No es nuevo que Pamela David se despache en su devoción por la familia presidencial (o el tridente que deciden mostrar: Mauri y Juliana con Antonia, los demás hijxs se caen de la foto) pero esta vez dio rienda suelta a su fanatismo como quien “se le suelta la cadena”, en un contexto político que se calienta con la llegada de diciembre, el mes donde todo parece a punto de explotar en un año en que todo parece al borde del boom desde el principio.
Fue el primer día de la semana en Desayuno Americano, su show televisivo donde se despliega esa incomodidad permanente por la diferencia de status entre ella y sus empleadxs, preocupadxs todxs por no desacreditar ni dejar en evidencia a la primera dama de América, “la mujer de” el dueño, como le gusta bromear a la santiagueña. Evaluando una calculada imagen de Trump y su clan (en esa nueva costumbre televisiva de poner una pantalla en el living del estudio y mirar cositas de Internet, como socializando el chismorreteo que cualquiera hace de su cuenta de Facebook) donde se lo ve al hijo menor del flamante presidente yanqui sentado de una manera extraña que parece que alguien lo está agarrando o tocando o vaya a saber qué cosa demoníaca. En ese contexto dijo Pame, de la nada, y con la impunidad de la reunión cuando ya pasaron varias copas: “Por favor, yo quiero volver a revivir (se agarra el pecho) la foto del balcón de Juliana con Mauricio y Antonia, familia blanca, hermosa, pura y (...) toda la mugre que tenían que sacar”. Por supuesto, la troupe de símil manicures que tiene a su alrededor ni siquiera hizo un silencio porque ya están acostumbrados a su pedal de lengua, y todo quedó sumergido en la chusma barata de la mañana de América. Pero atención, vaya comentario en una coyuntura política que incluye la firma de un convenio para “verificar” la residencia de extranjeros en nuestro país. La Dirección Nacional de Migraciones y la Anses se están ocupando de chequear caso por caso, como para barrer con la mugre que Pame quiere fuera de su vista, ella, de cuna de oro y zapatos de cristal, cual Cenicienta moderna fue alejada de la modorra de su provincia por sus deseos de superación y ansias de cuadrar en una foto pulcra como la de Macri y los suyos. A eso, sumarle un príncipe como Daniel Vila que la hizo pasar al frente de todo lo que una mujer que ama al Papa quiere en la vida: matrimonio, hijos divinos, casa en country, tapas de revista. Mientras Pame sigue delirando con la pureza de ese trío de perfectos, entre 1000 y 1200 personas tienen suspendido el cobro de su Pensión Universal para el Adulto Mayor, reglamentada por la ley de Reparación Histórica y que alcanza a personas mayores de 65 años que no cuenten con una prestación previsional contributiva, como Dora Franco, una mujer de 70 quien vive y trabaja hace 34 años en nuestro país y no pudo cobrar ni uno de los 4 mil pesos del beneficio que le fue asignado por el mismo gobierno que luego se lo negó. “Me dijeron que frenaron para extranjeros hasta que crucen datos con Migraciones para constatar que vivo en Argentina. Es ridículo, vivo acá hace más de 30 años”, dijo Dora a este diario. Pero bueno, Dora trabajó como empleada doméstica toda su vida. “¿Qué valor tiene la vida de una empleada doméstica, encima paraguaya?” pensará la “blanca de alma” de David, para quien “la mugre” debe ser el negrerío que despidió a Cristina hace apenas un año, con una plaza explotada de sudor, lágrimas y emoción popular. Puaj.
Mientras tanto, el militante de La Cámpora Pablo Gurgone denunció a Pamela David frente al Inadi por sus dichos racistas y discriminatorios, ella que hace apenas seis años fue a Sudáfrica a cubrir el Mundial de Fútbol para Animales Sueltos y dijo que “estar con un negro es mi fantasía total” pero al final no lo hizo porque “me dio miedo ya que hay mucho HIV”. Lo que se dice una tipa coherente. ~