El día del estreno, la directora Ana Alvarado leyó fragmentos de su propio diario de adolescencia. Pero descarta de plano la idea de volver al escenario: “En 2008 fue la última vez”, precisa, “Y no vuelvo porque la manipulación requiere un entrenamiento permanente. Es un arte muy parecido a la ejecución de un instrumento musical, por la precisión que hace falta tener. Y a mí, que nunca tuve pasión por desarrollarme en una técnica determinada, siempre me interesó más la dirección y a la dramaturgia”.
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