la recibieron los artistas locales?
–Maravillosamente. Con Mercedes ya nos habíamos conocido en Caracas, pero cuando llegué muy pronto me invitó a una reunión en su casa, de esas que hacía ella. Estaba Ariel Ramírez, Los Andariegos, Armando Tejada Gómez... Conocí a todos esos grandes de un solo golpe. Recuerdo que Ariel Ramírez y su esposa me llevaron esa noche a mi casa, pero antes se desviaron bastante para llevarme hasta el Parque Rivadavia, a ver la estatua de Bolívar. Ese gesto de bienvenida, tan simple y sentido, fue muy importante para mí. Con la misma generosidad me recibieron todos los artistas que conocí. Fui muy feliz en esos tres años que pasé viviendo aquí.
–¿Por qué se fue?
–Porque llegó el golpe. Y me advirtieron que me fuera. Alguien me dijo, muy concretamente: tú debieras irte, porque mi hijo está haciendo el servicio militar y le tocó en la Casa Rosada. Y vio una lista de artistas, y estas tú ahí. Debieras irte, todos debieran irse”. Yo no estaba metida en nada, pero amiga de todos. Hice caso muy pronto al consejo.
–¿A pesar de ser muy diferente la música argentina de la venezolana, usted cuenta que siempre la sintió muy cercana. ¿Qué tienen en común ambas músicas?
–Toda la música latinoamericana tiene la misma raíz. En definitiva, todos venimos de los árabes... Hay un libro muy bueno de un amigo compositor y musicólogo sobre la influencia árabe en América latina; él analiza ritmos de una y otra zona que son increíblemente idénticos. Y ellos usan una variedad de instrumentos muy parecidos al cuatro. La marinera peruana, la zamba argentina, la cueca chilena, el joropo llanero, el pasillo: todos tenemos la misma raíz. Y de ahí viene también la variedad de instrumentos. Luego aparece todas las diversidades, lo originario, lo africano... Nosotros, por ejemplo, tenemos mucha influencia africana, menos en los Andes, que es donde menos se establecieron, por la altura, por la falta de calor. Este continente tan diverso está unido, y eso se manifiesta en su música y su cultura. Por eso siempre vamos a sentirnos cerca.
En estado de alerta
–¿Cómo está Venezuela hoy?
–Estamos recomponiéndonos y siempre alertas ante tanto ataque. Estamos todos muy afectados, hemos pasado momentos difíciles, pero nunca así, esto es diferente. A mí me sorprende todo el tiempo porque hay algo que no está en nuestro ser: al igual que ustedes, nosotros no somos para nada agresivos, no somos un pueblo violento. Y en este último tiempo hemos tenido conductas que son inentendibles, lo cual muestra que hoy hay un odio que ha sido inoculado, porque hemos vivido perfectamente bien, hemos sabido convivir con las diferencias ideológicas, religiosas, sociales... Las diferencias lógicas que hay en toda sociedad, porque nunca vamos a pensar todos igual. Sin embargo, en este último tiempo hemos estado sufriendo conductas bárbaras. Y una guerra mediática, económica y alimentaria sin precedentes. Esto no tiene que ver solamente con la opción política que hemos decidido, tiene que ver con que lamentablemente Venezuela tiene muchísimo, pero muchísimo petróleo. Y debajo de ese petróleo, muchísimo, pero muchísimo gas, todo tipo de minerales, agua... Una riqueza increíble.
–¿Por qué dice “lamentablemente”?
–El petróleo siempre hizo que nosotros fuéramos diferentes dentro de América latina. Nunca desarrollamos la agricultura ni la ganadería, por ejemplo. En Venezuela la industria petrolera lo abarca todo. Toda Venezuela está influida, pero se nota mucho en Maracaibo, donde más se instalaron los pozos petroleros; allí ellos tienen muchísima más influencia de Estados Unidos que venezolana. Maracaibo se siente estadounidense. A mí siempre me pareció que el petróleo ha sido una desgracia y ahora me parece más aún. Porque todo esto que está pasando, esta agresión, esta interferencia foránea, es por el petróleo.
–Habla de violencia inoculada. ¿A qué se refiere?
–Vivimos cuatro meses de manifestaciones muy violentas, que alteraron totalmente nuestra vida cotidiana. Desde que te tranquen en tu casa y tú no puedas salir a comprar comida, a llevar a los niños a estudiar, a trabajar, a tu cita médica o simplemente a encontrarte con tus amigos. No lo digo en sentido figurado: fue literalmente así, estaba cerrada la calle. Con barricadas, humo, quema de neumáticos, mucha violencia. Tú tienes todo el derecho a no estar de acuerdo con el gobierno de turno, pero no tienes derecho a imponer un estado de sitio. Y tampoco es la gente de oposición, los que se oponen desde la razón, porque legítimamente están en contra del gobierno: no, esa violencia es generada, es pagada y es planificada. Alcanza un nivel que ya no es humano, totalmente fuera de control, cuando empiezan a quemar personas vivas, porque pasaron y “les pareció” que era chavistas. Esto también es literal, ha ocurrido así y es criminal. También me duele que estén mintiendo permanentemente. Yo quiero saber la verdad de lo que pasa, no quiero que acomoden la verdad a su beneficio. Por ejemplo, el día de las constituyentes hubo un evento muy violento de las manifestaciones contra el gobierno hacia los Guardias Nacionales. Les tiraron una bomba que explotó. Esa foto recorrió el mundo, pero con el mensaje al revés: decían que la Guardia había ido contra los manifestantes. Fue exactamente lo contrario. Cuando ves eso, indigna mucho.
–¿Qué expectativas tiene a futuro?
–Estos segura de que saldremos, porque ya hemos salido de situaciones muy difíciles. Hasta de un paro petrolero de dos meses, que dejó paralizado al país, que dejó un tendal de comercios quebrados... Salimos antes y vamos a salir también ahora adelante.